«Avengers: La guerra infinita»: Pequeños equívocos sin importancia

Quizás la mejor idea para definir esta parte inicial, pues el largometraje termina con un corte abrupto, con la mitad de los héroes esfumados en el aire, es con la noción del primer ciclo. El mal ha triunfado de modo inapelable, a pesar de todo el coraje del elenco, quienes no han podido superar al poder maligno. Se ha logrado eliminar a algunos de sus secuaces, pero no mucho más. Ahora, queda por ver en qué escenario se volverá a plantear la conclusión de esta larga y extenuante tragedia, que recuerda indudablemente a las alegorías mitológicas. Porque siempre la fase inaugural era seguida de la reconstrucción y del triunfo del bien, el cual es el clásico leit motiv de la industria fílmica estadounidense.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 30.4.2018

En la Ilíada hay dos explicaciones de la Guerra de Troya. La primera, tópica, que la culpa fue el rapto de Helena, y que la culpa es de una mujer. Pero para quienes hemos leído la obra de Homero con más detenimiento, sabemos que poco después el poeta dice la verdad. Dado que los hombres son juguetes de los dioses, pasó que Gea, la Tierra, se cansó de las heridas que les provocaban los hombres, y decidió pedir a los dioses olímpicos una guerra entre los hombres lo suficientemente larga para reducir el número de ellos. Debido a esto proporcionaron una conflagaración lo suficientemente larga.

No distinta es la explicación que ofrece Thanos (Josh Brolin), la muerte, superior a los dioses y superhéroes, lo cual es obvio, ya que en la mitología griega en el principio Cronos se comía a los dioses, hasta que estos lo engañaron. Este destructor de mundos ha asolado la nave de los evacuados de Asgardian, y ha tomado una de las gemas que le harán omnipotente en su misión de desolar el mundo para reducir drásticamente su número, pues dice que recursos y población son incompatibles y el único que dice la verdad es él.

Digamos que su explicación maltusiana la comparten los partidarios de la planificación familiar y algunos del aborto, e incluso los partícipes de la ecología profunda en esta realidad. Pero aquí, estamos en el planeta del cómic, y este propósito es el único que puede convocar a los superhéroes y dioses del mundo Marvel agrupados en los Vengadores (Avengers) y en los Guardianes de la Galaxia. Este es un reto colectivo, donde caben pesos pesados como Thor o Hulk, junto a adolescentes, un árbol, y un conjunto de agentes, héroes y hombres-máquinas.

La película es pues la ofrenda colectiva de los héroes y de los guardianes de las gemas, que uno tras otro van entregando las gemas y acrecentando el poder de Thanos. Aunque los dioses no pueden morir pueden entrar en colapso, y el propio Hulk (Mark Buffalo) ser víctima del miedo. Así que la resistencia va por héroes de potencia menor (Spiderman, por Tom Holland; y Viuda Negra, por Scarlett Johansson;), la inteligencia de Visión (Paul Bettany) y del Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), y el oportunismo táctico de Iron Man (Robert Downey Jr.); por el otro lado el afán de venganza con poca inteligencia, pero mucha perseverancia (de Thor, por Chris Hemsworth; y de Drax el destructor, por Dave Bautista). Un ejercicio suicida, sanguinario y destructivo que, al fin de cada jornada, sí alivia el número de individuos en el cosmos, por donde ha pasado Thor.

Así, vemos un conjunto de ecosistemas y de mundos que sucumben, entre ellos el planeta que forjan las grandes armas del universo, y que proporcionan una estrategia que desarma con su torpeza emocional uno de los Guardianes del Universo, Star Lord (Chris Pratt), quien resulta ser el amante de la hija adoptiva de Thanos. Así, error tras error, hasta el momento no hay arma, ni magia, ni poder que sea capaz de detener a Thanos, quien combate la escena final en el reino de Pantera, y que sale medianamente malherido de esta contingencia. La historia es coral y desperdigada en muchos mundos, pero no trae las buenas nuevas de El señor de los anillos cuando se vuelve con refuerzos y grandes noticias.

Quizás la mejor idea para definir esta primera parte, pues el largometraje termina con un corte abrupto, con la mitad de los héroes esfumados en el aire, es la del primer ciclo. El mal ha triunfado de modo inapelable, a pesar de todo el coraje, que no ha podido superar el poder. Ha logrado eliminar algunos de sus secuaces, pero no mucho más. Ahora, queda por ver en que escenario se volverá a plantear la conclusión de esta larga y extenuante tragedia, que recuerda indudablemente las alegorías mitológicas. Porque siempre el primer ciclo era seguido de la reconstrucción y triunfo del bien, que es el clásico leit motiv de la industria fílmica estadounidense.

 

La actriz Elizabeth Olsen en «Avengers: La guerra infinita» (2018), de los realizadores Anthony y Joe Russo

 

Avengers: La guerra infinita. Dirige Joe y Anthony Russo. Guión: Stephen McFeely y Christopher Markus. Historia original de Stan Lee, Jack Kirby y Jim Starlin. Reparto: Josh Brolin, Mark Buffalo,Tom Holland, Scarlett Johansson, Paul Bettany, Benedict Cumberbatch, Robert Downey Jr., Chris Hemsworth, Elizabeth Olsen y otros. Música: Alan Silvestri. Estados Unidos 2018. 2 horas y 40 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

 

 

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