A propósito de Mario Vargas Llosa: Mi correspondencia con la tía Julia

Motivado por el ensayo que hemos publicado en torno al último libro del Premio Nobel de Literatura 2010, nuestro redactor nortino da a conocer el epistolario inédito que mantuvo con la entrañable figura femenina que inspiró una de las mejores y recordables novelas del siempre controversial narrador peruano.

Por Arturo Volantines Reinoso

Publicado el 18.8.2020

Conocí a Julia Urquidi Illanes, la Tía Julia, en Antofagasta, a finales de los 70. Caí bajo su dominio, su belleza y su profunda cultura. Luminosa y mágica; una de las mujeres más cultas que he conocido. Su cercanía y conocimiento de muchos de los próceres latinoamericanos y, especialmente, del Che; me hizo escucharla con devoción. Y, luego, tener una fluida correspondencia a finales del 70 y a comienzos del 80. Cuando me contó de su abuelo materno serenense, me sentí cómplice de su deseo de venir a La Serena, donde la familia “Illanes” tenía mucha influencia social y política, y había tenido un destacadísimo intendente.

Me llegaron sus cartas a Antofagasta y a La Serena. Tempranamente, me manifestó su deseo de encontrarse con su raíz serenense. Sufría muchísimo por las injustas aseveraciones de Mario Vargas Llosa, especialmente de tratarla de pusilánime, de su parcial visión de lectora de novelitas rosas y otros, en la afamada novela: La tía Julia y el escribidor. Presumo que le dolía más que la separación, el trato público y malagradecido de Mario Vargas Llosa. También, presumo, por sus cartas, que podía amar, volver amar y seguir amando; no era su derrota el amor profesado a Mario Vargas Llosa sino lo que él hizo con ese amor.

Los consejos que me dio la tía Julia fueron durísimos pero acotados; primero, a la literatura, a su valorización de la poesía y al oficio de escribir como un destino. También, me dio contundentes y descarnados consejos respecto a cómo enfrentar la vida, a la autoconfianza y a creer en un camino propio y a no confundirse entre el orgullo y la humildad.

Estas cartas son íntimas; son privadas y pertenecen al sol de dos personas; aunque digan muchísimo de nuestros héroes latinoamericanos que ella conoció y, que digan muchísimo más, de la literatura y del oficio de escribir. Conservaré algunas, y haré pública solamente una, porque tienen referencias a su dolor y a un mayor conocimiento respecto al Premio Nobel; y, en otra, mostraré la parte final de una larguísima carta, como ejemplo y testimonio de su letra manuscrita.

Murió en Santa Cruz, Bolivia, el 10 de marzo de 2010. En mi corazón jamás morirá:

 

La Paz, diciembre 15 de 1982

Arturo; mi querido muchacho:

Mil gracias por tu linda carta y, por el recorte que me envías. No debe preocuparte lo que declare el señor Vargas Llosa, sobre él y yo se ha dicho tanto, que sus palabras —que son una defensa— y que quieren ser hirientes, ya no me llegan ni lastiman. Cuando se ha amado mucho, y al correr del tiempo, te das cuenta en qué se ha convertido el ser por el que se dio casi la vida, la decepción es tan honda, que lastima al principio, pero después, lo ves tan pequeño, tan mezquino, que lo único que queda es un sentimiento de pena. Así es la vida, querido Arturo, somos marionetas que damos vueltas y vueltas, buscando donde posarnos, y, cuando por fin lo logramos, sentimos una tranquilidad enorme, una felicidad sin límites al darnos cuenta de que nunca hicimos mal a nadie. Nos lo han hecho ¡y mucho! pero que satisfacción es ver que somos superiores a quienes nos ofendieron. Ya he superado muchas cosas, las que ahora las veo de diferente manera, con indiferencia y frialdad.

Me alegro de que estés en La Serena, sé que es una ciudad muy bonita, mi abuelo materno era de esa bella tierra, no la conocí, pero no pierdo la esperanza de hacerlo, algún día. ¿Trabajas allí?

