Cartografía del tiempo: La obra del artista visual argentino Alejandro Parisi

Más abajo ofrecemos el texto curatorial que el destacado poeta chileno establecido al otro lado de la Cordillera concibió para el catálogo de la muestra “La sangre tira” del creador plástico sudamericano, y que se montó en el Museo Benito Quinquela Martín, durante abril del año pasado, en el barrio La Boca de Buenos Aires.

Por Diego Alfaro Palma

Publicado el 17.5.2019

A veces, cuando estamos frente al mar, este nos suele decir: “esto se va, esto no vuelve más”. Ahí los ojos se cierran y el cerebro se calma para traducir ese instante. También ocurre cuando al observar las copas de los árboles, la brisa los mueve, y la luz se particiona, como semblantes en un río. Sin ir más lejos, alguna vez una calle se comunicó con nuestro silencio y nos trajo las preguntas: “¿Y esa mancha, ese rastro ahí? ¿Quién lo dejó? ¿Cuánto lleva? ¿Cuánto seguirá estando?”.

Cuando uno se encuentra con los trabajo de Alejandro Parisi percibe ese zoom, un acercamiento a esos estadios de extrañeza, como si el artista quisiera guardar testimonio de un celeste imposible hallado en una fuente o la herida y la historia de muchos o simplemente la experiencia geológica de indagar en los colores de la tierra. Parisi es un coleccionista de días próvidos en luz, de texturas como si se trataran de viejos dioses caídos en el olvido. Conjurar estas formas es definitivamente una labor cargada del sentido de la finitud, de saber que esas figuras no tardarán en desvanecerse. Algo así como lo que decía el poeta italiano Alfonso Catto: “no hay nada más bello que vivir pensando en la muerte”; la muerte no como un fin dramático, sino una fuerza motora que hace que la obra vibre de vida, se mueva y pulse a la manera de las nebulosas que giran sobre nuestras casas.

El lenguaje que aquí se presenta juega a ser indistinto. Más allá de algunas claves dadas por los títulos, poco o nada no es dado en bandeja. Estos trabajos pueden ser telares, frondas de arbustos, fotografías microscópicas a un tejido celular, un muro cercado por la humedad o que alguna vez tuvo un rastro anterior de arte, o una calle, una vereda donde quedó una marca humana. Y quizás así los debiéramos de ver, como unidades en donde lo orgánico y lo inorgánico están en juego: un lenguaje irracional, borroso, y al mismo tiempo sumamente familiar.

Las visiones de Parisi me recuerdan a ese poema de Elizabeth Bishop llamado “El mapa” y en donde uno piensa –únicamente por el nombre- que nos harán alguna especie de referencia geográfica, cuando lo que en verdad ocurre es pura experiencia del color:

 

La tierra yace en el agua; es un verde sombreado.

¿Sombras, o es que son bajíos, en sus orillas

Mostrando la línea de extensos arrecifes

Donde las algas cuelgan desde el verde hasta el simple azul?

 

Y el poema termina así:

 Más delicados que los historiadores son los responsables de escoger los colores de los mapas.

 

Alejandro es ese tipo de cartógrafo del tiempo, detenido en los detalles, en las porosidades de ciertas plantas, en el brillo de las frutas o en los paisajes que crean las nubes. Mientras tanto los exploradores, conducidos por sus aparatos técnicos, se dirigen hacia zonas aún por registrar. La profundidad final de estas las dará el pincel.

 

Alejandro Parisi nació en Buenos Aires en 1966. Estudió pintura en los talleres de Roberto Bosco, alumno de Demetrio Urruchúa, Alberto Ferrara y Fabián Galdámez; y dibujo en la Asociación Estímulo de Bellas Artes con Carlos Fels.

Luego continuó su formación de manera autodidacta. Cursa estudios de estética e historia del arte con la doctora Marta Zátonyi desde 2007 a 2013. En los últimos años dictó seminarios de pintura acerca de la modernidad, el impresionismo, el fauvismo, el expresionismo, la abstracción y la no-figuración, y sobre la evolución y la disolución de la figura humana en el arte.

 

Diego Alfaro Palma (Limache, Chile, 1984) publicó los libros de poemas Litoral central (Audisea, 2017), Tordo (Ediciones del Dock, 2016 | Editorial Cuneta, 2014) y Paseantes (Ed. Temple, 2009), la plaquett Los sueños de los sueños de Kurosawa (Cuadro de Tiza, 2017) y el libro-objeto Bolsas (Hojas Rudas, 2017).

También realizó la antología de la Poesía reunida de Cecilia Casanova (Ed. Universidad de Valparaíso, 2014) y reeditó la Antología de Ezra Pound en Chile (Universitaria, 2011). Tradujo El pensamiento zorro, prosa de Ted Hughes (Limache250, 2013).

Sus ensayos han aparecido en El horroroso Chile. Ensayos sobre las tensiones políticas en la obra de Enrique Lihn (Alquimia, 2014) y en revistas de Chile y el extranjero. Su libro Tordo recibió el Premio Municipal de Santiago en 2015 y está siendo traducido al inglés por el poeta norteamericano Lucian Mattison.

 

 

Obra «Sangre italiana»

 

 

Pintura «Sangre de primavera»

 

 

«Sangre de verano»

 

 

Diego Alfaro Palma

 

 

Imagen destacada: Cefaludense, de Alejandro Parisi.