«La importancia de llamarse Ernesto», de Oscar Wilde: El valor de lo cómico en la literatura

Arthur Ransome -uno de los biógrafos y críticos del eterno autor irlandés- describió la obra dramática que analizamos y dividida en tres actos como: “la más trivial de las comedias mundanas, es una de las que producen ese placer intelectual por el que reconocemos lo bello”. Acá, la vitalidad de una pieza teatral que siempre se renovará.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 28.6.2019

Por obra de la casualidad he encontrado, en el librero de mi hijo, el libro La importancia de llamarse Ernesto del escritor en lengua inglesa Oscar Wilde (1854-1900) que ya desde el título anuncia la ambigüedad como factor clave de esta obra de teatro estrenada en 1895 en el teatro Saint James de Londres, apenas tres meses antes de que Wilde fuera condenado a prisión por “indecencia grave”.

Después de la presentación se habló que Inglaterra nunca había reído tanto con una comedia. La trama de la obra se desarrolla en torno al John (o Jack) que usa el nombre ficticio de Ernesto.

En la edición que tengo a mano la obra se divide en tres actos, el lugar en que ocurre es Londres y el tiempo en que ocurre es la época victoriana (que se puede extender hasta 1901, año en que muere la reina Victoria I de Inglaterra).

Esta obra le produjo a Oscar Wilde un notable éxito. La obra de trama cómica fluye entre diálogos sutiles y el relato está lleno de agudeza y de frescura lo que ha hecho que la obra haya sido aplaudida en todas partes donde ha sido presentada.

El enredo que nos mueve a la risa, es una constante de toda la obra, el cual se origina desde el título mismo, pues hay una dualidad en la palabra “earnest» que significa “serio” pero que también suena como “Ernest” (Ernesto, en español). El autor sabía que el secreto del éxito estaba en hacer reír a la gente con una obra llena de ambigüedades y equívocos sugeridos por el lenguaje o las situaciones representadas por los actores, lo cual no le permite al público quedarse indiferente.

En esta obra, el título podría traducirse como la importancia de ser formal o serio; o como ha sido traducida en general: La importancia de llamarse Ernesto. La fundamentación del título «la importancia de llamarse Ernesto» radica en la página 11 cuando la señora Fairfax (Gwendolen) le afirma a Jack (alias Ernesto) que ella se sabe destinada a amar a alguien con ese nombre, que el nombre es divino en sí mismo y que produce vibraciones.

Arthur Ransome, uno de los biógrafos y críticos de Oscar Wilde describió La importancia de llamarse Ernesto como: “la más trivial de las comedias mundanas, es una de las que producen ese placer intelectual por el que reconocemos lo bello”.

Por su parte, Cecil Georges Bazile, otro de sus biógrafos escribió: «Esta comedia introdujo en Inglaterra la fórmula moderna del teatro contemporáneo… Se acabaron los melodramas vulgares que abrumaban la escena británica. Oscar Wilde substituyó todo esto por la comedia moderna en el sentido más estricto de la palabra. La tira se mezcla con un diálogo deslumbrante en el que brotan las frases ingeniosas y las paradojas”.

Una de esas paradojas consiste en que dos mujeres distintas (Gwendolen que piensa que Jack se llama Ernesto y Cecily que habla con Algernon pensando que este, a su vez es Ernesto) hacen el mismo argumento respecto a solo poder casarse con alguien que se llame Ernesto, pues hay algo en ese nombre que inspira confianza. Lo interesante es cuando llegan a casa los dos hombres (los dos falsos Ernestos) las mujeres descubren que han sido engañadas y esto dará paso al tercer acto.

Y hablando de frases ingeniosas, he aquí algunos ejemplos: en la página 10 se habla sobre la especulación metafísica que no tiene, o tiene muy poca relación, con los hechos de la vida real; otro ejemplo nos es dado en la página 12 cuando la potencial suegra de Jack lo interroga para saber si él sería un buen candidato para casarse con su hija (Gwendolen) y le afirma que ella cree que un hombre que desea casarse debe saberlo todo o ignorarlo todo y le pregunta cuál es su caso y Jack contesta inmediatamente que él lo ignora todo; otro ejemplo se da en la página 15 cuando Algernon, el amigo de Jack le dice que todas las mujeres se vuelven con el tiempo como sus madres y esa es su tragedia, mientras ningún hombre lo hace y esa, a su vez, es también su tragedia. O esta otra de la página 34 que afirma: él nunca ha escrito un solo libro, así que puedes imaginar cuanto sabe. Y qué opina el lector de esta otra de la página 44: en caso de grave importancia lo que importa es el estilo y no la sinceridad.

Los entendidos afirman que el valor de esta comedia está en que no pierde nunca su sentido de modernidad, la obra donde quiera que se presente nos da la sensación de ser una pieza siempre actual, original y rebosante de frescura.

Estoy seguro de que el lector de Cine y Literatura se divertirá con Jack (Ernesto) y Algernon (que ante Cecily se presenta también como Ernesto) muchachos graciosamente cínicos y románticos, ex colegiales de Oxford o Cambridge, que empiezan a vivir en el mundo; ellos son un par de tipos simpáticos, mimados por la fortuna. Personajes frívolos, pero delicadamente agudos.

La verdad es que con solo leer el texto el lector podrá, con gran precisión, armar los retratos físicos, intelectuales y morales de los personajes de esta obra; pero si el lector tiene además la oportunidad de ver la puesta en escena estoy seguro que esta le encantará sobre manera y la disfrutará de principio a fin.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Una de las tantas ediciones en castellano de la clásica obra de Oscar Wilde

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: Oscar Wilde (1854-1900) en New York en enero de 1882.