[Crítica] «La bastarda tibieza»: El corazón es una sincronía emocional

La poesía del autor chileno Cristián Villalobos Garnham es joven, directa, y de fácil acceso para el lector, quien en sus versos reconocerá sensaciones íntimas y humanas —como la añoranza y el desconsuelo—, que dejan en cualquier alma, el contacto con la realidad.

Por Luis Miguel Iruela

Publicado el 25.5.2025

Siempre ha tenido mucho prestigio en la historia de la literatura el amor pasión concebido como el lazo esencial entre una pareja. Baste recordar los ejemplos ficticios de Romeo y Julieta, Tristán e Isolda o el más trágico y real, referido en la Historia calamitatum, de Abelardo y Eloísa.

Por eso, la poesía se ha ocupado de este extático sentimiento dando delicados frutos líricos. Es el caso de cantores como Garcilaso de la Vega, Pedro Salinas y Quevedo, por citar solo a escritores en lengua española.

Cristián (Tanchi) Villalobos Garnham publicó a finales del pasado año (Valparaíso Ediciones, 2024) un poemario titulado La bastarda tibieza en el cual dedica sus ciento y pico páginas a desmenuzar la falibilidad y agotamiento de esta emoción.

Y lo hace con amargura, rabia, melancolía y nostalgia. A veces con cinismo, pero con el deseo intacto de que ese ideal fuera puro y existiera en la realidad. Recuerda un poco a la actitud de Cervantes ante las novelas de caballería: critica su ingenuidad, pero añora su nobleza.

 

La experiencia bien asimilada

Un sincitio es una estructura formada por el soma de una célula que contiene dos o más núcleos. Justo lo que pretenden los encendidos amantes: la fusión en un solo cuerpo de dos almas individuales. Algo fugaz, en caso de logarse, como si fuera un éxtasis carnal.

Sin embargo, el sincitio funcional es la coordinación simultánea de células separadas en la realización de un trabajo común, como de hecho sucede con los latidos de la víscera cordial.

Quizá a eso mismo aspiren los amantes: a la sincronización en un sincitio emocional.

La experiencia, en cambio, enseña el carácter ilusorio de tal sueño. Y las parejas viven su afecto con acercamientos y lejanías, celos, sospechas, a veces arrebatos, a veces tibiezas, a veces, pérdida de libertad. Nunca del todo con renuncia total a la vivencia de ser correspondidas.

Así, la poesía de Cristián Villalobos es joven, directa, de fácil acceso para el lector, que reconocerá en sus composiciones cuasi minimalistas muchas emociones íntimas y humanas.

Con toda probabilidad, su profesión de publicista le dota de una maestría para la comunicación eficaz. De tal modo que puede decirse que esta poesía no necesita explicación habida cuenta la claridad expositiva de sus versos.

El desamor constituye una de las crisis de crecimiento en el desarrollo psicoafectivo de la personalidad. De la experiencia bien asimilada, se obtiene madurez, aunque quede en nuestro interior un poso de añoranza y desconsuelo, que es el que deja precisamente el contacto con la realidad.

Por esa sencilla razón, debemos recurrir a un bálsamo de humor y recordar la película de los Hermanos Marx, El hotel de los líos (Room Service, 1938) en la que un joven enamorado proclama con vehemencia: «Porque el amor verdadero solo pasa una vez en la vida». Y le retruca Groucho: «Y luego no hay quien se lo saque de encima».

 

 

 

 

***

Luis Miguel Iruela es poeta y escritor, doctor en medicina y cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en psiquiatría, jefe emérito del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), y profesor asociado (jubilado) de psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid.

Dentro de sus obras literarias se encuentran: A flor de agua, Tiempo diamante, Disclinaciones, No-verdad y Diccionario poético de psiquiatría.

En la actualidad ejerce como asesor editorial y de contenidos del Diario Cine y Literatura.

 

«La bastarda tibieza», de Tanchi Villalobos Garnham (Valparaíso Ediciones, 2024)

 

 

 

Luis Miguel Iruela

 

 

Imagen destacada: Tanchi Villalobos.