«El diablo de las provincias», de Juan Cárdenas: El arte de observar

El autor colombiano publicó en España (2017) la novela que nos trae ahora para Chile las editoriales Montacerdos y Banda Propia, quienes en conjunto han trabajado en una cuidada y bella edición, la cual a todas luces constituye un acierto para el circuito cultural de nuestro país.

Por Alberto Cecereu

Publicado el 20.2.2020

Un biólogo estudia a los seres vivos que viven en este planeta. Analiza sus aspectos genéticos, ecológicos y fisiológicos. Y puede ir más allá: paleontológicos. O sea, el biólogo es un investigador nato. Uno que va a analizar las interacciones de los seres, la composición de estos, y su cadena de vivencia y de supervivencia. Pero, sobre todo, el biólogo observa. Mira detenidamente. Clasifica con su mirada. A través de ella, es capaz de realizar un estudio sobre el medio, sobre la infraestructura, sobre el comportamiento del hábitat. Porque para un biólogo, todo es orgánico, tiene vida, tiene un porqué, una razón. Nada es al azar.

Juan Cárdenas (Colombia, 1978), publicó en España en 2017, la novela El diablo de las provincias, la cual, nos trae para Chile las editoriales Montacerdos y Banda Propia, quienes en conjunto han trabajado una cuidada y bella edición, la que a todas luces constituye un acierto para el mercado cultural. Una novela, que trata sobre un biólogo que vuelve después de varios años, a su ciudad de origen. Este biólogo, que pareciera más inteligente que el resto, se encuentra con todo lo que constituye una ciudad devenida en aldea. Historias. Historias. Anécdotas. Personajes. Secretos. Anécdotas. Fantasmas. Comedias.

Existe un hermano homosexual muerto, un díler peculiar y sacado del cine, una ex novia abandonada al arbitrio del destino que pena como alma errante, un colegio de niñas, que esconde oscuros secretos que al final del día no queremos conocer. Niños que parecen engendrados por un demonio colectivo. Y así. El biólogo observa, analiza y se espanta. Camina y hace su devenir sujeto de esta miríada aldeana insufrible. No es una historia romántica sobre el volver. Sobre ese retorno bello sacado de cuento de hadas. No. Es real. Es decir, es una historia sobre la frustración genealógica. El cómo nuestro pasado es sombra y proyección. Y cómo los territorios se vuelve raíz descompuesta en relación del cómo hemos llegado a ese lugar y de qué forma pretendemos seguir adelante con nuestras vidas.

Cárdenas —y se agradece— escribe una novela que es completamente actual y urgente. Aparece la ciudad latinoamericana de periferia expuesta en su totalidad. La pobreza y el clasismo, quienes, por hermandad malvada, están arraigadas en el hondón de nuestra cultura y aparecen como insignias de un orgullo idiota. El racismo, sagazmente tratada en esa disquisición sobre la película Canción del sur de Walt Disney, muestra la argumentación dialéctica típica sobre la dominación y la corrección política. Por tanto, el autor, identifica el factor de dominación colonial como constituyente del arquetipo cultural de la ciudad latinoamericana de periferia. Ranahit Guha, anteriormente había hablado cómo los sujetos subalternos pueden ser sujetos constructivos de la Historia de una nación. Pues bien, Cárdenas contribuye indudablemente a la construcción de un imaginario auténtico sobre la cultura colombiana primero, y latinoamericana después. La novela llega a problematizar la cuestión propiamente de la otredad, la alteridad y lo subalterno de la periferia trayéndonos a nuestros ojos una historia sencilla, común, y a partir de ahí, tan nuestra.

Ante la depredación ultramoderna de la actualidad, Cárdenas nos ofrece lo contrario. La silenciosa rebeldía de un científico: “El biólogo y su hermano podían pasar horas mirando cómo esos pajaritos hacían sus piruetas, registrando sus ruidos, que iban desde los pitidos casi ultrasónicos hasta llamadas muy complejas que el biólogo, con los ojos cerrados, imaginaba como un microscópico pastel de milhojas sonoras, con capas de zumbidos atonales intercaladas con capas de consonantes, erres y zetas y efes, armonía y persecución concentradísimos en una cápsula musical diminuta.” Ahí, un pasaje hermoso, como tantos de los que uno puede encontrarse en esta novela a veces fragmentaria, a veces cinematográfica. Textos que aluden a la observación de un ecosistema propio, que se entrelazan con la religiosidad, la política y sobre todo con la gente. Personas. Personajes. Todos, quienes cobran un vivaz protagonismo en descriptivas escenas llenas de enjundia y sustancia.

Juan Cárdenas es un perfecto rebelde con una causa clara. Cuestionar el orden moral de la vida moderna. Este libro, digno de un observador innato, que escribe una novela bella y necesaria, no sólo permite establecer una morfología propia del habla latinoamericano sino también una nueva especia de fábula ficcional sobre la cual establecer el presente de nuestros países. No sólo recomiendo El diablo de las provincias, sino que la dejo como obligatoria. Y lea todo, que los últimos capítulos son magistrales, con un texto en las páginas finales, que debe leerse con una sola bocanada de aire.

 

Alberto Cecereu es poeta y escritor, licenciado en historia, licenciado en educación, y magíster en gerencia educacional, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

La novela por Montacerdos y Banda Propia (2019)

 

 

Alberto Cecereu

 

 

Imagen destacada: El escritor colombiano Juan Cárdenas, por El País de Madrid.