«Mi tío», de Jacques Tati: Cuestionar con humor y talento a la “vida moderna”

El largometraje de ficción de 1958 cuyo título original es «Mon oncle» está dirigido por el maestro francés sobre un guión propio, quien también encarna al protagonista Mr. Hulot (a modo de alter-ego mudo que aparece en otros filmes suyos). Le acompañan en el reparto Adrienne Servantie que es su hermana, Jean Pierre Zola que interpreta a Charles el cuñado y Alain Becóurt como Gerard el sobrino. Está ambientada en dos mundos vecinos pero muy diferentes, el de Hulot (el barrio antiguo popular) y el de su hermana (la nueva zona residencial elitista). Es una comedia inteligente que nos invita a reflexionar sobre diversos temas: la modernidad contemporánea, la limpieza y el orden, la uniformización, el culto al trabajo, el saber vivir. El realizador nos ofrece una obra muy elaborada donde cada detalle tiene importancia, pura artesanía cinematográfica. Obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera el año 1959.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 19.9.2018

 

«Miro al mundo con sentido crítico, pero con amor».
Jacques Tati

 

La “vida moderna” (máquinas, aparatos, materiales y diseño)

La obra es una crítica a la incipiente “modernidad” de la época y que hoy en día está tan arraigada en nuestras sociedades “avanzadas”; Tati se nos muestra como genial visionario de lo que es dominante en nuestro mundo actual.

Por un lado están las máquinas o aparatos tan omnipresentes en nuestras vidas. Aparatos o dispositivos que casi lo “solucionan” todo; la tendencia es que ya no es necesario utilizar ni desarrollar determinadas capacidades-cualidades humanas puesto que en el mercado hay un producto que lo hace “mejor” y/o más rápido. Así, por ejemplo, el tradicional fuego lento del hogar para elaborar los alimentos (con sus aromas, su ensuciarse, su compartir, su disfrutar…) se substituye por hornos y placas “eficaces”, rápidos, límpios… que convierten el arte de cocinar en la técnica de procesar alimentos en cocinas “laboratorio”(en el film la cocina de la hermana es así); o los automóviles equipados con navegadores que hacen que la aventura de viajar (el perderse, el descubrir…) sea algo para nostálgicos. Y tantos ejemplos en casa, en el trabajo, en los transportes, en el ocio… en toda la “vida” del día a día de nuestras sociedades del siglo XXI (exceptuando algunos pocos lugares que aún no han sido “colonizados”).

Paralelamente, nos hemos ido rodeando de materiales nuevos de fabricación industrial que se presentaban como muy “prácticos” por sus “mejores propiedades”. Con el tiempo hemos visto que muchos tienen una elevada repercusión en el medio ambiente, los plásticos son claros exponentes de ello. Tati situa precisamente su punto de mira en ellos. Charles dirige una fábrica de plásticos y en la casa familiar hay muchos utensilios de este material substituyendo a otros tradicionales como el vidrio, la cerámica, la madera, los tejidos naturales… Vemos a Hulot jugando a botar una jarra esférica plástica y estrellando un vaso de cristal creyendo que era del mismo material irrompible. El predominio del plástico y otros materiales sintéticos, los omnipresentes aparatos y mecanismos, junto con la falta de elementos naturales en la decoración crean un ambiente frío y artificial que es la antítesis del calor de hogar. Incluso vemos a la hermana satisfecha cuando le regalan flores de plástico ya que son durareras, por lo tanto “mejores” que las naturales.

Además en la actualidad demasiadas artes se han convertido en técnicas donde parece que la sana expresión propia lleva a muchos a lo absurdo o a lo aberrante por priorizar el ser reconocido como único; de esta forma se olvida la antigua esencia de la maestría. Así, la arquitectura de diseño (en la película es protagonista la mencionada vivienda familiar de la hermana) parece tender a olvidar el arte constructivo: la belleza de la integración de la construcción en el paisaje y cultura local, la adecuación a las condiciones climáticas propias del lugar, la evitación de problemas básicos (humedades, goteras…), los principios de armonía edificio-persona, la facilidad en el mantenimiento y la limpieza… Parece como si el diseño quisiera olvidar o despreciar a la naturaleza, buscando crear una “realidad” más allá de ella. A mi entender, se pretende estar por encima de la naturaleza como forma equivocada de autoafirmación, como intento de dominio de todo que a menudo esconde el miedo-incomprensión de la naturaleza externa e interna.

 

La actriz Dominique Marie en una escena de «Mi tío» («Mon oncle», 1958)

 

La uniformización

En el film se nos muestra un barrio en construcción con los típicos edificios de hormigón que por aquella época empezaban a proliferar. Edificios a menudo impersonales en los que dominan las líneas rectas y que tienden a la uniformización de las ricas diferencias de cada lugar. Tati en su posterior película Playtime es más directo en su crítica a la uniformización; presenta un París despersonalizado igual a cualquier otra ciudad moderna, sólo fugazmente un reflejo en un cristal permite a una turista asombrarse de lo propio-auténtico al ver la Tour Eiffel. Y en el mismo film se nos muestra una agencia de viajes llena de imágenes de distintos destinos internacionales con el mismo rascacielos impersonal en todas ellas ocupando todo el protagonismo y tan sólo alguna pequeña nota distintiva del lugar a los márgenes.

