«El retrato de Dorian Gray», de Oscar Wilde: La juventud siempre está de moda

La única novela publicada por el inmortal escritor irlandés pone de manifiesto que para la mayoría de los seres humanos, la belleza física es un elemento con un gran poder de seducción frente a la imposibilidad de anular tanto el envejecimiento como la muerte física.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 20.7.2020

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Oscar Wilde nació el 16 de octubre de 1854, en Dublín y murió en París el 30 de noviembre de 1900. El retrato de Dorian Gray fue la única novela que escribió. En la cumbre de su éxito, Wilde fue encarcelado y condenado a trabajos forzados por dos años a causa de su homosexualidad.

El tema central de la novela El retrato de Dorian Gray es la obsesión por la eterna juventud y la belleza, pero el texto envuelve esta idea con las nociones estéticas de Wilde.

La novela tiene veinte capítulos y un prefacio en el cual el autor expone sus puntos de vista en cuanto a la creación artística. Sus dos primeras líneas son absolutamente reveladoras:

“El artista es creador de belleza. Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte.»

La trama se puede sintetizar como sigue: Mientras el pintor Basil Hallaway contempla el retrato de Dorian Gray, Lord Henry Wotton le dice:

—Es tu mejor obra Basil, lo mejor que has hecho. No dejes de mandarla el año que viene a la galería Grosvenor.

—Sé que te vas a reír de mí —replicó Hallward—, pero no me es posible exponer ese retrato. He puesto en él demasiado de mí mismo.

 

Ese mismo día Lord Henry conoce a Dorian, cuando este llega a la casa del pintor para terminar el cuadro. Lord Henry le inspiró gran simpatía a Dorian y le abrió los ojos con sus palabras: “posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer”, con esta frase sigue guiándolo a abrazar el hedonismo. Y remata diciéndole: “¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee (…) Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible».

Cuando Basil terminó el cuadro y Dorian lo vio: “La conciencia de su propia belleza lo asaltó como una revelación”, los cumplidos del pintor por fin cobraron toda su realidad. Pero Dorian Gray se entristece al ver su retrato terminado, pues se da cuenta que este representa un momento único de su vida, un momento lleno de belleza y juventud.

“¡Qué triste resulta! —murmuró Dorian Gray, los ojos todavía fijos en el retrato—. Me haré viejo, horrible, espantoso. Pero este cuadro siempre será joven. Nunca dejará atrás este día de junio… ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservara siempre joven y el retrato envejeciera! Daría…, ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Daría el alma!».

Lord Henry y Dorian se van al teatro esa noche y al día siguiente Lord Henry piensa que hay: “algo terriblemente cautivador en influir sobre alguien”, pues él sabe que está moldeando a Dorian, desgraciadamente para mal. Tan seguro está de su influencia que dice: “Se le podía convertir en un titán o en un juguete. (…) Trataría de dominarlo; en realidad ya lo había hecho a medias. Haría suyo aquel espíritu maravilloso”.

Dorian Gray le confiesa a Lord Henry que se ha enamorado de la joven actriz Sibyl Vane, pero este dice no conocerla. Una noche Dorian, por fin, la conoce y ella le dice que lo va a llamar “Príncipe Azul”.

Dorian le pide a Lord Henry que le diga a Basil que vayan con él al teatro para que conozcan a Sibyl y  esa misma noche le deja saber que se ha comprometido con ella.

Cuando van al teatro, sin embargo, la actuación de Sibyl en el papel de Julieta es muy mala y la mitad del público se va antes de que termine la obra. Al ir a ver a Sibyl después de la función Dorian le reclama su mala actuación y ella le explica que al haber conocido el amor verdadero, le resulta imposible representarlo mediante personajes falsos.

Dorian le dice que con su mala actuación mató su amor y da por terminada la relación.

Cuando llega a casa, Dorian se detiene a observar su retrato y al fijar la mirada en él nota un cambio casi imperceptible en el canto de la boca: “La expresión parecía distinta. Se diría que había aparecido un toque de crueldad en la boca. Era, sin duda, algo bien extraño”.

Esta es la primera vez en que pensó en el deseo expresado de poseer una eterna juventud se había hecho realidad, pues el retrato tiene el hermoso rostro deformado por una cruel sonrisa.

Dorian se sintió culpable y se prometió que volvería junto a Sibyl Vane, le pediría perdón, se casaría con ella, se esforzaría por amarla de nuevo. A la mañana siguiente, después de largas horas de sueño contempla de nuevo el retrato y comprueba el cambio sufrido en él: “Se levantó y cerró las dos puertas con llave. Al menos estaría solo mientras contemplaba la máscara de su vergüenza. Luego apartó el biombo y se vio cara a cara. Era totalmente cierto. El retrato había cambiado”.

