[Crónica] «Tribu de la palabra»: El pasmoso silencio universal

El nuevo título del autor chileno Theodoro Elssaca se encuentra compuesto por poco más de 300 páginas que nos entregan una poesía hímnica y evocadora, con acentos epopéyicos y rituales, en versos de hondo sentido humanista, y cuyas luces y sombras simbólicas, se llenan de vaticinios y de presagios.

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 8.3.2024 

En su madurez literaria y estética, Theodoro Elssaca (Santiago de Chile, 1958) articula y construye un libro esencial, Tribu de la palabra (Fundación IberoAmericana, 2023), una suerte de opera magna hecha con sentido antropológico, histórico y fraternal.

La tribu está hecha de voces esenciales, de símbolos y sonidos que van conformando el lenguaje universal del que estamos hechos. No sólo tenemos el atributo del verbo, sino que estamos hechos de él, fuimos creados por la palabra y creamos a través de ella, nominando el mundo, los seres y la cosas, en una búsqueda cuyo fin pudiera ser el pasmoso silencio universal.

Este libro es también un viaje desde los orígenes de nuestra especie, considerada a partir de una cartografía de símbolos, imágenes y vocablos expresados en poemas. Son los pasos del poeta con la referencia geográfica y anímica de los grandes paradigmas que hace suyos, desde esa filiación estética donde manifestamos nuestras preferencias, nuestros amores alegóricos.

Tribu de la palabra es un volumen estructurado con amorosa paciencia y delicadeza. En él se amalgaman el poeta y el artista visual, para ofrecernos un rico imaginario fotográfico de las diversas etapas del libro. Honda cronología de los nombres, estructurada en catorce capítulos o apartados, según se entienda.

 

Un objeto estético

Primero, la Obertura; luego, Canto cósmico, con cinco poemas dedicados a Vicente Huidobro, Teresa Wilms Montt, Carlos Pezoa Véliz, Gabriela Mistral y Jorge Teillier. Sigue Pulsión esdrújula, con sendos poemas dedicados a Gonzalo Rojas, Rubén Darío, Clotario Blest, Hesíodo y Platón, y Federico García Lorca.

Le sigue Huellas en la arena, dedicado poéticamente a Edgar Allan Poe, Gastón Soublette, Mozart, Gabriel Celaya y Julio Cortázar. Cuarto apartado: Dínamo, cuyos referentes son Pablo de Rokha, Ángel Guinda, Enrique Volpe, Rimbaud, Nicolás Guillén y Erick Pohlhammer; Osadía divergente nos remite a Juan Emar, César Vallejo, Antonio Daganzo, Shalespeare, el Inca Garcilaso de la Vega y Marta Colvin.

Argonauta inspira sus poemas en Miguel de Cervantes, Ulrike Arnold, Tales de Mileto, Nikolái Roerich y Charles Darwin. Azul límbico se inspira en Alejandro Sieveking y Bélgica Castro, Humberto Díaz-Casanueva, Oswaldo Guayasamín, Ernesto Cardenal, y Paz Molina.

En El sueño de la razón, los poemas de Theodoro están dedicados a Francisco de Goya, Omar Khayyam; Antonio Salvado y Heráclito de Éfeso. Péndulo, nos remite a Ítalo Manfredini, Mihail Eminescu, Blas de Otero, Paul Cézanne y Alexander. En Catalejos, la analogía memoriosa es para Rafael Alberti, Renato Cárdenas, Constantino Kavafis, Jorge Oyarzún y Julio Ramón Ribeyro.

Amazonía, un territorio, un tópico afectivo y poético trascendental para Theodoro, por sus vivencias de impenitente viajero, dedica este poemario a Thiago de Mello, Manuel Quiroga, Jacqueline Alencart, Manuel Alcides Jofré y Leonardo da Vinci.

Canto y tierra —cómo si no— se ofrece a Pablo Neruda, Carl Sagan, Samia, Pita Barrios, Violeta Parra y Margot Loyola. Linaje del trueno, está dedicado a André Breton, Vincent Van Gogh, Gaspard-Felix Tournachon, Santiago de Arcos y Arlegui, y a la llamada «Tribu de la Palabra».

Finalmente, Toco tu herida, dedicado a Nicanor Parra, Guillaume Apollinaire, Theófile Gautier, Pierre Loti y Armando Uribe.

Poco más de 300 páginas que nos entregan una poesía hímnica y evocadora, con acentos epopéyicos y rituales, de hondo sentido humanista. De todos los poemas, destaco uno que me conmovió especialmente, estructurado como un diálogo; me refiero a «Las mil y una noches del Manco de Lepanto», donde el autor nos regresa la figura de Cervantes y la hace brillar en un coloquio con nuestros grandes poetas nacionales.

Es notable la delicada morosidad con que Theodoro Elssaca construye este libro —todos sus libros— transformándolos en un objeto estético, en perfecta simbiosis con su contenido. Poeta, ensayista, narrador de viajes y peripecias, su voz se alza entre nosotros como una antorcha, cuyas luces y sombras se llenan de vaticinios y presagios, desde y para la poesía.

 

 

 

 

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Edmundo Moure Rojas (1941) es un escritor, poeta y cronista, que asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano.

Además fue el gestor y el fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Sus últimos títulos puestos en circulación son el volumen de crónicas Memorias transeúntes y la novela Dos vidas para Micaela.

 

«Tribu de la palabra», de Theodoro Elssaca (Fundación IberoAmericana, 2023)

 

 

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Imagen destacada: Theodoro Elssaca.