En la película la uniformización está también patente en los coches. A pesar de que cada coche se nos muestra diferente en su forma o color, todos siguen las mismas pautas de ordenación. Un orden estricto con las sendas marcadas y rotuladas para que “nadie se pierda o se salga” (sobran comentarios). Así los vemos en perfecta formación camino del trabajo o la escuela donde cada niño sale del coche paterno con la precisión de una cadena de montaje.

 

Limpieza y orden

Hay personas que parecen tener obsesión con el orden y la limpieza. Así, su día a día se planifica al detalle, todo su mundo es “perfecto”, todo ha de estar controlado y previsto…; nada debe alterarles ese micro-cosmos lineal y repetitivo donde creen estar “a salvo”. En la película la hermana de Hulot encarna esta forma de ser, su casa esta muy limpia y ordenada; la vemos coger como con pinzas al perro cuando viene de la calle, recoger la única hoja sobre el suelo del jardín, limpiar hasta las manillas de las puertas del coche…

A mi entender, tras ambas manías suele esconderse un rechazo a la naturaleza que en ocasiones es “sucia” y “caótica”. Es un manera de intentar controlar la naturaleza para convertirla en algo más estático, algo menos vivo, algo menos “peligroso”. Se teme a la naturaleza externa y se teme a la naturaleza interna. La limpieza obsesiva acostumbra a ser reflejo de la limpieza de una o uno, de la limpieza de los instintos o deseos que se creen “pecaminosos” (especialmente los sexuales). Y el orden excesivo a menudo significa el ansia de control-dominio de todo, de todos los procesos naturales no comprendidos y por tanto temidos. Procesos que son propios de la rica naturaleza externa e interna, procesos que tienen en el caos algo para mostrar-enseñar, procesos que claman la destrucción de lo falso, procesos que quieren la comprensión profunda, procesos que ansían la aceptación y el abrazo para el bien de cada persona, para el bien de todos y todo.

 

Culto al trabajo

En nuestra sociedad para muchos el trabajo es un valor primordial; parecen entender el trabajar como la mejor señal de “responsabilidad y seriedad” de una persona. De alguna manera se ha instaurado la idea de la necesidad del trabajo es-forzado para llegar a ser alguien. Incluso a algunos les incomoda el ocio y el tiempo libre entendiéndolo como si fuera cosa de “vagos”.

Paralelamente entiendo que hay personas que encuentran en el trabajo un buen refugio para no plantearse nada, la actividad como distracción ansiada a una situación personal que se prefiere eludir. Es una forma de evasión “buena” versus otras consideradas “malas” (el juego, el alcohol, las drogas…) Una señal típica de la adicción al trabajo es el “¿que tenía que hacer?” cuando se para o se descansa. Todo para no darse la oportunidad de reflexionar sobre el “que me-nos está pasando” de uno mismo y del entorno cercano (pareja, hijos…).

En la película vemos a la madre ordenando a su hijo todo lo que tiene que hacer paso por paso y este lo va haciendo sin contestar, ella le dice a una visita “que difícil es hacerse obedecer”. También ella le enseña orgullosa a su esposo al niño estudiando y le dice “mira que bien trabaja, como su padre” (luego vemos que los engaña, está jugando porque es un niño).

Pero en el barrio antiguo donde vive Hulot el trabajo no es lo más importante. Tati nos muestra al entrañable barrendero que habla y habla con todos, parece que se va a poner a trabajar con un montón de basura pero vuelve a la conversación; o al tendero que descansa en una terraza bar tranquilamente mientras una anciana compra y deja las monedas.

Y los trabajadores de la fábrica charlan entre ellos o se toman descansos siempre que pueden; vemos cómo cuando llega Charles con su perro por delante, todos se ponen a trabajar al ver al animal.

Afortunadamente para mucha gente el trabajo no es lo primero. Habría que diferenciar a los artesanos y gente con vocación (en cualquier ámbito) que sienten realmente su oficio. Para ellas o ellos no es trabajo sino disfrute; y aún así muchos coincidirían en que lo más importante son las personas con las que comparten su vida.

 

El realizador y actor Jacques Tati en un fotograma de «Mi tío»

 

Saber vivir

A mi entender, saber vivir significa disfrutar al máximo del día a día a pesar de las limitaciones y dificultades a las que todos nos vemos sometidos. Ser libre a pesar del entorno-sociedad.

