[Crítica] «Garra de hierro»: Sin dolor no hay gloria

Dirigida por el realizador canadiense Sean Durkin, el filme de producción estadounidense que se estrena este jueves 18 de abril en las salas chilenas, es un largometraje de ficción lleno de testosterona, y el cual mediante una estética audiovisual de cuerpos musculosos y fuertes, ocultan en su interior un relato dramático de culpa, impotencia y sufrimiento.

Por Carmen Galdames Jiménez

Publicado el 18.4.2024

Garra de hierro (dirigida por Sean Durkin y producida por A24) está basada en la vida de la familia Von Erich, un padre y cuatro hermanos que hicieron historia en el mundo de la lucha libre a principio de la década de 1980.

La película comienza con suavidad, con ligereza inclusive. Los Von Erich y su vida cotidiana. Bromas, comidas contundentes, hermanos inseparables, cariñosos, bromistas, trabajadores. Kevin, el hermano mayor, interpretado por Zac Efron, es un luchador que de a poco va escalando hasta posicionarse dentro de los grandes.

El padre (Holt McCallany, Mind Hunter) estricto, competitivo, coleccionista de trofeos y armas, obsesionado por triunfar, por llevar el premio mayor a casa sin importar el costo emocional o físico al que expone a sus hijos. La madre (Maura Tierney) religiosa y servicial, dueña de casa, que poco se involucra en la rudeza con que sus hijos son criados por su padre.

Y cuatro hermanos: Kevin (Zac Efron), Kerry (Jeremy Allen White, The Bear), David y Mike. Todos involucrados, aunque no con la misma intensidad, en el mundo de la lucha libre. La vida es dura y ellos lo saben. Sin esfuerzo, sin dolor no hay gloria.

 

Poco espacio para la vulnerabilidad

Luego, como espectadores, vamos entrando poco a poco en el mundo de la WCCW (World Class Championship Wrestling) en lo comprometidos que están los hermanos por ganar, por triunfar, en busca de popularidad y éxito. Decididos a hacer sentir a su padre orgulloso. Ganamos por ti, para ti, por la familia.

El ansia llega a extremos terribles y cada uno de ellos se quiebra por dentro sin atreverse a demostrarlo. La relación de esos hermanos es conmovedora, son compañeros de vida, mejores amigos. Se apoyan, se abrazan, se cuidan, no se dejan caer. Lo fraternal llena la pantalla en casi todas las escenas. El compañerismo y el lazo que se forman al crecer en un mundo hostil y competitivo.

Creo que lo más interesante de este largometraje es cómo se entendía la masculinidad en los años 80 del siglo pasado. Especialmente en esta familia de Texas. Cómo crecían los niños hasta transformarse en hombres intentando ser fuertes, ser rudos, no llorar, no quejarse, la frente en alto, las manos empuñadas.

Escupir la sangre y seguir como si nada doliera. En el ring se puede ver a modo de metáfora este asunto, peleas arregladas, pero no por eso sin sufrimiento. Acrobacias, fuerza e intensidad.

Garra de hierro es una película llena de testosterona, donde poco espacio queda para la vulnerabilidad. Cuerpos musculosos y fuertes, que llevan dentro culpa, impotencia y dolor.

¿Qué tan importante es la familia? ¿Dónde está el punto de quiebre entre ser fuerte y romperse por dentro? Son preguntas que me hago mientras al cerrar los ojos sigo viendo las luchas en el ring y las luchas internas que llevamos todos.

 

 

 

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Carmen Galdames J. Nació en Santiago en 1982. Ha publicado las novelas El cielo que pintamos (Neón, 2015) y El amor acaba (Emecé, 2024).

También ha publicado el cuento «Kooks» para la antología Cuentos para Bowie (Pez Espiral, 2016) y el cuento «Feriado» para la antología Todo se derrumbó (Santiago-Ander, 2018). Además escribe guiones para cine e imparte talleres de escritura.

Hoy se encuentra trabajando en su próxima novela.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Carmen Galdames J.

 

 

Imagen destacada: Garra de hierro (2023).