[Ensayo] «Algo que quería contarte»: De mujeres, dolores y pequeñas maravillas

Esta nueva colección de relatos de la Premio Nobel de Literatura canadiense Alice Munro nos ayuda a ahondar en el mundo que ha trasvasado mediante su prosa serena y apabullante, capaz de sintetizar la espesura dramática de las novelas en unos cuentos ni muy cortos ni muy largos, al transmitir la experiencia y la amistad de los seres menos extravagantes, arrullándonos al oído esas historias mínimas que tan bien narraron Chejov o Maupassant.

Por Alfonso Matus Santa Cruz

Publicado el 3.9.2021

En el arte del relato breve se conjugan los atributos de la buena poesía: un ritmo intenso y placentero al oído, la peculiaridad y autonomía de la obra; y de la narrativa de largo aliento: la nitidez abrasiva con que los personajes cobran vida, la descripción precisa y sugerente del ambiente físico y las oscilaciones anímicas de sus protagonistas.

No son muchos los escritores y escritoras que se embarcan en el extenso y microscópico peregrinaje de perfeccionar y modular en variedad de voces y registros este género tan arduo y hermoso.

Sin embargo, si sacamos cuenta, hallamos a algunos de los más grandes, pues si bien la mayoría de los narradores son ávidos lectores de cuentos, solo unos pocos logran destilar, con destreza y concisión, el racimo de algunas historias que se graban a fuego lento en la memoria del lector.

Y de ellos, y ellas, son menos los que hacen del relato breve su arte definitivo, gestando, una y otra vez, conjuntos de relatos que se sostienen y dialogan entre sí, generando una trama reconocible, unida por la voz narrativa que palpita tras decenas de personajes.

Alice Munro, la narradora canadiense, pertenece a esta última clase de escritores, y, como si no bastase con sus más de diez colecciones de cuentos, el último volumen traducido al castellano, Algo que quería contarte, editado por Lumen, que consta de trece historias traducidas por vez primera a nuestro idioma, viene a confirmar y ampliar la magnitud, la vivacidad, el humor irónico y compasivo, y la cariñosa cercanía que se respira en cada uno de sus relatos.

 

Una narrativa sensible

Hija de una familia de granjeros, el escenario recurrente y móvil de sus relatos suele hallarse en los pequeños poblados esparcidos por el vasto paisaje canadiense.

Bahías, montañas boscosas, aserraderos; pescadores, madres e hijas, profesoras, amas de casa y una jovencita enamorada de un aviador suelen llevar la batuta de las pequeñas tramas en que conviven la desazón, la maravilla, el deseo erótico como mitigante de relaciones rotas o la enfermedad de una madre que se desvive por continuar activa.

El amor platónico y la infidelidad, el lento derrumbe de las esperanzas, los amantes de juventud que vuelven para atizar instintos suicidas o un hombre en un tren que habla de vidas pasadas a la mujer que hace un recuento de sus amantes pasionales u imaginarios.

Munro le da a cada uno de sus personajes el espacio y la textura de la vida misma. Las observaciones de sus narradoras son obsequiosas y quirúrgicas, pero no demasiado inteligentes, al menos no en un sentido abstracto, sino que sabias y terrenales. A veces descubren como se han engañado a sí mismas, a veces simplemente se ríen de la vergüenza que les da la desnudez.

El dolor y el humor frente a los sismos esporádicos que provoca el paso del tiempo, el júbilo y la decadencia de las relaciones afectivas, emergen ante los ojos del lector como un recuerdo demasiado vívido para no calar en el corazón.

La mujer que viaja en tren cavila frente al árido paisaje, llora con el rumor de sus pensamientos de fondo: “La vida no se parece a las historias vagamente irónicas que me gusta leer, parece una telenovela. La banalidad te hará llorar tanto como cualquier otra cosa.”

La tristeza no requiere de mayores adjetivos, el paso de los días y la decadencia del amor percuten los pechos, más o menos desesperados, de los mortales. Munro lo sabe y lo siente, por eso mismo es capaz de entrar en las zonas ambiguas de la experiencia humana y transparentar las mareas de incomprensión emocional que nos sacuden en los momentos menos esperados.

Esta colección de relatos nos ayuda a ahondar en el mundo que ha trasvasado mediante su prosa serena y apabullante, capaz de sintetizar la espesura dramática de las novelas en unos cuentos ni muy cortos ni muy largos, haciéndonos llegar la experiencia y la amistad de las mujeres menos extravagantes, arrullándonos al oído esas historias mínimas que tan bien narraron Chejov o Maupassant, bajo la agraciada luz de su sensible narrativa.

 

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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, barista y brigadista forestal.

Actualmente reside en la ciudad Punta Arenas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Algo que quería contarte», de Alice Munro (Lumen, 2021)

 

 

Alfonso Matus Santa Cruz

 

 

Imagen destacada: Alice Munro.