«Perro Bomba»: Si esto es lo que somos…

En este filme -que se estrena este jueves 3 de octubre en Chile- el debutante realizador Juan Cáceres y su equipo nos arrojan -de manera intimista- al latido de las calles de una capital que pareciera no tener lugar para todos. Una ciudad (Santiago) donde el capitalismo muestra su cara cruel y sucia, más aún que la de la periferia en donde se mueven los caídos, los humillados.

Por Alejandro Boero Serra

Publicado el 3.10.2019

“La vida termina y al mismo tiempo sigue. No en el cielo o en la isla de los Bienaventurados, sino en las consecuencias de nuestras acciones”.
Theodor Kallifatides

La película Perro Bomba, ópera prima de Juan Cáceres, se estrena hoy 3 de octubre, en las salas de todo el país. Entrar a verla es sentarse delante de un espejo, no de una pantalla de cine. Y acá puede que muchos queramos levantarnos y huir. A los que, cómodamente en una butaca, resistamos la incomodidad que nos hace partícipes necesarios de esta trama -lo que ocurre en Santiago, también en otras capitales sudamericanas y más allá- nos va a pasar la cotidianidad por encima y nos va a pisar y nos va a doler.

El filme -que acaba de recibir el Premio del Público en el Festival de Cine de Viña del Mar (único representante nacional en la Competencia Largometraje Ficción)- al igual que en Málaga, Gramado y el Festival Latinoamericano de Sydney, cuenta lo que soporta Steevens -un joven inmigrante haitiano- en las calles de Santiago: xenofobia, racismo, abusos de parte de su empleador y ataques de su propia comunidad cuando osa dejar de poner la otra mejilla.

Nada de lo que documenta la cámara -pivoteando entre documental y ficción, improvisación y actuaciones más que verosímiles- deja de resaltar las desigualdades sociales en Chile y las humillaciones que infringen quienes se creen «por arriba» por el mero hecho de ser «dueño», «patrón», «chileno» o «blanco». Impactan esos golpes, que nunca son bajos en la cinta sino certeros, sinceros. Sólo hay que afinar la mirada cuando salimos a la calle y ahí están los Steevens y los dueños de algún kiosco.

Steevens pasa de la contención de su familia y comunidad -otros migrantes e integrantes de la Iglesia que los aúna- al repudio generalizado cuando, junto a Junior -un amigo de la infancia-, es denigrado por su empleador  y en una pelea que se viraliza en los medios de comunicación lo hacen parecer -y sentir- como un paria. De allí a vivir en carne propia la no pertenencia, la pérdida de papeles, de vivienda y a deambular por las calles en busca de la sobrevivencia: un trabajo fuera de la ley, una mínima oportunidad de reiniciar su vida, un techo precario.

Realidad brutal. Empatía en raras oportunidades. Un Estado simplista y listo para reprimir y estigmatizar. Y organizaciones sociales colapsadas que hacen lo que pueden con lo poco que tienen.

Steveens Benjamin le pone rostro, cuerpo y sensibilidad al protagonista de esta historia -Steveens- que está acompañado por Junior Benjamin, Daniel Altivilo, Alfredo Castro, Erto Pantoja, Blanca Lewin y Gastón Salgado. Sensible también el abordaje de Cáceres y su equipo que sin bajar línea nos arroja -de manera intimista- al latido de las calles de una capital que pareciera no tener lugar para todos. Una ciudad donde el capitalismo muestra su cara más cruel y sucia. Más aún que la de la periferia en donde se mueven los caídos, los humillados.

Explota en 80 minutos una metáfora: los perros bombas -carne de cañón literal- tirados en los márgenes, oportunos chivos expiatorios.

«¿Por qué llamar ciudadano al actor si no tiene acceso a la definición de los términos de su entrada en escena ni a la reescritura de su rol?, ¿quién saca partido de la estabilidad de los papeles adjudicados?, ¿cómo se distribuyen los roles?, ¿cómo es posible que no se puedan añadir actos ni modificar escenografías?», se pregunta en Teatro del mundo, Paul B. Preciado. Lo mismo que se -nos- pregunta quienes tuvieron la osadía de poner en imágenes y palabras y rostros Perro Bomba. Una explosión bienvenida, audaz, inmisericorde. No bella, claro. No estetizante. Realidad brutal. Pura. Dura. Necesaria en tiempos de intemperie y desconexión con el semejante.

 

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Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

 

 

Steevens Benjamin en «Perro Bomba» (2019)

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Los actores Steevens Benjamin y Gastón Salgado en Perro Bomba (2019).