Debate: «La guerra silenciosa»: Cuando el ripio cruje

La última obra audiovisual del realizador francés Stéphane Brizé hace suyo el convencimiento de sus personajes, y aunque permite que hablen por sí mismos, se nota bastante su afán por orientar la acción al retrato de un héroe que cree interesante, sin darle al espectador la oportunidad de considerarlo como tal. Se estrena el próximo jueves 4 de julio en las salas chilenas.

Por Felipe Stark Bittencourt

Publicado el 28.6.2019

La guerra silenciosa (En guerre, 2018) es una película que parece resistirse al análisis. Su convencimiento de contar una historia justa y necesaria hacen que parezca incompleta y que la sacaron del horno antes de tiempo, cuando todavía le faltaba un poco más de cocción; no cabe duda de que un nuevo corte haría de ella un producto más acabado y, ¿por qué no?, excelente.

A ratos puede resultar impecable y sumamente interesante, pero, también, tediosa y en exceso lenta en escenas donde el diálogo brilla por su elocuencia. Es una contradicción provocada probablemente porque el director Stéphane Brizé (1966) hace suyo el convencimiento de sus personajes, y aunque permite que hablen por sí mismos, se nota bastante su afán por orientar la acción al retrato de un héroe que cree interesante, sin darle al espectador la oportunidad de considerarlo como tal.

Vincent Lindon interpreta a este personaje, Laurent Amédéo, un líder obrero que representa a los mil 100 trabajadores que ven arriesgar su puesto cuando la fábrica donde se emplean decide cerrar injustamente. Amédéo es un hombre tenaz y firme que no duda en hacer lo que cree correcto para el bien de sus compañeros en huelga. Lucha así contra el directorio de la empresa, con sus voceros y hasta con sus propios colegas. Su objetivo queda más que claro y el espectador logra empatizar con su lucha. Es un tipo sencillo y honesto aplastado por los intereses de empresarios inescrupulosos e hipócritas.

Esto, de algún modo, puede parecer hasta curioso, porque, aunque la película se abre con una cita de Bertolt Brecht, el director parece querer darle una vuelta de tuerca a su teoría del distanciamiento con un montaje que juega más de la cuenta con la ficción, al torcerla y presentarla como un hecho noticioso —con una cámara que imita la textura y las características audiovisuales del medio televisivo— con otro tipo de registro que está derechamente romantizado, y que en su presentación audiovisual es mucho más clásico y elaborado, pese a que conserva cierto cariz documental con una cámara que observa intensamente la acción, encuadrando a sus personajes y asistiendo a los hechos como furtivamente, sin trípode y con los temblores de un pulso acelerado.

Es una decisión que a Brizé le permite explicarse a sí mismo y hacer consciente al espectador de lo que ve, al tiempo que le abre las puertas a la elaboración de un mito sobre su héroe sindical. La acción aunque no abandona ese toque de realismo documental, esboza con herramientas muy tradicionales la intimidad de Amédéo y de su propia lucha. Él no se considera un héroe y tampoco quiere serlo, pero en esa contradicción el personaje halla su razón de ser y se desenvuelve correctamente gracias a la notable interpretación de Lindon. Su familia lo admira y hasta el espectador siente lo mismo, pero no así algunos de sus compañeros de lucha.

Es quizá, pues, en esa dicotomía de registros que la película a ratos se siente coja, pese a lo impecable de su factura y de las decisiones creativas de los realizadores. Brizé, sin embargo, es un director talentoso que logra sacar algo interesante de La guerra silenciosa y es ese romanticismo inusitado en el retrato de la huelga, con su crudeza y sus luchas internas. Los personajes son su arma más eficaz y los diálogos, su mayor fortaleza.

Solo se le echa en falta una mayor agilidad y una articulación más precisa de aquella cámara que imita a los noticiarios con esa otra que es derechamente cinematográfica y hasta hollywoodense.

 

También puedes leer:

La guerra silenciosa: Una cámara honesta.

 

Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance. Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción.

 

El actor Vincent Lindon en «En guerre» (2018)

 

 

 

 

Felipe Stark Bittencourt

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma del filme La guerra silenciosa, de Stéphane Brizé.