Concierto 2 del Municipal de Santiago: La tradición a la luz del presente

El programa dirigido el reciente miércoles 13 de marzo por el maestro Juan Pablo Izquierdo logró poner en evidencia, una vez más, a un espíritu artístico que apostó por la innovación de su batuta -al crear una sonoridad coherente y atractiva- tanto para el público como para la música del clásico Beethoven y del más contemporáneo Cirilo Vila. Así, el resultado final no fue sorpresivo: una audiencia agradecida ovacionó al conjunto filarmónico y a su director emérito por largos minutos, y la última pieza interpretada durante la velada (la suite «El mandarín maravilloso», de Béla Bertók) terminó por estremecer al teatro con aplausos y gritos, en una noche encantadora.

Por Deysha Poyser

Publicado el 15.3.2019

La música es “el verdadero lenguaje universal que en todas partes se entiende y, por ello, se habla en todos los países y a lo largo de todos los siglos, con gran tesón y gran celo”, nos dijo Schopenhauer. Un romántico que como muchos otros la consideró un elemento esencial por echar luz allí donde el espíritu humano se muestra irreductible a la razón. Como lenguaje entonces, podemos conjeturar que su universalidad radica en su asemanticidad y que necesita de quienes lo hablen, lo escuchen y en definitiva que existan quienes le den vida, fundamento y permanencia, aquellos que también lo gocen.

Tal vez, este es el sentido con que el connotado director, emérito de nuestra Filarmónica de Santiago, Juan Pablo Izquierdo citó a Stravinski la tarde de este miércoles 13 de marzo, durante un encuentro previo e inédito que inauguró la primera de dos noches de concierto donde tuvimos la oportunidad de escuchar la obertura del ballet Las criaturas de Prometeo y el Concierto para piano y orquesta n°3 en Do menor opus. 37 de Beethoven con la interpretación sesuda de Filippo Gamba, además de escuchar al chileno Cirilo Vila, nuestro otro Premio Nacional y gran profesor de música que rindiera homenaje a Bartók con su Elegía (in memorian Béla Bartók); llamativa por su poder sintético de gestos bartokianos clásicos sin comprometer su independencia creativa, para finalmente cerrar la noche escuchando una pieza escasa para el oído y según entiendo, difícil de ejecutar por su notable exigencia rítmica y virtuosidad, me refiero a la suite El mandarín maravilloso, op.19 de Bartók.

Durante el encuentro en el salón Capilla del teatro Municipal de Santiago -1 hora antes del concierto mismo-, el director y dos músicos de la Filarmónica fueron entrevistados en formato panel, uno bastante dinámico e instructivo como para exhortar su repetición con mejor difusión. Uno de los asistentes -de un público bastante tímido- preguntó sobre cómo, sin despreciar a los grandes maestros, no volvemos nuestro teatro un museo de fósiles. Del Stravinski que Izquierdo parafrasea en su respuesta, damos inesperadamente con una suerte de balance de la jornada: la tradición tiene sentido en la medida en que alumbra el presente. Y es que esto fue particularmente cierto para estas dos noches en que lenguajes distintos convergieron certeramente.

 

El público de la calle Agustinas ovacionó el reencuentro del maestro Juan Pablo Izquierdo al frente de la Filarmónica capitalina, en el Concierto 2 de la temporada

 

El súper galardonado pianista italiano que nos acompañó en la segunda edición del programa de conciertos 2019, no dejó de señalar a la prensa nacional la importancia de Arrau para su formación artística, destacando su prolijidad y autenticidad interpretativa como inspiración. No hay que olvidar además, que la obra de Cirilo Vila ya había pisado los mismos tablones en su estreno bajo una comisión que contemplaba la presencia del mismo autor y la batuta de Izquierdo y que, para este último, la velada debió ser memorable, puesto que uno de sus primeros trabajos, siendo apenas un jovencito, fue ensayar la sección de vientos del Mandarín maravilloso. Vila como tantos artistas chilenos merece mayor reconocimiento y escucha, no tanto por erudición, indeseable sin autonomía de espíritu, como por la mera cuestión de descubrir algunos de los materiales que conforman nuestro lenguaje local y que, sin dudas es una contribución al lenguaje universal de la música. Probablemente no sea sencillo ingresar a las profundidades de un lenguaje como el musical, pero no debe olvidarse en esto que la clave fundamental para su despliegue es el oído atento, el punto genuino por gratuito de entrada a su poder extenso.

