El último ciudadano: Sergei Krikaliov, el segundo ser humano que ha pasado más tiempo en el Espacio

Después de estar 311 días, 20 horas y 1 minuto a bordo de la estación espacial MIR, el cosmonauta eslavo regresó a la Tierra el 25 de marzo de 1992: en ese lapso, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se derrumbó, por lo que partió del planeta como un ciudadano del imperio comunista, pero a su llegada el país no existía y aterrizó en una Federación Rusa que era parte de la Comunidad de Estados Independientes, y ni siquiera su ciudad natal, Leningrado, permanecía ya con ese nombre, y de nuevo volvía a llamarse San Petersburgo.

Por Rodrigo Barra Villalón

Publicado el 9.4.2020

La pandemia del coronavirus se expande por el planeta y en cuestión de pocos días nuestras formas de vida cambiaron radicalmente. Desde un primer momento el principal consejo dado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue recurrir al aislamiento social para disminuir la tasa de contagios. La cuarentena empezó a implementarse progresivamente en distintos países, y con esta medida comenzaron a manifestarse síntomas como el aburrimiento y la ansiedad.

Sergei Konstantinovich Krikaliov es conocido como «el último ciudadano de la Unión Soviética». Fue lanzado el 19 de mayo de 1991 a bordo de la Soyuz TM-12, a cargo de la ingeniería de vuelo, junto al comandante Anatoly Artsebarsky, y la astronauta británica Helen Sharman. Ella regresó a la Tierra con la tripulación siguiente después de una semana, mientras que Krikaliov y Artsebarsky permanecieron en la estación espacial MIR (paz) durante el verano, llevando a cabo seis caminatas espaciales para realizar varios experimentos y algunas tareas de mantenimiento de la estación.

En julio de 1991, Krikaliov accedió a quedarse en la MIR como ingeniero de vuelo para la tripulación siguiente, programada para llegar en octubre, porque los dos vuelos previstos se habían reducido a uno. Luego de la sustitución de la tripulación en octubre, junto con su compatriota Aleksandr Vólkov y el alemán Klaus-Dietrich Flade, Krikaliov continuó las operaciones da la MIR realizando otros experimentos y caminatas antes de regresar a la Tierra el 25 de marzo de 1992. Aterrizando pasadas las 9:15 en Kazasán. Período en que pasó 311 días, 20 horas y 1 minuto a bordo de la estación espacial MIR. En ese lapso, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se derrumbó, por lo que partió de la Tierra como ciudadano de la Unión Soviética, pero a su llegada el país no existía y aterrizó en una comunidad de Estados Independientes (CEI) como ciudadano de la Federación Rusa. Ni siquiera su ciudad natal, Leningrado, existía ya con ese nombre, y de nuevo volvió a llamarse San Petersburgo.

En octubre de 1992, la NASA anunció que un cosmonauta experimentado volaría a bordo del siguiente viaje del Transbordador espacial. Krikaliov fue uno de los dos candidatos nombrados por la Agencia Espacial Rusa para ser tripulante en la misión STS-60, la primera misión espacial conjunta EE.UU./Rusia en un transbordador. Lanzada el 3 de febrero de 1994, durante el vuelo de ocho días, la tripulación del Discovery llevó a cabo una amplia variedad de experimentos científicos, observación de la Tierra, y experimentos de soporte vital. Krikaliov fue el encargado de una parte significativa del Sistema Manipulador Remoto (RMS). Después de 130 órbitas de la Tierra, la misión STS-60 aterrizó en el Centro Espacial Kennedy, Florida, el 11 de febrero de 1994.

En diciembre de 1998, Krikaliov y el astronauta Robert Cabana se convirtieron en las primeras personas en entrar en la Estación Espacial Internacional (ISS), cuando ¡encendieron las luces! en el módulo de conexión estadounidense Unity. Esto ocurrió durante la misión STS-88 del Endeavour. Durante esa misión de 12 días el módulo Unity fue acoplado con el módulo Zaryá.

Luego, Krikaliov fue miembro de la tripulación de la Expedición 1. Puesta en marcha el 31 de octubre de 2000, en un cohete Soyuz lanzado desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán, concluyendo con éxito el acoplamiento con la estación el 2 de noviembre de 2000. Durante su estancia en la estación, prepararon el interior de la nave orbital para futuras tripulaciones. También vieron crecer la estación de tamaño con la instalación de la estructura de paneles solares americanos y el módulo laboratorio Destiny.

