«La pintora y el ladrón», de Benjamin Ree: El arte como vínculo emocional

Este excelente documental muestra una bella historia real en torno a una artista visual que quiere conocer al delincuente que se ha interesado en su obra. Con gran naturalidad el director noruego sigue ese aprendizaje que pronto es bidireccional entre dos personas amantes de la creación plástica y que devienen en auténticos amigos. La película —que fue estrenada en el Sundance de esta temporada—, forma parte del catálogo del Atlántida Film Fest 2020, festival online de cine europeo que se ofrece hasta el 27 de agosto a través de la plataforma Filmin.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 10.8.2020

«Ella me ve muy bien, pero olvida que yo también puedo verla».
Nordland

Barbora Kysilkova es una pintora naturalista checa a la que sorprende el robo de dos de sus pinturas en una galería de arte de la capital noruega. Le sorprende que los ladrones —dos hombres que fueron captados por las cámaras— hayan escogido sus obras y no la de otros artistas de mayor cotización que allí mismo se exponían. A ella le interesaba no sólo recuperar sus cuadros sino también conocer los motivos de su elección. Así que cuando juzgan a uno de esos hombres con antecedentes penales llamado Karl-Bertil Nordland, la artista asiste como público y le propone hacerle un retrato.

Ree tuvo conocimiento de esa sorprendente propuesta y contactó con Kysilkova quien le autorizó a documentar el proceso —que duró tres años— de elaboración del retrato del conocimiento de un hombre muy peculiar. Nordland luce multitud de tatuajes en su piel y adopta una actitud distante que —como descubrirá la artista— esconde una gran sensibilidad. Él no recuerda qué hicieron con los cuadros que no han sido recuperados, pues esa noche iban muy colocados y se los llevó “porque eran hermosos”, según le confiesa a su autora.

Ese confesar la sensibilidad y el aprecio por su obra hace que Kysilkova sienta afinidad con el hombre de piel artística. Los encuentros de esa extraña pareja son momentos agradables en los que ambos van conociéndose, porque no sólo la pintora se fija en su modelo también él se interesa en ella, así lo expresa Nordland: “Ella me ve muy bien, pero olvida que yo también puedo verla”. Ambos observan y son observados.

El encuentro entre estas dos personas de vidas radicalmente distintas es un canto a los valores que conforman lo humano con mayúsculas: la compasión, la empatía, la aceptación de la vulnerabilidad propia y ajena… Es bellísima la escena en la que Nordland se ve en ese retrato de conocimiento, cómo queda impresionado, cómo rompe a llorar y cómo acaba aceptando el abrazo de esa amistad profunda. Es muy emotivo verlos a ambos abrazados, de alguna manera todos estamos en ese abrazo porque es el abrazo de la empatía capaz de deshacer todo equívoco y relativizar todo dolor.

Kysilkova confiesa que conforme fue conociendo a Nordland se dio cuenta que el proyecto era también su propia exploración emocional y se preguntó qué sucede al permitir que la persona a la que “deberías” condenar entre en tu vida. Pues se entiende tras ver el filme que tu vida se enriquece, se amplía en gran manera, se vuelve más real al incorporar vivencias que conforman las sombras de lo humano propio y colectivo, sombras que lamentablemente solemos obviar.

La artista checa hizo más retratos de Nordland, le pintó con su novia a quien ella en su querer saber también conoció. Y en ese proceso de arte y de amor, Kysilkova acompañó a su amigo en su pulso con las drogas, en su recuperación tras ser ingresado en un hospital. Norldand, un hombre que se sintió incomprendido y estigmatizado durante toda su vida, encuentra en esa inesperada amistad la comprensión empática que tanto necesitaba. Eso es lo que todo ser humano necesita, la verdadera comprensión que surge del amor. Sólo así se puede deshacer el dolor y la culpa que solemos cargar en nosotros y que condicionan nuestra vida y la de la gente con la que nos relacionamos.

 

*Agradezco a Adrian Horton sus informaciones entorno a la película en el excelente artículo publicado en The Guardian.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: The Painter and the Thief (2020).