[Crítica] «He nacido para verte sonreír»: Una versión arriesgada en torno a un «clásico» sudamericano

Luego de sus aplaudidas presentaciones tanto en España como en la Argentina, el guionista y dramaturgo cordobés Santiago Loza estrena su obra teatral en el país bajo la dirección de Paulo Brunetti, en una puesta en escena a cargo del régie nacional Ramón López, y en un montaje que cuenta con las actuaciones protagónicas de Blanca Lewin y de Bernabé Madrigal.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 23.10.2022

«El misterio del deseo empieza cuando se mira a los ojos al ser amado, porque únicamente allí puede percibirse un destello de quién es esa persona».
Paul Auster, en La noche del oráculo

Las virtudes artísticas de He nacido para verte sonreír surgen en lo principal gracias al trabajo interpretativo y escénico de Blanca Lewin —quien si bien tampoco deviene en el desempeño de una actuación factible de ser calificada como memorable—, efectúa lo correcto en tanto su rol de una contrariada madre que debe deshacerse de su único hijo, entregarlo a una institución psiquiátrica para su tratamiento, y luego enfrentar el fracaso de su matrimonio y de una maternidad coartada por la locura y por el azar de la biología.

Así, el monólogo encarnado por Lewin si bien se encuentra provisto del énfasis vocal y de la gestualidad corporal necesarias para este rol, quizás su registro carece finalmente de esa emocionalidad un tanto frágil y quebradiza propias de un enfrentamiento con la frustración filial y familiar.

El dramaturgo chileno Marco Antonio De la Parra se refería en la previa del estreno a las «actuaciones impactantes», de esta pieza teatral, y a la sensibilidad que traslucían dichas caracterizaciones. Pero la verdad es que en la He nacido para verte sonreír de Pablo Brunetti, se aprecian una contención más cercana a la frialdad de un lenguaje y códigos semánticos de tipo médico, que a una personificación escénica desbocada y en última instancia reflejo de una hecho biográfico «traumático».

Así, el director Brunetti enfoca el argumento de la obra escrita por el autor argentino Santiago Loza, en el núcleo científico de la salud mental al modo de un problema estético, y esa opción y decisión dramática, es cierto que abre un abanico de posibilidades y concesiones; la risa de la audiencia, por ejemplo, en contadas oportunidades.

Pero asimismo, ese camino seguido por el realizador, coarta la profundidad sensorial del libreto, desde un punto de análisis puramente sentimental hacia la encrucijada humana y existencial de una madre sin futuro, en un proyecto de vida acabado antes de tiempo (aunque bastante cercano al incesto, en la interpretación ofrecida por Lewin), y al parecer sin la posibilidad de un nuevo comienzo, o de una ilusión venidera y próxima.

En efecto, la mirada dramática (diseccionadora y casi naturalista) de Brunetti —desprovisto de acompañamiento musical, sin ir más lejos—, se imponen a una introspección psicológica del asunto literario, en donde el diseño integral a cargo de Ramón López, por otra parte, estimulan esa obviedad diegética: la de intentar exponerlo «todo», al trasluz de un pudor, paradójicamente impúdico.

 

La disyuntiva imprecisa de los símbolos

La puesta en escena de López corresponde a uno de los agregados novedosos de esta versión, que se exhibe hasta el próximo 13 de noviembre en la excelente sala Teatro Finis Terrae.

Nutridas de minuciosas proyecciones digitales y de variaciones lumínicas de un gran despliegue técnico, creemos, sin embargo, que las alternativas del experimentado escenógrafo nacional son más acordes a una ópera de cámara, que a una obra dramática de tanta intimidad sensorial, como la inspirada en el libreto que nos ocupa.

Con la influencia del régie argentino Marcelo Lombardero, y de esos montajes inspirados en partituras de Benjamin Britten que hemos visto asimismo replicadas en el Municipal de Santiago, en tanto mostradores de un arte escénico «contemporáneo», las telas o estructuras separativas, y banquetas, implementadas por el chileno López —a modo de distinción en la sensorialidad perturbada del personaje abordado por Bernabé Madrigal, y la realidad «intacta»—, restringen la libertad de movimientos de los actores en un escenario generoso en sus dimensiones como el emplazado en la avenida Pocuro de Providencia.

También, esa epistemología escénica planteada por López, conculca la libertad estética de un texto que refuerza una visión de las crisis humanas, abocada a revelar y a exhibir, la desnudez psíquica y afectiva de sus personajes. Así, el diseño integral propuesto por el autor nacional, entrega una referencialidad algo artificiosa de una cotidianidad común e impersonal, por último, para cualquiera de sus ocasionales espectadores.

Quizás preciosista en exceso en sus detalles interpretativos (las cualidades del Teatro Finis Terrae, permiten eso, y mucho más), insistimos en que las divisiones espaciales concebidas por el chileno simulan en su despliegue a una sala de espera de una consulta médica o psiquiátrica; antes bien que a la mente desbocada, a las habitaciones hogareñas en la forma de un campo de batalla familiar, o las visiones atormentadas y próximas al delirio, tanto de una madre como de un hijo, abandonados por ese padre que huye, ante la vergüenza de su virilidad, producida por el «engendro» fallido de esa progenie, a la cual rechaza con sus acciones concretas.

He nacido para verte sonreír, en la versión conjunta del profesional argentino Paulo Brunetti y del régie chileno Ramón López es una producción teatral audaz, sin duda, que al intentar recrear un simbolismo distinto al empleado por las compañías trasandinas y españolas que han llevado a escena este montaje, y sin caer en la confusión dramática o conceptual de una pieza fallida, terminan, no obstante, por delinear las características de un artefacto diferente al imaginado por su autor original.

 

El elenco de «He nacido para verte sonreír»

 

 

Ficha artística:

De Santiago Loza| Dirección: Paulo Brunetti| Elenco: Blanca Lewin y Bernabé Madrigal | Diseño integral: Ramón López |Asistente de dirección: Francisca Trobok | Asistente de producción: Francisco Silva Luco | Vestuario: Nicanor Bravo | Diseño gráfico: Leandro M. Correa | Imágenes: Roberto Díaz | Fotografía: Andrés Cánepa | Producción ejecutiva: Paulo Brunetti | Una producción SurMedia y Zero films – 2022.

Funciones desde el 20 de octubre hasta el 13 de noviembre, de jueves a sábado, a las 20.30 horas, domingos, en tanto, a las 19.00 horas.

*No habrá funciones los días 29 y 30 octubre.

Valores de las entradas: $12.000 general, $7.800 adulto mayor, $6.000 estudiantes.

Duración: 65 minutos.

Recomendación: + 14 años.

Teatro Finis Terrae (Avenida Pocuro N° 1935, comuna de Providencia, Santiago).

Adquirir tickets, a través de este link.

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Andrés Cánepa.