«Los compañeros»: La revolución a la italiana de Mario Monicelli

Protagonizada por Marcello Mastroianni y Annie Girardot esta obra maestra que data de 1963, corresponde a un filme que aborda el tópico del trabajo en las grandes industrias y los conflictos derivados del mismo —en el contexto de la primera mitad del siglo europeo—, con una cierta dosis de humor negro y de autoironía, por parte de sus principales involucrados.

Por Gabriel Anich Sfeir

Publicado el 20.8.2020

El romano Mario Monicelli (1915-2010) provenía de una familia acomodada de Mantua y tuvo contacto con el cine en su época de estudiante de letras en Pisa, donde rodó sus primeros cortometrajes. Después de la guerra escribió guiones, fue ayudante de dirección de Pietro Germi y dirigió algunas películas del comediante Totò.

A partir de las plumas de Agenore Incrocci, Furio Scarpelli y Suso Cecchi d’Amico, Monicelli dirigió la primera commedia all’italiana en 1958: Los desconocidos de siempre (I soliti ignoti), fijando los temas, actores y guionistas que darían forma a esta particular forma de comedia social. Al año siguiente, estrena La gran guerra (La grande guerra, 1959), satirizando la tragedia de la Primera Guerra Mundial.

En esta línea, otros de sus filmes más importantes serían La armada Brancaleone (L’armata Brancaleone, 1966) y su secuela Brancaleone en las cruzadas (Brancelone alle croaciate, 1970), Amigos míos (Amici miei, 1975) y Un pequeño pequeño burgués (Un borghese piccolo piccolo, 1977). Como si su vida fuera una tragicomedia, Monicelli puso fin a su vida en noviembre de 2010 al saltar al vacío desde uno de los pisos del hospital en que estaba internado por un cáncer terminal.

Hoy comentamos Los compañeros, película de Monicelli escrita por él mismo y la dupla Age–Scarpelli, coproducción entre Italia, Francia y Yugoslavia. Se estrenó en Roma en octubre de 1963 en el XXXV Congreso del Partido Socialista Italiano, al tratarse de uno de los primeros filmes italianos en relatar el surgimiento del movimiento obrero en ese país. Se rodó en exteriores de localidades del Piamonte y en Roma, así como las escenas de la fábrica se realizaron en Zagreb, actual Croacia.

La historia transcurre en Turín a finales del Siglo XIX. Los trabajadores de una fábrica textil, mujeres y niños incluidos, trabajan largas jornadas de 14 horas (de 6:30 a 20:30 horas) y se producen no pocos accidentes laborales y víctimas fatales.

En consecuencia, deciden organizarse para obtener la reducción de la jornada de trabajo de 14 a 13 horas, asignación de tiempo para almorzar y la creación de un seguro contra accidentes, pero apenas son escuchados por los propietarios de la fábrica. Aparece en escena el profesor genovés Giuseppe Sinigaglia (Marcello Mastroianni), un agitador prófugo de las autoridades, quien se pone al mando de los obreros, instándolos a declararse en huelga. Los esfuerzos de Sinigaglia por movilizar a la clase proletaria no terminarán bien, pero quedará sembrada la semilla de la lucha por el trabajo en dignidad.

Los compañeros comienza con una secuencia de fotografías del Turín decimonónico intercaladas por fotogramas de la película que veremos a continuación. Suena la Marcia della Cinghia compuesta por Carlo Rustichelli: “A apretarse el cinturón, comemos pan y viento, ¡quien se rinde es un traidor!”. La impecable fotografía de Giuseppe Rotunno, evocando imágenes captadas por el cinematógrafo de los Lumière, nos traslada a la industrializada capital del Piamonte, retratando las paupérrimas condiciones de la vida de los obreros y las opulentas fiestas en los palacios de la burguesía.