Krikaliov también fue el comandante de la Expedición 11. Vivió y trabajó a bordo de la Estación Espacial Internacional en una estancia de seis meses junto a John L. Phillips (EE.UU.). Esa fue la tercera vez que voló a la Estación Espacial Internacional. La Expedición 11 fue lanzada desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán el 14 de abril de 2005 a bordo de otra nave Soyuz y se acopló a la ISS el 16 de abril de 2005. Sergei Konstantinovich Krikaliov es el segundo ser humano que ha pasado más tiempo en el espacio.

¿Qué hacen los astronautas con el aislamiento?

Dicen que es vital seguir una rutina, mantener un horario organizado en donde todo el tiempo esté agendado, desde el momento en que te despiertas hasta la hora de ir a dormir. A veces eso incluye una larga caminata espacial de toda una jornada; en otras ocasiones, se trata de solo una tarea de cinco minutos, como dar un vistazo a las «chinitas» del experimento con insectos.

Toman pausas deliberadas de distracción porque saben que estarán ahí durante un largo periodo. En ese lapso, realizar actividades divertidas y diferentes; podrías llegar a ver nuevamente la primera temporada de Lost o The Matrix por tercera vez y encontrar detalles insignificantes o reinterpretar lo que nunca quisieron decir.

No están únicamente en un sólo lugar. Por ejemplo, si nos quedamos trabajando en la cocina, salir de ella de a ratos. No necesitas ejercitarte dos horas y media al día, de la forma que lo hacen los astronautas en la estación espacial, pero moverse varias veces al día debe ser parte de tu cuarentena.

Encuentran una actividad de escape que no sea el trabajo, ni el aseo de tu entorno ni siquiera la pausa deliberada de diversión. Por ejemplo, la lectura o practicar un instrumento. La distracción silenciosa que te proporciona un libro es invaluable.

Entre los estudios que ha realizado la NASA sobre los efectos del aislamiento en humanos, uno de los descubrimientos más sorprendentes fue el valor que le entrega a las personas el escribir un diario. Tomarse el tiempo de escribir sobre experiencias, no solo registrar los sucesos de todos los días sino intentar describir lo que experimentas a través de tus sentidos o escribir sobre tus recuerdos.

Aunque vernos sea difícil, es importante mantener videoconferencias o conversaciones telefónicas con familiares y amigos. Los científicos descubren que el aislamiento es dañino no solo para nuestra salud mental, sino también para la salud física, especialmente para nuestro sistema inmune. Hoy, la tecnología hace que sea fácil mantenerse en contacto, así que vale la pena dejar un tiempo para conectarse con alguien todos los días. Podría ayudarte a combatir los virus. Porque cuando volvamos, como Krikaliov, el país, el mundo ya no será el mismo.

 

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Rodrigo Barra Villalón nació en Magallanes en 1965. Cirujano dentista titulado en la Universidad de Chile, ejerció durante algunos años para luego dedicarse a la actividad empresarial en un ámbito del que recién se comenzaba a hablar: Internet. La literatura siempre fue una pasión, pero se mantuvo inactiva por razones de fuerza mayor. Hasta que en 2018, alejado ya de temas comerciales, tomó la decisión de convertirla en un imperativo.

En ese año sometió su escritura al escrutinio de diversos editores, talleres y cursos; publicando su primer libro de cuentos y de crónicas políticas del período de la dictadura (1973-1991), Algo habrán hecho, en diciembre de esa temporada (Zuramerica, 2018), el cual obtuvo una positiva reacción por parte de la crítica especializada y del público lector. Luego vendría Fabulario (Zuramerica, 2019), una colección de 37 narraciones de ficción alegóricas y se encuentra trabajando en su primera novela, Un delicioso jardín. Es socio activo de Letras de Chile.

Asimismo es redactor estable del Diario Cine y Literatura.

 

Rodrigo Barra Villalón

 

 

Imagen destacada: El cosmonauta ruso Sergei Konstantinovich Krikaliov, al regresar a la Tierra en 1992.