Libro infantil «El Doctor Green»: Un hito en la conquista de los derechos para los niños y las niñas del país

A continuación se reproducen las palabras del presidente de la Comisión de Infancia del Colegio Médico local en la presentación del texto de la autoría de la magistrada Jimena Pinto, y lanzado por Ceibo Ediciones hace unos días, y que cuenta con ilustraciones de Eugenia Prado Bassi, la editora adjunta del Diario «Cine y Literatura».

Por Fernando González

Publicado el 4.5.2018

Estimada Jimena Pinto, Eloísa Peréz de Arce, señores jueces, señoras juezas, colegas, señoras, señores, niñas y niños de cuerpo y de alma.

Quisiera agradecer genuinamente la invitación a esta fiesta, me honran con permitirme compartir mis reflexiones que el Dr. Green me provoca, y espero estar a la verde altura de este(a) entrañable persona(je).

Y digo fiesta, porque el nacimiento de un libro se debe celebrar como corresponde, una creatura que trasciende, mientras nosotros pasamos por sus hojas y sus vidas imperecederas.

En conversación con una de sus progenitoras, Jimena, me contaba que producto de una serie de azares, se gesta este proyecto. Celebro también dichos eventos afortunados, sucesivas causalidades, que permiten que hoy estemos aquí celebrando.

Agradezco que hayan elegido este lugar para el lanzamiento, ya que el Colegio Médico le ha dado gran relevancia en su agenda, desde su posición en la sociedad civil, de relevar, promover y garantizar el ejercicio de los derechos de la infancia de todos los niños, niñas y adolescentes del territorio nacional, y que el doctor Green vea la luz en estas paredes es una gran señal de ello, y que nos invita a que sigamos tras esa bandera.

El Artículo 24 de la Convención de Derechos de la Niñez versa: el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud (art. 24).

Y es precisamente lo que se ve al recorrer las páginas de este libro, en las precisas y preciosas palabras de Eugenia Prado, su genial editora: “Esta sencilla historia ilustrada, traduce de modo mágico, el profundo amor que trasunta la CDN para todos y cada uno de los derechos del mundo: el derecho a la vida y a la seguridad física, psíquica; el derecho a la igualdad; el derecho a ser escuchado; el derecho a tener una familia y ser amado; el derecho a la salud”.

Leer un libro es de las pocas experiencias que permiten, en fracción de segundos, sumergirse en un viaje, onírico, pero real a la vez. El comediógrafo belga Francis de Croisset decía que: “leer es la forma de viajar de quien no puede tomar el tren”…

Si bien uno no lo experimenta físicamente, la experiencia provocada y evocada por la lectura queda almacenada en la memoria… en la misma parte del cerebro de las experiencias vividas, en el lóbulo temporal, específicamente en el hipocampo, que es otra parte de nuestro cerebro que tiene la forma de un caballo de mar. En el hipocampo se guardan también los sabores, sonidos, historias, y olores. Es una asombrosa biblioteca atestada de estanterías con recuerdos encuadernados.

Quizás lo más extraordinario es que de repente, sin previo aviso, simplemente con un olor o un sabor, y sin tener que hurgar entre los estantes, podamos rescatar un párrafo o una fotografía y transportarnos por un instante a un momento concreto de nuestra vida, algo que de forma consciente somos incapaces de recuperar, fenomeno conocido como “la magdalena de Proust”… pero esa es otra historia. Es verdaderamente extraordinario que en nuestro cerebro la dualidad espacio y tiempo se dobleguen y se pongan al servicio de un sentido… con un libro como el del Dr. Green, uno puede conectarse con lo más profundo de la experiencia de la infancia.

Al recorrer las páginas del libro, puedo sentarme en un columpio de la plaza, oler el pasto húmedo, sentir el maicillo bajo mis zapatillas, escuchar la suma de sonidos de los niños: risas, gritos, gol!, llantos, hojas secas, mamá mira!, papá ven!…. todo en una mágica y perfecta armonía causada por el caos, entropía que solo se da en un enjambre de niños libres y seguros, -horizonte del apego-.