Por un párrafo de tu carta, veo que sigues con la poesía, no la dejes nunca. Es la manera más bella de expresarse y de vivir, y, aunque sea muy duro y sacrificado el que se reconozca un talento, no importa, hay que seguir adelante, no traicionar nunca sus sueños y sus ideales, decir con la música de la poesía, lo que se siente, lo que se sufre, lo que se vive. Tienes ese don maravilloso de poder hacerlo, a tu manera, sigue, Arturo, sigue, no cejes nunca. Eres tú el que tiene que vencer, no dejes que te venzan jamás ¿Sabes?, uno tiene que hacerse a la idea de que nació un triunfador y triunfarás. Eres joven aún, tienes mucho tiempo por delante, aprovéchalo, escribe, escribe mucho.

Posiblemente a fines de enero, salga en España mi libro: Lo que Varguitas no dijo, creo que les hable de ello en Antofagasta. Ya lo he terminado y estoy en las últimas correcciones, que es la parte más lenta. He tenido doble trabajo. Mandé un original a la editorial, y un español de “buena voluntad” hizo las correcciones que imponen en España ¡Madre mía! qué barbaridad la que hizo este buen señor. Tú no sabes lo que ha sido esto. Me cambió el texto, diciendo lo mismo que yo, pero en un español más castizo que la calle de Alcalá en Madrid. Casi me desmayo cuando recibí mi libro convertido en otro. Ya te imaginarás la que armé, grito un poco más y derroco al Rey Juan Carlos. Mi libro cuenta, precisamente, “lo que Varguitas no dijo” en La tía Julia y el escribidor. Los nueve años que viví con Mario. Él cuenta el romance del comienzo, pues yo continúo con lo demás, y será muy interesante conocer al hombre, no al escritor, sino al verdadero Vargas Llosa, con sus debilidades, egoísmos y mezquindades humanas.

No sé si sabrás que de La tía Julia… se ha hecho una telenovela en Colombia, ya la han dado en varios países y la semana próxima comienza aquí, en Bolivia. Para mí, es desagradable, pero sabré capear al toro. Es lo más innoble que pudo hacer Mario, poner mi vida en la pantalla chica. Qué le vamos a hacer, le gusta el color verde (color de dólares).

Bolivia está pasando una etapa muy fuerte, una crisis económica como no la ha habido nunca. Espero que podamos salir adelante. Tengo fe en la juventud que está ahora en el Gobierno, por lo menos son honestos, idealistas y con deseos de hacer algo por su patria.

Espero que pases unas lindas fiestas de Pascua y Año Nuevo. Te deseo todo lo mejor. Escríbeme siempre que puedas. Recibe un fuerte y fraternal abrazo de

Tía Julia.

 

Carta original mecanografiada

 

También puedes leer:

Medio siglo con Borges, de Mario Vargas Llosa: La soledad del hombre agasajado.

 

***

Arturo Volantines Reinoso nace en el barrio Borgoño (Copiapó, 1955). Reside en La Serena, (Chile), investigador del patrimonio cultural de Atacama y Coquimbo, editor y gestor cultural. Creador del Premio Lagar. Creador y presidente de la Sociedad de Creación y Acciones Literarias (SALC). Dirige la Librería Macondo, importante centro de intelectualidad en La Recova. Obtuvo Premio «Medalla Ciudad de La Serena», entregado por la Ilustre Municipalidad (2004). Estudió en la Escuela Anexa a la Normal, en el Liceo de Copiapó, y en la Universidad Técnica del Estado, sede de Antofagasta.

Trabaja un proyecto literario de largo aliento llamado «La Nación Atacameña». Ha publicado libros de poesía y como editor una treintena; e incluido en diversas antologías nacionales de poesía. Ha realizado lecturas en América y Europa. Ha sido traducido a varios idiomas. Entre ellos: inglés, francés, árabe, etcétera.

 

Carta manuscrita de Julia Urquidi para Arturo Volantines

 

 

 

 

Tía Julia y Vargas Llosa en el París de los años 50

 

 

Arturo Volantines Reinoso

 

 

Imagen destacada: Mario Vargas Llosa en la década de 1950.