[Ensayo] «Gran sertón: veredas»: El Brasil «bronco», ese que votó por Lula

La obra literaria del mítico escritor João Guimarães Rosa entrega y analiza artísticamente a un gigante sudamericano muy diferente al de la propaganda oficial, a uno lejos de los paraísos turísticos, de las grandes metrópolis, o de las ciudades deslumbrantes en medio de la selva amazónica.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 25.11.2022

Esta novela escrita en 1956, es una de las obras más conocidas de Brasil, y en ella asistimos a las batallas de diversos caciques por el control del territorio y el poder en esta parte bronca de la nación sudamericana.

Una región demográfica y geográficamente ruda, que votó por Lula con la esperanza de un cambio político, económico y social que respete el medio ambiente, al tiempo que garantice la dignidad y la dignidad de los brasileños más empobrecidos.

Los críticos literarios afirman que, en cierto modo, esta ficción literaria recoge la historia de todo Brasil, pues nos muestra la oposición entre lo arcaico y lo moderno, la ciudad y el campo, entre la civilización y la barbarie como diría el famoso Sarmiento.

El Gran sertón: veredas de João Guimarães Rosa (1908 – 1967) pues, se nos presenta como una región de contrastes, ya que mientras asistimos a la riqueza de los hacendados, al lado tenemos la miseria de la gente que trabaja para ellos, y mientras nos maravillamos con la belleza del nordeste brasileño, a su vez nos entristecemos con el abandono en la cual vive la mayoría de sus pobladores, la falta de escuelas, hospitales, centros donde se rescaten sus valores culturales, lugares de diversión, etcétera

Los expertos también afirman que Guimarães Rosa es el gran escritor de la primera parte del siglo XX en lengua portuguesa, y yo digo que a él le seguirá la figura intrigante de una mujer, Clarice Lispector, cuya obra dominará la segunda mitad de la centuria pasada.

 

El orden de la barbarie

Ahora vayamos a hablar brevemente de la trama, pues sería imperdonable economizar al lector la oportunidad de leer por sí mismos esta extraordinaria novela. En el centro de Gran sertón: veredas, está la historia de la vida de quien nos cuenta el relato en forma de un largo monólogo; Riobaldo, Tatarana o Víbora Blanca dependiendo el momento de la narración en que se encuentre.

Al mismo tiempo, la obra nos cuenta las miserias, la belleza, los peligros, el valor sagrado de la amistad y el honor, Y el valor de los yagunzos que combaten bajo las órdenes de los caciques en la región.

También la novela deja entrever una cierta ambigüedad pues, al tiempo que la región espera la modernidad que no termina de llegar, la gente de este sertón tiene su propio orgullo, sus propias formas de lidiar con sus problemas y sus particulares soluciones ante el abandono en que se encuentran.

La ficción transcurre en el «gran sertón» que es un territorio complejo que va desde Sergipe, pasando por Alagoas, Pernanbuco, Río Grande del Norte, Ceará, Paraíba, Piauí, Bahia, y Minas Gerais; esta cartografía se compone de llanos, selvas, vegas de ríos, quebradas, desiertos y el famoso río San Francisco, el más brasileño de todos los afluentes de agua dulce, como diría la gente del nordeste.

Así, el argumento también nos entrega, además de la geografía, la flora y la fauna de la región por la que cabalgan estos jóvenes «yagunzos» aventureros, hombres anárquicos que bajo el mando de un cacique se organizan para luchar contra otros líderes zonales, frente a las tropas de los generales y políticos que lucran con la pobreza de la gente y de la provincia a finales del siglo XIX.

El protagonista, ahora un hombre mayor, casado, que heredó de su padrino fortuna, nos cuenta su vida a nosotros que a través de la lectura escuchamos su largo monólogo.

De joven y de forma un tanto fortuita, Riobaldo fue yagunzo, guerrero bajo las órdenes de dos caciques en el sertón, hasta que destronó a Zé Bébelo, y terminó él mismo ocupando su puesto al frente de una banda de soldados que buscar ahora vengar la muerte de su antiguo líder.

 

Los rostros de un país difuso

Como trasfondo de la novela tenemos la «extraña atracción», más bien el enamoramiento entre el protagonista y su bello amigo Diadorin, un joven valiente, del que está prendado sin poder concretizar su amor, pues no sería «normal»; al final, cuando el muchacho muere, toda esta pasión se aclara pues, se descubre que, en realidad, Diadorin era una bella mujer.

La obra nos entrega un Brasil diferente, lejos de los paraísos turísticos, de las grandes metrópolis, o de las ciudades deslumbrantes en medio de la selva amazónica.

Otro elemento importante que sirve de trasfondo del relato, es el elemento religioso, la lucha entre el bien (Dios, la Virgen, los Santos) y el mal, personificado por el demonio con quien el protagonista hizo un pacto (o tal parece) y por ello todas sus aventuras armadas son exitosas.

Escrita en una asombrosa mezcla de un lenguaje cotidiano típico de la región y de un portugués culto, la novela tiene además momentos poéticos y lances épicos, lo que hace que su estructura literaria nos mantenga interesados todo el tiempo, pese a su extensión y a la forma de su narración.

Invito al lector que no ha leído la novela a que no se demore y se entregue a su lectura.

 

 

***

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente y miembro del comité editorial del Diario Cine y Literatura.

 

Adriana Hidalgo Editora (2009)

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: João Guimarães Rosa.