Lugar de encuentro de diversidad. La infancia no reconoce diferencias. Una madre que supo que llegaría un niño refugiado Sirio al curso de su hijo, al finalizar el primer día del año, le pregunto con suspicacia: hijo, que tal el compañero nuevo? … el niño le responde: cual de las dos mamás?, había uno que llegaba de otro país, o no?… aaa sí, Hassan, normal mamá, le gusta el futbol,… igual que todos!

En los espacios de encuentro entre niños, no hay diferencias ni discriminaciones, en palabras de Galeano: “todos son iguales en torno a una pelota de fútbol”…

Luego me siento en esa sala de espera… verde… y disfruto mirando como niños, niñas juegan confiados, libres, no hay género, no hay nacionalidad, no hay discapacidad, solo niños y niñas… felices, escena muy distinta a la que vemos en el metro, o en una sala de espera de un banco… siento la suavidad de la felpa, el olor a peluche viejo, me mira una culebra con ojos grandes, y lengua larga, por un momento siento que tiene vida propia… es en ese momento cuando se abre la puerta… verde… y conozco al doctor Green…

En un encuentro de NNA que realizamos en mi hospital, los niños pidieron ser parte de las decisiones, piden ser escuchados, algo que desde la salud asistencialista es casi impensado. Bueno, ahí está el desafío a nosotros, los equipos de salud. Y ya el Dr Green nos lleva la delantera, propiciando la comunicación y un encuentro genuinamente horizontal en el box.

En suma, este maravilloso libro es un viaje onírico… un sueño… que te lleva a un parque, a una sala de espera infinita, a una travesía por la amazonas de Brasil, a Italia, luego a un país en guerra… y de vuelta a la plaza…

Pero también es un viaje por los derechos de la infancia… a partir del derecho a la salud, trasunta todos los derechos. El gran desafío y valor profundo de este libro es la invitación a que todos y todas nos hagamos cargo de los derechos de los NNA en nuestros espacios y territorios, exhortación a visibilizarlos explicitamente, a promoverlos enérgicamente y garantizarlos genuinamente. Quisiera mencionar algunos de ellos, presentes en el relato:

El Bien Superior del Niño.
El Derecho a la Identidad, con pertinencia cultural.
La Alimentación afectiva: Lactancia Materna.
La Seguridad y Protección: que le brindaban los padres del Dr Green en su infancia, cuando recorrían el rio amazonas lleno de caimanes.
Jugar, recrearse: en todo momento, en todo lugar.

Pero el principal derecho relevado en el cuento, no está en las páginas, sino que se presenta implícitamente en su génesis, en ese encuentro entre “abuela” y “nietos”, en ese mágico espacio compartido, que se da en torno a la fantasía, al juego libre imaginario, en esta cápsula de espacio y de tiempo, de infinita y abismante incertidumbre, lejos de la rutina, lejos de nuestras zonas de confort, en ese punto del que huimos inconscientemente cuando somos vulnerables… pero es ahí mismo donde se genera la sorpresa, la creatividad que da origen a cosas como este libro, la más profunda felicidad del tiempo compartido, y donde el amor cambia de materia, y pasa de ser una entelequia, a ser una creación.
“Ahora el doctor Green es grande, pero su alma de arcoíris sigue siendo la de un niño”.

Vatto. Muchas Gracias.

 

Palabras pronunciadas en la presentación ofrecida por Fernando González, presidente de la Comisión de Infancia del Colegio Médico de Chile, el viernes 27 de abril, a las 19:30 horas, en el Auditorio del Colegio Médico de Chile, ubicado en calle Esmeralda N° 678, Santiago Centro, Santiago.

 

La portada del libro lanzado tan sólo hace unos días por Ceibo Ediciones

 

 

Fernando González, el presidente de la Comisión de Infancia del Colegio Médico de Chile, junto a su esposa e hija

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Ceibo ediciones