En la película Hulot encarna ese saber vivir. Vive en una comunidad donde la gente se muestra con autenticidad y vivencian fuera de sus muros, los vemos casi siempre en la calle, hablan-discuten tal y como son, se tocan, lloran y ríen de verdad, trabajan solo lo necesario, viven sin prisas… Hulot está integrado en su barrio, es formal pero tiene un punto pícaro y vital que le hace muy cercano a su sobrino, a los niños, a los perros, a los pájaros (geniales escenas donde lo vemos orientando el reflejo solar en su ventana hacia un canario para que sea feliz y cante), a las mujeres (les hace reir)… Se nos muestra un hombre que teniendo pocas pertenencias materiales posee mucho de lo que en mi sentir vale, el saber vivir. Hulot es rico de verdad, sabe vivir, sabe amar la vida. Así cuando se deshace de una manguera plástica tarada, el chatarrero que le ha ayudado no acepta dinero diciéndole “¿por quién me toma? guardelo o me enfado”.

En cambio su hermana y cuñado aún teniendo todos los medios materiales no saben vivir. “Viven” trabajando, y en sus ratos libres la pareja se quedan en casa sentándose a ver el televisor con poca comunicación. Esta falta de diálogo queda patente en la escena donde ambos hablan sin ser escuchados, ella no le oye con el estruendo del aspirador y él tampoco con el ruido de la máquina de afeitar. Además la vivienda está en un barrio residencial donde cada cual tiene su parcela vallada, allí no hay vida en la calle. Hay poco contacto con los otros vecinos y cuando se dá es pobre, son gente elitista que no saben de autenticidad, priorizan las apariencias, actuan interpretando un papel aprendido que les encorseta impidiéndoles ser de verdad ellas o ellos mismos. Tati nos lo muestra especialmente en la genial escena de la hermana y una visita hablándose trivialidades con entonaciones y posados falsos en el camino sinuoso que atraviesa el jardín.

En este contexto vemos como Charles tiene dificultades para conectar con su hijo que nota la diferencia entre su manera de ser-vivir y la de Hulot.

Los niños (como los animales) viven en el ahora sin pre-ocuparse, experimentan todo desde la novedad, no les gustan las normas (en especial las arbitrarias), no entienden la “lógica” adulta. Un niña o un niño quieren descalzarse, van directos a saltar al charco, disfrutan ensuciándose, son desordenados… Los niños juegan y tienen su propio mundo, un mundo de fantasía donde todo es posible; su manera de vivenciar lo que ocurre es única, es diferente, a menudo es sorprendente. Así, niñas y niños encarnan la naturaleza libre humana, el germen del saber vivir.

Gerard es el niño que no puede serlo cuando está con sus padres en casa; el ambiente allí le resulta irrespirable, es un ambiente de control, de asepsia maniática y de culto al trabajo. Hulot mantiene su niño interior vivo, por tanto sabe jugar con complicidad y entiende el mundo de su sobrino. Gerard es feliz yendo en bici con su tío, yendo al barrio de este donde los niños juegan libres y hacen gamberradas por las calles sin importar la limpieza (incluso vemos a un vendedor de buñuelos poner azucar con las manos negras de carbón), allí lo aceptan como uno más, allí Gerard vivencia, allí es niño.

Esta situación provoca celos en el padre, lo vemos censurando contínuamente a Hulot diciéndole a su mujer que es una mala influencia para Gerard. Y consigue convencerla para que lo trasladen a otra fábrica de la compañía lejos de allí.

Se nos muestra al tío marchando alegre evitando así que Gerard pueda sentirse mal, justo cuando ya se ha ido vemos como el padre silba a Hulot quien no le oye. Pero sí lo oye un hombre que se gira golpeándose con una farola (tal y como hacen siempre Gerard y sus amigos jugando) Inmediatamente se esconden padre e hijo, Gerard le coge de la mano sonriendo a lo que Charles sonríe también con satisfacción. Empiezan así a ser cómplices, algo que ambos necesitaban. Aquí Tati refleja su gran humanidad, Hulot antepone a Gerard e incluso a Charles a su propio sentir facilitando con su gesto de verdadero amor que hijo y padre se reencuentren.

 

Aire fresco

La bella escena final transcurre en el barrio antiguo, nos muestra a los perros libres vistos desde una ventana abierta con una cortina muy transparente mecida por el suave viento. A mi entender simboliza la apertura al mundo, la visibilidad sobre lo que ocurre fuera y a la vez la invitación a mostrar lo que sucede dentro. Es también el necesario aire fresco que renueva el hogar. El hogar, ese espacio interior propio de una o unas personas que conviven. En esta imagen de sencillez, de naturalidad, de autenticidad, de libertad, de paz y de amor el director nos ofrece el hogar que anhelamos.

Gracias maestro Tati, mimo y comediante. Gracias por tu saber hacer sonreir, por tu mirada amorosa a todo. Gracias por el aire fresco de tu artesanal obra.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí y poeta.

 

 

 

 

Tráiler 1:

 

 

Tráiler 2: