[Crítica] «Solipsismo»: Este libro es una paradoja

Con este poemario Luis Cruz-Villalobos conmueve, remece y nos lleva a un lugar oscuro, crea y destruye con sus versos momentos y eventos llevándonos a pasear por la (des)esperanza, el dolor, la culpa y el deseo de amor: hay soledad en estos versos, pero nunca vi un «solus ipse» radical.

Por Marco Sánchez Vera

Publicado el 19.10.2021

Solipsismo: de la expresión latina «solus ipse» (solo uno mismo, solo yo); término con el que se designa toda doctrina según la cual resulta imposible ir más allá de la propia conciencia (o de los contenidos de conciencia) por lo que resulta imposible conocer algo más que el propio «yo», al que se considera la única realidad evidente y absoluta.

Que no existe eso que los filósofos llaman sustancia material estoy firmemente persuadido; pero si se me hiciera ver que había algo absurdo o escéptico en eso, renunciaría a ello por la misma razón por la que yo creo que en la actualidad tengo que rechazar la opinión contraria.
George Berkeley, en Tres diálogos entre Hilas y Filonús (1713)

Hubo una vez un judío crucificado, un alemán católico y nazi, otro judío prisionero de guerra que estudió con aquel nazi y un francés cristiano protestante de izquierda que, cada uno a su modo, argumentaron sobre la existencia humana como la de un ser entramado irrevocablemente con otros.

Ya sea como la develación de la unidad en la invitación a la koinonía, como Mitsein, como Otro o como ipseidad-alteridad, estas personas, o por lo menos sus relatos, nos presentan al existente humano en una condición de necesidad de otredad como condición ontológica del ser humano.

¿Pero por qué hablar de esto en un prólogo de un libro llamado Solipsismo? Aún no entiendo por qué este solus poeta me pide esto.

¿No debería hacer su propio prólogo solipsista acaso? Qué mal libro de solipsismo: ¡Prologado por un amigo!

Esto es un mal comienzo.

 

Los locos no existen

Al momento de escribir estas líneas estoy entre dos árboles con mis pies pisando el césped húmedo, oigo a las aves, veo insectos, el viento sacude la hierba y los árboles, mi esposa trabaja martillando y heme aquí escribiendo sobre solipsismo. Confieso que lo he buscado, pero solo lo he encontrado en teorías, nunca en poemas. Ni siquiera en los de este libro.

Este libro es una paradoja. Que un poemario se titule solipsismo puede ser ironía, estafa o ingenuidad. Pero tal vez eso es lo que su autor quiere hacernos creer. A pesar de esto, me refiero al título del libro, el hablante se dirige a otra persona constantemente. A veces le reclama, a veces se confiesa, a veces le desea y a veces solo observa:

no hemos podido acompañar nuestras soledades
Y seguimos aquí
uno junto al otro
en mundos tan distintos
en paisajes tan propios y lejanos
donde lloramos tan solos.

En este libro el poeta no solo nos habla a sus lectores, sino que alterna entre clamores, profecías, disparates, confesiones invitaciones y añoranzas. Fluctúa entre el dolor y la esperanza. Incluso nos llega a decir que existe la locura y que vive sola

¿Entonces los locos no existen? Tal vez sea cierto. Quizás solo existen las enfermedades y no los enfermos, las estupideces y no los estúpidos, la alegría y no los alegres, y así hasta el final del diccionario:

locura
tú estás habitada de ti misma
de nadie más.

Luis Cruz-Villalobos nos conmueve, nos remece y nos lleva a un lugar oscuro. Crea y destruye con sus versos momentos y eventos llevándonos a pasear por la (des)esperanza, el dolor, la culpa y el deseo de amor. Hay soledad en esta poesía, pero nunca vi un solus ipse radical.

Tal vez es justamente esto lo que más motiva al poeta en gran parte de los poemas que componen este libro: conocer la posibilidad de que hay más personas, aunque no estén presentes para él. Como un mundo que hoy no es el suyo.

Pienso que tal vez el hablante de esta obra a veces habita en un mundo de poetas cartesianos o, peor aún, un mundo de poetas posmodernos. En ese mundo si existen los otros no son fenómenos como en el nuestro.

Si nos dejamos llevar por los poemas de Luis Cruz-Villalobos pareciera que las otras personas son un noúmeno, incognoscibles, fuera de nuestras capacidades.

 

Una bella y triste travesía

El solipsismo es una teoría y la soledad cuando se cronifica es una mala costumbre. En ambos casos puede ser también poesía y es acá donde encuentra su forma más bella. Luis le canta también al tú, aunque este esté velado, oculto.

Yo caí en su clickbait solipsista, pero que esto sea una advertencia a sus lectores: ¡no existe el monstruo de la solipseidad, aunque el poeta se los muestre y puedan verlo y sentirlo!

Sus poemas son un viaje por un lugar que no existe, por un no-lugar muy propio de nuestra era. En este caso, ese no-lugar es oscuro, se vive con pesar e incluso puede llegar a incomodar. A pesar de esto, es vivido como cierto, con angustia y de modo pereciente.

En este poemario, Luis Cruz-Villalobos le canta a la soledad, pero también a toda esa poesía en forma de vida natural, muda y analfabeta que le rodea. Esto nos lo presenta en sus poemas invocando animales, cielo y tierra, bosques, amigos y juegos, existencias oníricas, muerte, el acontecer del tiempo, el claro y algunas flores.

Poema tras poema van aconteciendo distintos momentos, fluctuantes y efímeros, discontinuos. Conforme el libro se acerca a su final algo ocurre. Somos invitados a reinterpretar este viaje poético completamente.

Como una negación o un despertar, como salir de una cueva tras haber vivido allí conviviendo con las sombras, haciendo consciente lo inconsciente, develando lo oculto: la alétheia.

En definitiva, a pesar de que considero que admitir la posibilidad fáctica de la solipseidad sería reconocer el fracaso de Dios, habitar poéticamente el solus ipse ha sido una bella y triste travesía durante gran parte del viaje.

 

Selección de poemas del libro

M

no hemos podido acompañar nuestras soledades
vencerlas
desinstalarlas de nuestras superficies
y del centro de nuestros pasos

hemos sido incautos
débiles en esta labor de titanes
no hemos logrado besarnos justo en el rincón
allí justo allí
donde habitamos

no hemos podido acompañar nuestras soledades
y ellas
que son voraces
nos han marcado el rostro
la mirada
el silencio
que en ocasiones nos hace mirar muy lejos

y qué haremos
si no es acaso esto
el corazón mismo del amor
no es acaso esto
el puente fundamental sobre el abismo
no es acaso el punto exacto del inicio de lo que todos anhelamos
muy en lo hondo
un encuentro
un ser allí junto a otro
en la prístina verdad del amar

pero no
no hemos podido acompañar nuestras soledades
y seguimos aquí
uno junto al otro
en mundos tan distintos
en paisajes tan propios y lejanos
donde lloramos tan solos.

 

W

el frío se vino a instalar como un vecino
como un compañero de estancia
como un prójimo envuelto en cenizas

yo no pedí que viniera y él solo llegó
no anunció su venida y se sentó junto a mí
sin que yo supiera que se vestía de invierno

aunque la primavera ya había llegado
nada pudo hacer para rescatarme de él
y me zambullí de bruces en los poemas

allí esperaba encontrar algún refugio
algo más tibio y más blando y amable
pero la poesía también sabía a deshielos

y me quedé escondido entre la nieve
de una primavera que no se asomaba
junto a la compañía de la fiera frialdad.

 

F

no es trivial la reflexión que hacen los solipsistas
no es menor ni despreciable

pues qué tenemos realmente sino esta inhalación
que nos llena
luego se detiene levemente
y se torna exhalación
que termina en una breve nada

solo tenemos nuestro corazón igualmente palpitante
solo esos cuatro tiempos
cuatro estaciones en los que consiste la vida
lo demás es divagar
lo demás es simple opinión incierta y precaria

los solipsistas por tanto algo tienen de clara razón
al detenerse en la sencilla realidad
de que no contamos con nada más
que nuestra íntima naturaleza
fugaz.

 

B

te encuentro
me encuentras
nos miramos a los ojos
lloramos
somos dos hojas
dos pequeños arreboles
somos dos
o tal vez menos que eso
somos un capítulo breve
del viento y la luz
somos un respingo de tiempo
en medio de la verdad
en medio del segundo vital
que nos constituye
me encuentras

te encuentro
y no es común que lo hagamos
por eso sonreímos en paz.

 

M

olvidamos
y olvidamos que olvidamos

el recuerdo es el recuerdo del recuerdo
así lo dice la constitución misma
de la materia que nos compone

la memoria nos crea
nos recrea a cada momento

siempre en contacto
con el mundo que somos con otros
y que también nos desborda.

 

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Marco Sánchez Vera es psicólogo y psicoterapeuta chileno, magister en psicología clínica de la Universidad de Chile, profesor de teorías cognitivas y constructivista en la Universidad del Desarrollo.

 

«Solipsismo», de Luis Cruz-Villalobos (Editorial Hebel, 2021)

 

 

Marcos Sánchez Vera

 

 

Imagen destacada: Editorial Hebel.