[Ensayo] «El extranjero»: La indiferencia ante el valor de la vida

Cualquiera de los lectores podría pensar que esta obra del inmortal Albert Camus es una novela vieja, publicada antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, y lo es, pero el hondo tema de su argumento nunca ha dejado de estar presente en nuestras existencias.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 22.10.2022

Acabo de volver a leer la novela El extranjero (1942) del escritor francés de origen tunecino Albert Camus (1913 – 1960). Esta, como sabemos, fue la primera obra de ficción y de largo aliento de este narrador galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1957, cuando ese estímulo todavía significaba algo importante y reconocía a creadores mucho más universales, que hoy en día.

En efecto, cualquiera de los lectores podría pensar que El extranjero es una novela vieja, publicada antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, y lo es, pero el tema de su argumento no ha dejado de estar presente en nuestras vidas, al fin y al cabo el nudo central no es otro que el de la total indiferencia del protagonista, Meursault, ante la vida propia y las de los demás.

Incluyendo la indiferencia ante la muerte de su anciana madre, quien fallece en la soledad de un asilo de ancianos y, por supuesto, la indiferencia ante la vida del pobre árabe al que le mete cinco plomazos sin razón alguna; una frialdad incluso, o aburrimiento, frente al propio juicio en que se le condena a muerte.

La pregunta es: ¿se puede ser tan indiferente ante la vida? ¿Se puede ir por la vida sin que a uno le importe nada de verdad, ni la existencia propia, ni la ajena, ni el medio ambiente, ni la política, ni el amor de una mujer, ni nada?

 

Un existencialismo candente

La respuesta es, depende de las personas, de sus intereses políticos, económicos, de su educación, de su postura ante la vida. Por ejemplo, Brasil celebra este último domingo de octubre el segundo turno de las elecciones presidenciales y uno puede pensar soy chileno, soy dominicano, soy francés, soy mexicano, qué me importa lo que pase en Brasil y mi respuesta es que a todos debería implicarnos lo que pase en Brasil, pues aunque sobre Lula pesa el descrédito de la corrupción, no pesa sobre él el lastre de la ignominia ante el medio ambiente, ante la pobreza creciente y los bajos salarios en su inmenso país.

De algún modo, aunque esto pueda parecer exagerado y que no viene a cuento con la novela El extranjero, es que en Brasil se juega el futuro del planeta, de la vida humana pues en la administración de Bolsonaro se ha deforestado la selva amazónica como nunca antes, y se ha atacado a los defensores del medio ambiente como jamás sucedió previamente.

Para no hablar del debilitamiento de la democracia y la casi desaparición del Estado brasileño con tanta privatización bajo el falso argumento de que el capital privado invierte y produce riqueza; y cuando ya no haya nada más que privatizar, ¿qué va a pasar en Brasil?

Si hasta los mismos parque nacionales han sido ya privatizados.

 

Una novela actual en sus planteamientos

Y lo mismo se podría decir de la guerra en Ucrania, que bien puede terminar siendo el detonador de una conflagración mucho más amplia y aunque no lo sea, ha funcionado como una perfecta excusa para que los gobiernos entren de nuevo en una carrera armamentista y no solo las naciones poderosas como China, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, sino también países que deberían estar invirtiendo sus pocos recursos en salud, educación y combate eficaz de la pobreza; al final, ya algo sabemos acerca de la falsa idea que la seguridad nacional está primero.

Ahora, si el lector se pregunta qué tiene todo este descalabro internacional, que incluye el alza en el precio de los alimentos, el petróleo y la derechización política de muchos países con la indiferencia de un personaje de ficción y la muerte de un pobre árabe, otro ser de la creación literaria, en 1942.

Mi respuesta es mucho, pues detrás de esta metáfora, de esta anécdota, está la indiferencia a que nos vamos acostumbrando a partir del sistema político, las tecnologías, las nuevas instituciones sociales que incluyen la escuela, las iglesias y hasta la familia.

Quizá el lector recuerde aquel viejo dicho de: «Si no es contigo ni te metas», o aquel otro igual de malo de: «Zapatero a tu zapato», pues algo así está pasando en la actualidad, nos estamos adormeciendo frente al sufrimiento, la injusticia, la crueldad, y el poco valor que le damos a la vida.

En fin, nos estamos acostumbrando a la irresponsabilidad de las industrias, de los gobiernos y de los demás seres humanos y el resultado será catastrófico, pues la vida en este planeta se funda sobre la base de la corresponsabilidad y de la solidaridad, no hay de otra forma, estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo despeñadero.

Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que se nos agota el tiempo de revertir el curso, y quizá revertirlo pasa por Brasil, por Ucrania, y por supuesto que por las posturas que cada uno de nosotros tome frente al medio ambiente, ante al irrespeto a la naturaleza, la vida propia y la de los demás.

Todos deberíamos estar empeñados en luchar por políticas y prácticas que hagan posible la perpetuación de la especie o nuestro futuro no será distinto al de los dinosaurios y esta no será ficción sino una cruda realidad.

Mientras haya tiempo, le recomiendo al lector que invierta un par de horas en la lectura ágil y nada complicada de esta vieja novelita titulada El extranjero.

 

 

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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente y miembro del comité editorial del Diario Cine y Literatura.

 

«El extranjero», de Albert Camus (Literatura Random House, 2021)

 

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: Albert Camus.