Esa tarde lo visita Lord Henry y le comenta que Sibyl ha muerto. Dorian reacciona diciendo: “De manera que he asesinado a Sibyl Vane”. Al día siguiente lo visita Basil para darle el pésame y le comenta que va a necesitar el cuadro para una exposición en París, pero Dorian no le permite ver la pintura.

Después Dorian decide esconder el cuadro en el ático para que nadie vea la corrupción que este va sufriendo. Esa tarde, Lord Henry le manda un libro sobre los pecados del mundo en diferentes épocas: “Era un libro venenoso. El denso olor del incienso parecía desprenderse de sus páginas y turbar el cerebro” y el libro terminó pareciéndole ser: “la historia de su vida, escrita antes de que él la hubiera vivido”.

Algunas veces Dorian subía al ático y contemplaba el cuadro dejándose dominar y sonreía, secretamente complacido ante la imagen deforme del retrato.

Dorian Gary se había convertido en un modelo a seguir para los jóvenes londinenses. Pero lo que Dorian trataba era: “de inventar una nueva manera de vivir que descansara en una filosofía razonada y en unos principios bien organizados, y que hallara en la espiritualización de los sentidos su meta más elevada”. El quería instaurar un nuevo hedonismo.

Sin embargo, en su entorno social ya se hacían murmuraciones sobre su vida, y había gente que prefería evitarlo, pese a su encanto y juventud. Tras años sin verlo, Basil se lo encuentra una noche y le comenta lo que se dice de él y le pide que le diga que no es verdad. Como respuesta, Dorian lo lleva al ático para que vea el retrato. Frente a él Basil dejó escapar una: “exclamación de horror al ver, en la penumbra, el espantoso rostro que le sonreía desde el lienzo. Había algo en su expresión que le produjo de inmediato repugnancia y aborrecimiento. ¡Dios del cielo!». Después Dorian mata a a Basil.

A la mañana siguiente Dorian manda a llamar a un viejo conocido, el químico Alan Campbell, para que se deshaga del cuerpo de Basil usando químicos. Y como este se niega, Dorian lo chantajea pasándole un pedazo de papel en el que Dorian ha escrito algo, que nosotros ignoramos.

En los días siguientes Dorian se muestra irritable, inseguro, actúa de un modo extraño. Una madrugada mientras andaba por los barrios bajos del puerto se topa con James Vane, el hermano de Sybil, quien le dice que lo va a matar para vengar la muerte de su hermana, pero Dorian se le escapa al decirle que lo vea bajo la luz; James se da cuenta que el hombre que tiene amenazado es muy joven para ser la persona que buscaba, y lo deja ir.

Pocos días después Dorian empieza a sentirse perseguido por James, quien muere por una mera casualidad mientras Dorian y unos amigos están de cacería.

Meses después Dorian le cuenta a Lord Harry que está tratando de cambiar, pero Lord Harry se burla y le dice que la gente en Londres sigue hablando de la desaparición de Basil.

Dorian sube para ver si el cuadro ha empezado a perder aquel horror que lo aterrorizaba y al destaparlo ve que el lienzo seguía siendo tan odioso como siempre.

Con la conciencia intranquila, piensa en confesar que él mató a Basil, pero antes decide liberarse del cuadro, y con el mismo puñal ataca al cuadro. Se oye un grito y el golpe de una caída.

Los criados, después de unos quince minutos suben y en el interior del ático encontraron colgado de la pared, un espléndido retrato de Dorian tal y como lo habían visto por última vez, en todo el esplendor de su juventud y singular belleza y en el suelo, vestido de etiqueta, y con un cuchillo clavado en el corazón, hallaron el cadáver de un hombre mayor, muy consumido, lleno de arrugas y con un rostro repugnante. Sólo lo reconocieron cuando examinaron las sortijas que llevaba en los dedos.

La novela pone de manifiesto que tanto para Dorian como para la mayoría de nosotros, juventud y belleza son elementos con un gran poder de seducción. No en balde crece tanto la industria de cosméticos, cirugías plásticas, vitaminas, ejercicios, dietas y píldoras para diferir (ya que no es posible anular) el envejecimiento.

Seguramente el lector sabe que de esta novela fascinante se han hecho al menos dos adaptaciones al cine, una en 1945 bajo la dirección de Albert Lewin y protagonizada por Hurd Hatfield como Dorian Gray; la otra versión fue hecha en 2009, dirigida por Oliver Parker, y Ben Barnes actúa en el papel principal.

 

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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«El retrato de Dorian Gray», de Oscar Wilde (Literatura Random House, 2016)

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Crédito de la imagen destacada: Oscar Wilde por Karen Arnold.