«Nadie encendía las lámparas»: Los cuentos de Felisberto Hernández que rompieron con todos los esquemas

El escritor y pianista uruguayo publicó este volumen —compuesto por una decena de relatos— en 1947, y sus historias, pertenecientes a una género inclasificable y universal, le ganarían la admiración póstuma, entre otros, de Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti y del narrador italiano Ítalo Calvino.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 28.7.2020

Nadie encendía las lámparas, del escritor uruguayo Felisberto Hernández (1902 – 1964) fue publicado en Buenos Aires por la editorial Sudamericana en 1947. En los diez cuentos que componen este libro sobresalen temas como la nostalgia, las distracciones, los sueños, la extrañeza de las cosas que actúan como si fueran seres humanos.

La primera cosa que notamos al leer los relatos es que en muchos de los cuentos el narrador es un músico pobre que se nos hace familiar a fuerza de repetirse. Se trata de un individuo común, un hombre poco práctico, que fantasea con otras realidades, pues la vida que vive lo aburre y por ello mismo se distrae continuamente.

Los personajes de estos cuentos no solo se saben fracasados sino que se asumen como tal y siempre andan pensando en otras cosas y no en lo que deberían hacer. Justamente en esto radica una de las virtudes del libro, pues sus protagonistas no buscan reemplazar su realidad sino que la miran como con ojos ajenos y al hacerlo humanizan las cosas.

Una advertencia antes de resumir los cuentos, quien quiera leer estas fascinantes historias tendrá que abandonar todas las certezas o fórmulas literarias convencionales, pues los textos producen cierta inquietud, son tramas con personajes excéntricos y su temática es difícil de clasificar, pero ello mismo puede servirle al lector curioso de motivación para seguir leyendo.

He aquí un resumen de los diez cuentos que componen el libro:

En “Nadie encendía las lámparas” el protagonista lee un cuento y mientras lo hace se distrae continuamente, pero el relato sigue fluyendo por sí mismo, independientemente de quien lo aprecie.

Tanto es así que al terminar otra persona le confidencia, con gran dificultad, una historia donde también se suicida una mujer y una chica le pregunta: ¿por qué se suicidó la mujer del cuento? Y él le responde con algo que parece una broma: “¡Oh!, habría que preguntárselo a ella”. Después le piden que toque el piano, pero una mujer se echa a llorar y después todos se van yendo en lo oscuro, pues nadie enciende las lámparas, lo que da una sensación de duelo y de pobreza a la vez.

“El balcón”: Después de tocar en un teatro casi vacío, un viejo se le acerca al pianista (el mismo del cuento anterior) y le habla de su hija que no puede oírlo tocar porque no puede salir de casa y se pasa casi todo el tiempo en un balcón. El anciano invita al pianista a cenar a su casa y a tocar el piano y así su hija podrá oírlo tocar. Al llegar la saluda y ella le pide que interprete hasta después de la cena. En el cuento interactúa junto a la música el silencio (no olvidemos que Felisberto Hernández interpretó, durante un tiempo, el piano en cafés tanto en Uruguay como en Buenos Aires y esto le da una corporeidad especial al protagonista y a la experiencia de la música y del silencio).

Hay un momento en que el pianista que no tocó esa noche se puso a narrarles cuentos y así se pasaron la velada hasta que fue hora de irse a acostar.

En este cuento además, el narrador les atribuye características humanas a las cosas: “A medida que se iba la luz, ellos se acurrucaban en la sombra como si tuvieran plumas y se preparan para dormir. Entonces ella dijo que los objetos adquirían alma a medida que entraban en relación con las personas”.

“El acomodador”:  Este es un cuento fantástico, donde un hombre que trabaja como acomodador en un teatro, se fue volviendo cada vez más lento y el patrón termina echándolo del turno; una noche descubre que sus ojos emiten una intensa luz que le permite ver en la noche, en una ocasión vio su cara en el espejo y se desmayó, después pensó que sus ojos eran de otro mundo.

Una noche en la casa en que le daban de cenar gratis, le pide al mayordomo que lo deje entrar en la madrugada y descubre a una mujer que tenía una luz semejante a la suya.

Al final del cuento, lo vuelven a echar del trabajo y además pierde el poder de ver en la oscuridad, incluso ya le costaba ver las cosas que tenía frente a sus ojos.

“Menos Julia”: El protagonista del relato extraño, es invitado por un amigo de la infancia a pasar una noche en su quinta, y una vez allí, participa de un juego extraño que ocurre en un túnel oscuro en el cual deben adivinar los objetos raros que tocan con las manos en la oscuridad.

