«Minas y cateadores»: Cuando Sarmiento quiso ser chileno y anduvo por Atacama

La presente edición es una selección de artículos —entre cientos— debidos al fundamental autor trasandino, de acuerdo al juicio de Jorge Luis Borges. Se trata de una recopilación mayoritaria de diarios chilenos de la época que han sido ordenados en forma temática y por su importancia para el origen, cultura y desarrollo de la minería en el Norte Chico, en Argentina y en el mundo, luego de ser cotejados en los archivos del Museo y Biblioteca Casa Natal del multifacético hombre de acción, en la ciudad de San Juan, allende los Andes, y los cuales fueron publicados a mediados del siglo XIX.

Por Arturo Volantines

Publicado el 21.9.2020

 

I

Desde muchacho me interesé en Domingo Faustino Sarmiento (1811​ – 1888), porque discurría que era parte de la huella transandina de mi familia y de los miles de argentinos inmigrados en Copiapó.

Leí sus libros. Presumía, que tendría que haber dicho algo importante para Atacama. Conjeturaba. Este escribía a matacaballo: sobre el viento. Y no hubiera podido, a un paisaje tan tesonero y épico de la época, pasarlo, así como así, de largo.

Nada. Nada. Hasta que pude encontrar, revisar y leer cientos de sus artículos publicados por acá, por allá y más allá. Movido por mi insoportable inquietud, aparecieron los magníficos artículos que había soñado.

Sé que Sarmiento es odiado en Chile y, también, en otros lugares. No defiendo sus acciones, especialmente las políticas. Tengo claro, que se le acusa de mucho. Se le acusa con saña de promover el asesinato de los indígenas del sur, de incitar la guerra contra Chile; se le acusa de la muerte del general federalista Chacho Peñaloza, entre otros. Se le acusa y se le acusará por chauvinistas y negacionistas. Pero, para el bien de América Latina, este genio respira eternamente más allá de la niebla del olvido.

Lo que me importa es lo que vio, recorrió y escribió sobre Atacama.

Tal vez, su visión sobre Atacama sea superior a Domeyko, a Heuland, a Gay, a Darwin, a Pérez Rosales y a otros tantos viajeros. Véanlo en: Minas y cateadores.

Lo que dice de Atacama es fenomenal, porque acierta como nadie en develar el espíritu de los atacameños: a nuestra forma de ser y a nuestro estar en el mundo.

No hay duda, que Sarmiento le dejó algo a Atacama. Y le debemos algo. Le debemos unas magníficas crónicas, registros en plena juventud y evolución. Le debemos, lo que se le puede deber a un escritor: que escriba con denuedo, profundidad, honestidad, y lo que se dice sea lo que dice. Y eso es, además, el estilo. La escritura es tomar al lector por la solapa, como señala ese otro notable escritor argentino, Julio Cortázar. O, no es nada.

A Sarmiento se le puede decir casi de todo, pero nunca que se acomodó a la borrasca, porque —hirsuto y vital— cabalgó afanado por este mundo y por las páginas en su oficio de vivir.

Atacama tuvo la fortuna de tenerlo, un poco más de un par de años, entre Chañarcillo y la Revolución Constituyente: los más majestuosos años de la historia de Atacama.

Sino, váyase a ver: la belleza del Ojo del Salado.

 

II

Minas y cateadores (Sociedad Pedro Pablo Muñoz Godoy, 2019) es una selección de artículos —entre cientos— de Domingo Faustino Sarmiento. Textos mineros. Recopilación mayoritaria de diarios chilenos de la época. Han sido ordenados temáticamente y por su importancia para el origen, cultura y desarrollo minero de Atacama y Coquimbo, de Argentina y del mundo, publicados a mediados del siglo XIX. Cotejados estos en los archivos del Museo y Biblioteca Casa Natal de San Juan, Argentina.

Contiene artículos desconocidos sobre la minería. Vienen a demostrar los profundos conocimientos de Sarmiento sobre las minas y los mineros de Atacama. Fue este, fidedigno; recorrió la zona y conoció al habitante de esta región: su cultura, sus laberintos y sus leyendas.

Con la voracidad escritural de Sarmiento, presumíamos que había algo más que rastrojos en su escritura sobre Atacama. Chocamos siempre con desmontes cuando buscábamos un testimonio de su vida en Chañarcillo. Pero, lo que encontramos, desde el punto de vista del patrimonio y de la literatura, es como cuando Juan Godoy tropezó con un filón de plata.

Nadie ha escrito visión tan profunda y certera sobre los mineros de Atacama; estremecedora, lírica e inmortal. Hay muchos Sarmiento. Hay, aquí, uno que habla como hijo: “Y no se diga otra vez que los chilenos somos de carácter apático y poco susceptibles de entusiasmo por lo bueno…”. Un hombre de la civilización contra la barbarie. Un escritor controvertido; pero, al decir de Borges, fundamental.

Aquí, escribe con temperatura inigualable de un pueblo invencible: en este asunto minero que es tan gravitante en el ser del país. Quizás, sean sus mejores crónicas. Una delectación. Y un beneficio inmenso para la historia del Norte Infinito.

 

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Arturo Volantines Reinoso nace en el barrio Borgoño (Copiapó, 1955). Reside en La Serena, (Chile), investigador del patrimonio cultural de Atacama y Coquimbo, editor y gestor cultural. Creador del Premio Lagar. Creador y presidente de la Sociedad de Creación y Acciones Literarias (SALC). Dirige la Librería Macondo, importante centro de intelectualidad en La Recova. Obtuvo Premio «Medalla Ciudad de La Serena», entregado por la Ilustre Municipalidad (2004). Estudió en la Escuela Anexa a la Normal, en el Liceo de Copiapó, y en la Universidad Técnica del Estado, sede de Antofagasta.

Trabaja un proyecto literario de largo aliento llamado «La Nación Atacameña». Ha publicado libros de poesía y como editor una treintena; e incluido en diversas antologías nacionales de poesía. Ha realizado lecturas en América y Europa. Ha sido traducido a varios idiomas. Entre ellos: inglés, francés, árabe, etcétera.

 

Domingo Faustino Sarmiento

 

 

Arturo Volantines Reinoso

 

 

Crédito de la imagen destacada: Sociedad Pedro Pablo Muñoz Godoy.