La posibilidad de alumbrar el presente se enfatiza al reconocer los elementos innovadores para la época en el Beethoven que escuchamos, como la persistencia de la tensión armónica en las modulaciones de dominante por sobre el retorno al reposo de las funciones de tónica, así como las precisiones a las dos cadenzas -en lugar de una- del concierto para piano, precisiones anexadas a la partitura y que resulta una cuestión inusitada para el momento, ya que el intérprete gozaba de mayor libertad en esta sección. Aspectos que, finalmente, destacan la singularidad del mitificado genio de Bonn y prefiguran decisiones que vemos en un Brahms, Schumann y hasta Schubert. La marca del autor que, tanto como el dibujo para la pintura, constituye un rasgo autobiográfico que antecede la exaltación de la interioridad individual y comulga, por logrado, con la sensibilidad, la interioridad de cualquier oyente. Este hincapié puede ser entendido igualmente en las audaces modulaciones de Bartók tanto en la Elegía de Vila como en la propia pieza ejecutada de su autoría. No hay que olvidar la enorme influencia del folklore húngaro en las investigaciones científicas como en su propia obra compositiva, el propio Bartók dijo que: “un músico alemán encontrará en Bach y en Beethoven lo que nosotros tenemos que buscar en nuestros pueblos, a saber, la continuidad de la tradición musical nacional”. Es notable el vastísimo trabajo de recopilación que hiciera Bartók, aún con todas las dificultades técnicas y logísticas, el investigador reconoce su riqueza recorriendo todos los países balcánicos, Turquía e incluso Argelia, lo que le permite empaparse de la amplia y profunda utilidad de la música en la vida concreta de las personas.

 

El maestro Juan Pablo Izquierdo ejecutó -en los comienzos de su brillante carrera profesional- una versión de la suite «El mandarín maravilloso» de Béla Bartók

 

Si tuviéramos que definir qué hizo converger a tan alejados apellidos, diríamos que el atrevimiento de innovar a partir de una inscripción en la historia de la que se sintieron herederos y creadores. El lograr poner en evidencia este espíritu es algo muy propio de Juan Pablo Izquierdo quien, una vez más, apuesta por la innovación en su programa creando una narrativa coherente y atractiva tanto para el público como para la música misma. El resultado no nos sorprende, un público agradecido ovacionó al conjunto por largos minutos. La última pieza terminó por estremecer al teatro con aplausos y gritos. Una noche encantadora, sin dudas.

Quizá sea prudente retomar los ánimos que nos deja el concierto para insistir en la vigencia de la tradición en relación al presente, en relación con quienes lo viven. Que, contrario a un retorno al pasado para cosificarlo, coleccionarlo, o hacer de él un pastiche incomprensible para la sensibilidad, lo que importe y nos siga maravillando sea su valor por lo que gatilla en nosotros. Tal vez escuchar la exaltación romántica que nos llama a hacer de la música el modo en que hacemos oído del sentimiento primario de nosotros mismos, sentimiento compartido por vital, no sea tan ingenuo si pensamos cuánto de nuestro tiempo lo usamos realmente para oír.

El Concierto 3 de la temporada oficial 2019 de la Orquesta Filarmónica de Santiago se desarrallorá en sus ya tradicionales funciones dobles, el próximo jueves 2 y viernes 3 de mayo, cuando la agrupación docta aborde un programa dedicado a partituras de los compositores Weber, Hindemith y Holst, en presentaciones bajo la batuta de su director musical titular, el maestro ruso Konstantin Chudovsky.

 

Deysha Poyser es licenciada en ciencias biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y actualmente es tesista de la misma casa de estudios a través de su programa de licenciatura en estética. Sus intereses e investigaciones académicas y personales se enmarcan en una preocupación por una reflexión fenomenológica consistente sobre lo vivo, la vida, la subjetividad y la experiencia. Cultiva su amor por las artes en su tiempo libre.

 

La Filarmónica en pleno -junto al solista italiano Filippo Gamba- al interpretar el Concierto para piano y orquesta Nº3 de Ludwig van Beethoven

 

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Marcela González Guillén, del Municipal de Santiago, Ópera Nacional de Chile.