[Crítica] «¡Mira los arlequines!»: La culminación de un proceso escritural

El título reeditado por Anagrama es un texto que mantiene la línea ambiciosa en la estética inventiva de Vladimir Nabokov, pues exige a su lector toda la atención al momento de pasar las páginas, ya que este se encuentra de forma permanente con juegos de espejos, usos paródicos y la idea del doble, tan caros al autor ruso.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 6.3.2024

El escritor ruso Vladimir Nabokov (1899 – 1977) es sin lugar a duda uno de los narradores gravitantes del siglo XX, y su obra sigue siendo una visita obligada para quienes desean conocer a uno de los creadores literarios más relevantes del siglo recién pasado.

Conocido mundialmente por su novela Lolita (1955), donde se relata las relaciones amorosas entre un hombre adulto y una menor de edad, en su producción narrativa se cuentan más de una veintena de novelas, obras de teatro, cuentos y ensayos literarios.

Su trabajo se caracterizó por indagar sobre las posibilidades del lenguaje, la metaliteratura y los trabajos experimentales en algunas de sus obras.

¡Mira los arlequines!, (1974) es un texto que mantiene la línea ambiciosa en la estética creativa de Nabokov, pues exige al lector atención al momento de ir pasando las páginas, ya que este se encuentra de forma permanente con juegos de espejos, usos paródicos y la idea del doble, tan caros al autor.

En esta ocasión, el argumento se inspira en un hombre que en su vejez comienza a recordar su vida, y en especial su infancia, cuando su abuela lo conminaba a mirar de forma concentrada a su alrededor e inventar juegos imaginativos, a fin de divertirse.

 

Entre los juegos y la realidad intensa

Sin embargo, la destreza narrativa de Nabokov no se detiene solamente en narrar el recuerdo de una vida, sino que va desafiando al lector a poner en tela de juicio cada una de las etapas de la existencia de un ser humano.

Acá no nos encontramos con el relato de un hombre idealizado, sino que por el contrario lo que hallamos es a un ser plagado de dolencias, errores, algunos vicios y contradicciones que lo acompañaron a lo largo de toda su biografía:

«Tenía dieciocho años cuando explotó la Revolución Bolchevique. Admito que ‘explotó’ es un verbo demasiado fuerte y anómalo, que uso aquí solo en aras del ritmo narrativo. La reiteración de mis perturbaciones infantiles me mantuvo en el Sanatorio Imperial de Zarskoe durante la mayor parte del invierno y la primavera siguientes» (p. 19).

Así, y tal cual se explicita en el párrafo precedente, se produce el juego entre la realidad intensa que le toca vivir y los problemas de salud mental que lo han aquejado durante gran parte de sus días, al protagonista de esta novela.

Sin lugar a duda, el presente texto es la culminación de todo un proceso escritural, lleno de pruebas y desafíos que se impuso Vladimir Nabokov, quien siempre estuvo buscando nuevos caminos narrativos para abordar los tormentos, problemas y dificultades que durante su etapa adulta lo aquejaron, luego de tener que emigrar de Rusia, a causa de la sangrienta revuelta liderada por Lenin.

Un libro memorable que da cuenta de las inquietudes cardinales de uno de los genios literarios del pasado siglo XX.

 

 

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por esa última casa de estudios.

 

«¡Mira los arlequines!», de Vladimir Nabokov (Editorial Anagrama, 2023)

 

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Vladimir Nabokov y Véra Nabokov en Berlin.