18 de octubre de 2020: El gobierno se prepara para huir

Nuestra responsabilidad nos indica que es obligación del pueblo, permanecer alerta y quedarse en Chile. Nadie va a detener el descontento. El 18 de octubre, primer aniversario del día de la dignidad y de la rebelión popular, está a la vuelta de la esquina.

Por Walter Garib Chomalí

Publicado el 28.9.2020

Nunca imaginé que tuviese tantos amigos. Han aparecido como las callampas. Ignoro de donde. Y yo pensaba que era un individuo huraño, achacoso, a quien se debe mantener a la distancia. Vivo de asombro en asombro. Desde la AFP, donde “cuidan” mi jubilación, y doy las gracias, semana a semana me envía el comportamiento de los fondos de pensiones.

Antes, ni siquiera me saludaban para el día de mi cumpleaños. Ahora, sí lo hacen y sospecho, que en el futuro, me van a enviar un canastillo de flores. Yo, que de economía sé tanto, como de la cuadratura del círculo o de cómo criar borregos, al leer la información, me invade el pánico.

¿Preparan una noticia escalofriante? Creo que en cualquier momento me van a decir, que mis fondos se desfondaron, se volatilizaron, engullidos por socialdemócratas. Que concurra a sus oficinas, desde luego a las horas de oficina, a recoger el certificado de defunción. Ojalá ese certificado sirva para pedir un crédito de consumo, no de consuno, que es algo muy diferente.

También me escribe la Isapre —ahora todos escriben— y al leer los nuevos beneficios que me ofrecen si subo mi cotización, me enfermo de rabia. Lo que más me indigna, es ver en su propaganda, a un matrimonio, donde ella es rubia y él trigueño, acompañados de un niño y una niña rubios. La familia anglosajona sonríe, porque le rebajaron la cotización. En nuestro país, donde impera el mestizaje, ser rubio es un privilegio.

Cada semana, desde el banco, me envían alternativas de inversión. Se incluye un informe del estado financiero del día, pues ha llegado la hora de recuperarse de la pandemia. También me ofrece créditos de consumo y todo parece una fiesta de dádivas, incluidas serpentinas, challas y cornetas, para endulzar la vida en el obligado encierro.

Hasta la fecha, no he contratado servicio alguno en las pompas fúnebres, para evitarle a mi familia, el trámite odioso de seleccionar un ataúd y definir si me van a incinerar o enterrar en el cementerio. Disyuntiva que se plantea en cualquier hogar. En esta pandemia, nunca las pompas fúnebres, los cementerios, las velerías y las vendedoras de flores, han ganado tanto dinero. Siempre en las desgracias hay quienes se benefician, mientras otros se perjudican. Las empresas fúnebres, a través de la historia, siempre han sobrevivido, aunque vivan gracias a la muerte.

Bueno. De lo trágico, vayamos a temas halagüeños. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, me escribe un alto funcionario, que fue embajador en las Islas Vírgenes. Ahí lo habían designado para custodiar el dinero del jefe, no a las vírgenes. Me trata de querido amigo, aunque yo no soy su amigo y creo haberlo visto desde lejos. Me invita a almorzar a un restorán, cuyo menú no baja de los 45 mil pesos:

—Quiero charlar contigo y hablar de la vida.

Por cortesía le respondo que ya no viajo a Santiago, pues la ciudad me abruma y él insiste:

—Si quieres, te envío mi coche (¿coche cuna?) y te recoge donde me indiques. Le explico que estoy en tratamiento de dos juanetes, no de demencia senil, y apenas si puedo caminar. Él como buen diplomático, agrega que en cambio, enviaría una ambulancia con una silla de ruedas.

¿Cómo escapar de tanta amabilidad, invitaciones e informaciones, las cuales, ni por asomo recibía hace dos años? La amabilidad, me comenta una poeta amiga, surge cuando sentimos que se nos viene encima una hecatombe y para huir del desastre, todos buscan refugio donde sea. Eso significa, le respondo, que debemos irnos del país.

Ella sonríe y dice:

—Todo lo contrario. Nuestra responsabilidad nos indica que es obligación nuestra, permanecer alerta y quedarnos en Chile. Nadie va a detener el descontento. El 18 de octubre, primer aniversario del día de la dignidad y la rebelión popular, está a la vuelta de la esquina. El gobierno, comparsa de las empresas que en las sombras manejan y dirigen el país, preparan las maletas para huir.

Yo le creo.

 

***

Walter Garib Chomalí (Requínoa, 1933) es un periodista y escritor chileno que entre otros galardones ha obtenido el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1989 por su novela De cómo fue el destierro de Lázaro Carvajal, y el premio de novela Nicómedes Guzmán en 1971.

 

Walter Garib Chomalí

 

 

Crédito de la imagen destacada: La Tercera.