[Novedad] «El último beso»: James Crumley, ese padre olvidado de la novela «negra» contemporánea

Esta ficción del escritor norteamericano (Salamandra, 2020) es una experiencia narrativa cautivante y se encuentra dentro de las obras esenciales del género «noir», siendo capaz de adentrarnos con su argumento en el mundo marginal, cuyo ocultamiento es una norma por parte del sistema financiero y cultural neoliberal, el cual se esfuerza por mostrar siempre los logros por encima de los fracasos de las personas.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 9.1.2021

James Crumley (1939 – 2008) fue un destacado autor estadounidense de novelas policiales, su escritura ha sido considerada una suerte de cruza entre la de Raymond Chandler y Hunter S. Thompson. En sus narraciones encontramos todos los elementos que integran la novela negra: violencia, muerte, amor, infidelidad, traición y por supuesto, muy buen sexo.

En este sentido, el variado espectro de personajes que pueblan sus libros son alcohólicos, drogadictos y frecuentemente consumidores de metanfetaminas. Personajes con estilos de vida al limite, coqueteando con la muerte y el peligro de forma permanente.

El personaje principal de El último beso, C.W. Sughrue es un  veterano de Vietnam, cuyo presente lo dedica a ser detective privado. Adicto al alcohol, a los bares y a la vida bohemia, su temperamento oscila entre lo despreciable y la ternura.

Su tarea principal en esta novela es encontrar al escritor Abraham Trahearne, cuya esposa le ha hecho el encargo que lo traiga devuelta al hogar.

Es obligación citar el primer párrafo, ya clásico con el que se inicia la novela, pero que contiene la belleza de una imagen que destroza: “Cuando por fin di con Abraham Trahearne, estaba tomando cerveza con un bulldog alcohólico de nombre Fireball Roberts en un antro destartalado de las afueras de Sonoma, California, apurando hasta la última gota de una hermosa tarde de primavera”.

El recorrido es un incesante viaje nocturno, de bar en bar, cuyos encuentros con la violencia se hace presente cada vez que se cruza un umbral o se abre una puerta.

En un San Francisco que aún deja ver algo de hippismo, la acción se desenvuelve en esta búsqueda llena de aventuras, disparos y muertes. Porque la ciudad que generalmente retrata este tipo de novelas es una cara B, un rostro oculto al siempre boyante sueño americano, ya que acá conviven perdedores y fracasados, aquellos que han sido desplazados o los cuales simplemente no les dio para llegar a cumplir sus propios sueños.

Entonces su única lucha es sobrevivir, trabajar para comer y por supuesto emborracharse de forma frecuente para huir de esta asoladora y triste realidad. Es por esto que la novela negra genera tanta adicción, pues retrata las vidas oscuras y silenciadas con las que todos convivimos pero que el sistema trata de ocultar. Es el mundo urbano pero marginal dentro de la misma ciudad, con esos personajes que parecen sombras.

Crumley escribe con sangre una prosa absorvente, donde la historia no deja de tener imágenes fuertes como por ejemplo, el asesinato de animales indefensos, escena en la cual los detectives y varios de sus personajes son seres atormentados existencialmente, cuyas vidas son contradicciones y enfrentamientos.

El último beso (Salamandra, 2020) es una experiencia narrativa muy interesante y se encuentra dentro de las obras esenciales del género negro, siendo capaz de adentrarnos en el mundo marginal cuyo ocultamiento es una norma por parte del sistema económico que se esfuerza por mostrar siempre los logros por sobre los fracasos.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

«El último beso», de James Crumley (Salamandra, 2020)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada:  James Arthur Crumley (1939 – 2008).