“Decíamos ayer”, de Eduardo Blaustein y Martín Zubieta: La cobardía de la prensa argentina durante la «Reorganización Nacional» (1976 – 1983)

Los autores hacen un recorrido discursivo y analítico sobre las publicaciones diarias en la nación trasandina mientras se desarrollaba la última y sangrienta dictadura militar de aquel país y reflexionan, asimismo, sobre la responsabilidad del trabajo periodístico en esas particulares circunstancias históricas, políticas y sociales.

Por Yanina Giglio

Publicado el 15.6.2018

Los autores hacen un recorrido discursivo y analítico sobre las publicaciones periódicas en Argentina durante el proceso de facto (1976 – 1983) y reflexionan sobre la responsabilidad del trabajo de la prensa.

El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar comunica que establecerá penas de hasta 10 años de reclusión “al que por cualquier medio difundiere, divulgase o propagare noticias, comunicados o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las Fuerzas Armadas, de seguridad o  policiales”. Citando a Pulitzer: “Es inmoral cobijarse detrás de la neutralidad de las noticias” se abre el juego, se presenta al periodista cómplice que atento a sus intereses propios desdibuja su identidad y su rol social. Se describe cómo los medios han colaborado junto al establishment con la inoperancia de las instituciones y con la falta de representatividad de los partidos políticos.

Donde encontramos la posición de un diario es en sus notas editoriales, respecto a la defensa de la libertad de prensa, Blaustein y Zubieta comparan el porcentaje de opinión en La Nación, Clarín y La Prensa. En el caso de La Nación y de Clarín es nula su participación sobre este tema. Todos estos diarios tanto sea por omisión como por apoyo verticalista se convierten en una extensión del Boletín Oficial, eran la transmisión de la propaganda de la dictadura. En el caso de La Prensa destacan que haya publicado frecuentemente solicitadas pidiendo saber la verdad sobre personas desaparecidas.

La Nación se sintió cómoda durante el proceso (su público: funcionarios judiciales y diplomáticos, clero, gente del campo, miembros de las FF.AA.) fue funcional al modelo económico y al régimen; extendía, perpetraba y magnificaba los acto violentos con verbos impersonales en sus titulares mostrando como una necesidad del pueblo el ser controlado y reprimido.

La Razón reproducía fielmente el discurso militar apoyándose en los servicios de información. Fue el que más trabajó para el golpe. Predominaba la arenga, la ideologización constante, el falseamiento y deformación de los conceptos.

Clarín era un diario de pocas páginas, ensimismado, opaco, gris, borró el quién en sus informaciones, también los porqués y los cómo. Evitó toda mediación. También apoyó el golpe, aunque con algunas críticas a la política económica. Hacia 1978-1979 empieza a publicar sobre presiones a la libertad de prensa y violación a los derechos humanos.

 

 

El volumen publicado originalmente por la bonaerense editorial Colihue en 1999

 

 

Crédito de la imagen destacada: La Izquierda Diario (https://www.izquierdadiario.es/)