Como es común en la commedia all’italiana, aun tocando temas sociales o políticos, existe amplio espacio para la humanidad. Los personajes distan de ser perfectos, reflejando las aspiraciones y frustraciones de la búsqueda de una vida mejor. Tenemos el primer intento de huelga organizado por los obreros Pautasso (Folco Lulli) y Martinetti (Bernard Blier), fracasado, por cierto, consistente en retirarse silenciosamente de la fábrica una hora antes del término de las faenas diarias.

El escéptico Raoul (Renato Salvatori) debe hospedar a Sinigaglia en su habitación, a pesar de no creer inicialmente en las actividades del extraño profesor. Un adolescente, Omero (Franco Ciolli), exige a su hermano menor seguir en la escuela para no terminar trabajando como obrero, mientras que su hermana Bianca (Raffaela Carrà) liga con un joven militar también de origen proletario. Tampoco faltan obreros que no están interesados con la movilización y quieren seguir trabajando, sólo para alimentar a sus familias.

Mastroianni abandona en este filme sus típicos roles de latin lover (ese mismo año de 1963 protagonizó 8 ½ de Fellini y Ayer, hoy y mañana de Vittorio De Sica) para hacer del barbudo maestro socialista Sinigaglia. Pero no es el revolucionario ideal: después de dar un ardiente discurso en una escuela a la asamblea de trabajadores para que inicien la huelga, el hambriento Sinigaglia aprovecha el tumulto para sustraer un pan que uno de los obreros se ha dejado en uno de los pupitres, siendo descubierto a último minuto por el estupefacto obrero que había traído el pan.

Debiendo permanecer en la clandestinidad, huyendo de la policía, encuentra refugio en Niobe (Annie Girardot), una hilandera vuelta prostituta que atiende a los caballeros de los cafés de la clase dirigente y, por lo tanto, rechazada por el resto de los trabajadores. Sinigaglia le revela cómo abandonó a su familia para consagrarse a la lucha revolucionaria, pero justifica su activismo para que gente como Niobe no se vea forzada a caer en la prostitución. Como siempre, los activistas sufren los mismos dramas de los proletarios a los que dicen reivindicar.

Esta crítica a los intelectuales revolucionarios se manifiesta en la incapacidad de llevar sus postulados a la práctica, al menos sin consecuencias trágicas. Como los patrones no quieren ceder, descartando cualquier forma de negociación, los obreros deciden cortar el ferrocarril que transporta a trabajadores reemplazantes, generando una pelea de proporciones.

El tragicómico profesor Sinigaglia insiste en llamar al diálogo mientras reparte puñetazos y patadas. Cuando el agitador llame a tomarse el recinto de la fábrica, el resultado será peor y todos pagarán los costos. Los trabajadores quieren dignidad y no conjeturas ideológicas. Al contrario de lo que algunos puedan pensar, Los compañeros está lejísimos de ser una película de “propaganda”.

No pocas películas han tocado el tema del trabajo en las grandes industrias y los conflictos derivados del mismo. Pero el profundo humanismo de Los compañeros le asigna un lugar alto entre este tipo de filmes, junto a La huelga (1925) de Eisentein, Tiempos modernos (1936) de Chaplin o Germinal (1993) de Claude Berri. La tragedia de los obreros de Turín es contada con humor, para mostrar que existen esperanzas de una mejor vida y que las personas asumen diferentes actitudes frente a sus problemas comunes: cobardía, decisión, sagacidad o picardía.

 

*Monicelli y el dúo Age-Scarpelli fueron nominados al Oscar a Mejor Guion Original en 1965 por I compagni. El filme fue además galardonado con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Mar del Plata en 1964. Disponible en YouTube y en Qubit TV.

 

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Gabriel Anich Sfeir (Rancagua, 1995) es egresado de Derecho de la Universidad de Chile y ayudante en las cátedras de Derecho Internacional Público y Derecho Comunitario en la misma Casa de Estudios. Sus principales aficiones son la literatura policial y el cine de autor.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Gabriel Anich Sfeir

 

 

Imagen destacada: I compagni (1963).