“La mujer parecida a mí”: El narrador, que trabaja de panadero, al irse a acostar piensa que es un caballo y nos cuenta que al igual que el hombre el caballo tiene una gran pereza; pero mientras le da vueltas a la noria aprovecha para recordar, pues solo lo puede hacer si camina; pero no está a gusto con su dueño y huye y va a dar a la casa de una maestra que se le parece, él lo sabe pues vio una foto. Después su dueño llega a esa casa para llevárselo, pero cuando pasan por un río lo tira, se sacude, y mata al hombre y el caballo regresa con la maestra, pero oye como su niño y ella discuten por el caballo y decide irse, ahora que es libre.

“Mi primer concierto”: Un pianista va a tocar en un teatro pobre y la noche anterior no puede dormir. El día del concierto llegó temprano al lugar; la verdad que como dice él mismo: “Yo tenía desconfianza de mí, y aquella mañana me puse a repasar el programa como el que cuenta su dinero porque sospecha que en la noche lo han robado”.

Esa mañana tenía dudas de poder hacer una buena presentación, sale a caminar y regresa al ver su nombre pintado, con letras grandes, en los carteles. El hombre ensaya varias formas de entrar a escena. Cuando llega la hora del concierto y pese al miedo consigue improvisar y dar un buen concierto, apoyado por la inesperada presencia de un gato.

“El comedor oscuro”: De nuevo el protagonista es un pianista que es contratado por una señora rica que quiere que un músico toque por una hora dos veces por semana en su casa. El hombre al llegar a la casa debe preguntar por la señora Muñeca. Lo recibe otra mujer, la cual se llama Filomena, pero quien se hace llamar Dolly, después llegó la Muñeca y lo invitó a pasar a un comedor oscuro por sus muebles y su poca luz, y que tenía un silencio propio.

La Muñeca se fue a quejar a la asociación de que el pianista tocaba música muy triste, así que le dijeron que tocara música con más vida y la próxima vez que llega a la casa encuentra al hermano de la señora, quien resultó ser amigo del intérprete.

Pero un día Dolly lo invitó a venir a la casa de noche y él se negó. Después lo echaron del trabajo, y una vez que pasó por allí, Dolly lo vio y lo invitó a la casa, ella estaba viviendo con el hermano de la Muñeca, pero el pianista se negó.

“El corazón verde”:  El narrador de este relato es también un pianista, que recuerda cuando de pequeño viajó con su madre a ver a su abuela quien le regaló un corazón verde. Años después, mientras está en un restaurante de un pueblito perdido donde dará unos conciertos, un ñandú se tragó su corazón verde, pero el mesero le dijo que no se preocupara, que se lo devolvería al día siguiente, pues el animal no se quedaba con nada; y en efecto así fue.

“Muebles ‘El canario’”: Este es uno de los cuentos más cortos y más extraños, aunque todos son extraños. Se trata de un hombre que, durante el viaje en un tranvía, recibe una inyección que le permite oír una radio donde se anuncian los muebles “El canario” se oye música, un pájaro; esa misma tarde se sube a otro tranvía y ve a otro hombre poniéndoles inyecciones a unos niños y le pide ayuda, el hombre le dice que debe tomarse unas pastillas, pero la farmacia está cerrada, así que éste le solicita que le dé un peso y le va a decir cómo librarse de aquellas voces: le recomienda un baño con agua bien caliente.

“Las dos historias”: La noche del 16 de junio, un joven que trabaja en una juguetería y era también, como otros personajes de estos cuentos, un poco distraído. Cuando se sentó a escribir la historia de su fracaso amoroso la empezó de esta forma: “El 16 de mayo era bado, y serían aproximadamente las nueve de la noche cuando la conocí”.

Lo interesante del cuento es que la misma persona está desdoblada; sin embargo, el motivo de la historia no es su otro yo, sino la chica de la cual está enamorado. Pronto comprende que es imposible narrar los hechos tal cual fueron y eso lo preocupa.

Se da cuenta de que él escribe la historia porque ella ya no le amaba.

El lector atento encontrará que en estos diez cuentos hay fuerzas extrañas que obligan a los protagonistas a actuar de una manera impredecible y por ello mismo se nos vuelven un poco desconcertantes; en todos ellos, su vida cotidiana y sus sueños conviven de una forma que transgrede las normas de lo “normal”. Ojalá quien nunca haya leído este libro se anime a hacerlo, le garantizo que quedará sumamente satisfecho con la experiencia.

 

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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

La última compilación de los relatos del escritor uruguayo (2009)

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: El escritor uruguayo Felisberto Hernández (1902 – 1964).