El Banco del Pobre: Capitales masónicos en el Chile del siglo XIX

Pese a permanecer sólo siete años en funciones durante la segunda mitad de la República decimonónica, los billetes de esta casa financiera —constituida por importantes personajes de la época, adscritos a las logias laicistas y anti católicas— siguieron en circulación y gozaron de gran popularidad entre la población campesina del país.

Por Rodrigo Barra Villalón

Publicado el 11.5.2020

Antes que los billetes de Chile los comenzara a emitir el Banco Central (1925) fueron emitidos por la República de Chile y antes, por bancos privados.

Los estatutos del Banco del Pobre, fueron aprobados el ultimo mes del año 1869, declarándose legalmente instalado al año siguiente e iniciando sus operaciones el día 8 de febrero de 1870. Fue fundado como una sociedad anónima cuyo objeto era ser un “Monte de Piedad” (entidad benéfica en donde un pobre podía obtener dinero empeñando sus pertenencias) y “Caja de Ahorro” orientada a los sectores más populares, y no como un “Banco de Emisión”. Su capital inicial fue de solo diez mil pesos, una suma bastante exigua respecto de los montos con los que iniciaban operaciones otros bancos. En su constitución participaron importantes personajes de la sociedad de la época, y es destacable la suscripción de miembros de logias masónicas.

El 7 de junio de 1871 reforma sus estatutos y en lo principal, destina la mitad de sus utilidades netas a la Sociedad de Instrucción Primaria de Santiago: “para el sostenimiento de sus escuelas i fundación de otras nuevas”.

 

Transformación a banco de emisión

Un año después de la modificación antes descrita, el 29 de agosto de 1872 son nuevamente modificados los estatutos del Banco del Pobre, esta vez en profundidad. Ya que en la junta general de accionistas del 13 de julio de ese año se modificaron tres elementos relevantes.

El primero, que la sociedad podía emitir billetes, transformándolo así en un “Banco de Emisión”; en segundo lugar, se hizo un gran aumento de capital, desde los diez mil pesos originales a dos millones, divididos en cuatro mil acciones a quinientos pesos cada una, que se irían emitiendo en la medida de sus necesidades; y finalmente, se abrió la opción de acciones transferibles, “previa la calificación de la responsabilidad del adquiriente por el consejo de administración, debiendo inscribirse su nombre en el rejistro de accionistas de la sociedad”.

Recién otro año mas tarde, el 9 de septiembre de 1873 es despachado el decreto que lo autoriza a emitir sus billetes puesto que se comprueba que los accionistas de la sociedad anónima titulada “Banco del Pobre” han hecho efectivo un capital de $166 mil 45, pudiendo emitirlos en proporción a esa cantidad.

El 7 de mayo de 1874 vuelve a modificar sus estatutos, reglamentando la distribución de utilidades y normando la relación entre su casa principal en Santiago y sus sucursales, las que serán finalmente la razón de su quiebra.

 

Un billete de cinco pesos del Banco del Pobre

 

El término de su operación 

El Banco del Pobre funcionó unos tres años posterior a su ultima modificación de estatutos. Pero en octubre de 1877 quiebra el Banco Thomas que en realidad era una casa comercial con sede en Valparaíso, y que llevaba a cabo muchas operaciones especulativas y pago de altos intereses, aunque tenia gran prestigio entre la comunidad angloparlante incluyendo al cónsul británico como cliente. Esto arrastró al Banco del Pobre por ser el corresponsal en Santiago del Banco Thomas, llevándolo también a la quiebra en enero de 1878.

Es de suponer que sus billetes siguieron circulando por los siguientes 20 años, ya que recién el 27 de agosto de 1898 a raíz de una nota oficial emitida por el director general de los Ferrocarriles del Estado es emitido un decreto mediante el cual: “Se declara que las emisiones en circulación de los bancos Alianza, Consolidado, del Pobre, Montenegro, Tacna i Ahorros i Préstamos no se encuentran comprendidas en la Emisión Fiscal autorizada por la lei número 1,054, de 31 de Julio del presente año, i que los billetes de dichas instituciones no deben ser aceptados en las oficinas públicas.”

 

Billete de 1 peso del Banco del Pobre

 

Resumen cronológico

Solo siete años permaneció en funciones el Banco del Pobre, una de las razones que justifica la escasez de piezas circuladas para los coleccionistas de hoy. Emitió billetes con denominaciones de uno, cinco y diez pesos, todos enviados a imprimir a la Compañía Nacional de Billetes de Banco, Nueva York. Al parecer, se habría hecho o solo una, o muy pocas impresiones de billetes, conclusión que surge del análisis de los números de los billetes emitidos firmados, timbrados y circulados; que era la norma en aquellos tiempos para que un billete pudiese circular legalmente, pero nunca pasan del numero 11.000.

Sin embargo, se encuentran gran cantidad de excedentes, sobre todo en numeraciones alrededor del 20.000 en su serie. Estos billetes eran impresos en pliegos de 4, todos con el mismo numero y serie, A. Excepto el segundo billete de un peso que tenia serie B. Una explicación lógica respecto del estado de conservación en que se encuentran muchos de esos billetes excedentes (no habilitados para circular legalmente), es que estos sí circularon como dinero, pese a no tener firmas ni timbres, lo que podría ser entendido dada las dificultades en la velocidad de transmisión de la información hace dos siglos y menor comunicación escrita dado los altos índices de analfabetismo existentes, muchas veces, los coleccionistas encuentran los billetes con los típicos “pliegues de guarda” doblados sobre si mismos en 4 “quiebres”, modalidad que hasta el día de hoy es vista en el campo chileno.

Todo esto nos lleva a hacernos preguntas: ¿Cuánta agua ha corrido bajo el puente?, ¿cuánto hemos avanzado como sociedad?

 

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Rodrigo Barra Villalón nació en Magallanes, zona austral de Chile, en 1965. Cirujano dentista titulado en la Universidad de Chile, ejerció durante algunos años para luego dedicarse a la actividad empresarial en un ámbito del que recién se comenzaba a hablar: Internet. La literatura siempre fue una pasión, pero se mantuvo inactiva por razones de fuerza mayor. Hasta que en 2018, alejado ya de temas comerciales, tomó la decisión de convertirla en un imperativo.

Durante ese año sometió su escritura al escrutinio de diversos editores, talleres y cursos: lanzó su primer libro de cuentos y de crónicas políticas del período de la dictadura (1973-1991), Algo habrán hecho (Zuramerica, 2019), el cual obtuvo una positiva reacción por parte de la crítica especializada y del público lector.

Luego vendría Fabulario (Zuramerica, 2019), una colección de 37 narraciones de ficción alegóricas y se encuentra trabajando en su primera novela: Un delicioso jardín. Es socio activo de Letras de Chile.

Asimismo es redactor estable del Diario Cine y Literatura.

 

Rodrigo Barra Villalón

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Rodrigo Barra Villalón.