Entrevista al periodista Javier Rebolledo: «La escritura tiene que ver necesariamente con el aislamiento»

El investigador nacional dialoga con el diario «Cine y Literatura» acerca del proceso intelectual y narrativo que desembocó en la publicación de su monografía «Los hijos del frío» (Planeta, 2018), uno de los libros que lideran las listas de venta y de lectura en Chile, y el cual revisita a la trágica y misteriosa historia contemporánea del país.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 25.9.2018

Los hijos del frío (Planeta 2018), la última publicación de Javier Rebolledo, nos hace partícipes de la realidad de Daniel Palma Robledo, líder comunista asesinado en el cuartel Simón Bolívar y reconocido por Jorgelino Vergara (“El Mocito”) como uno de los ultimados allí. Esto es relevante desde el momento que Jorgelino no recordaba mucho, no retenía ni rostros ni nombres de los muchos que pasaron por ese centro. Daniel Palma se posiciona como una figura llena de matices: minero del salitre, en un momento secretario general de las Juventudes Comunistas, pero expulsado del partido en 1950. Líder, expulsado, paria, héroe: todos estos arquetipos forman parte del retrato que Rebolledo compone en Los hijos del frío.

Este libro surge como un encargo y un diálogo entre Rebolledo y los hijos de Palma, quienes necesitan enfocar la borrosa imagen de su padre. Así, la figura de Palma se transforma en un icono que plasma un tiempo histórico; su retrato adopta los perfiles de una alegoría, a través de la cual se cursan algunos de los fenómenos sociales más relevantes del último siglo. Rebolledo tiene un método exhaustivo que nos permite ver las particularidades de su objeto de estudio de modo íntimo, y nunca se olvida de proveer un contexto más amplio que nos permite ver la intensidad de los conflictos en un análisis histórico de largo alcance.

Asimismo, Rebolledo no se ancla a un objetivo finiquitado, sino que permite que el mismo proceso de investigación lo conduzca hacia otros descubrimientos. Él explica: “Más que la historia de Daniel, me di cuenta, era la de Rosalía, pero también la de ambos, desde su juventud indivisiblemente unida. Encontré datos interesantes para retratar el entorno en que crecieron sus hijos, como también del Chile de aquellos años. Por eso, decidí reseñar algunos pasajes”.

 

-En la introducción hablas sobre el aislamiento como proceso de escritura. Buscabas un retiro, pero no es posible escapar: el tema te encuentra. Tienes muchas publicaciones, ¿ves un patrón en tu proceso de escritura?

-Sí, en mi caso la escritura tiene que ver necesariamente con el aislamiento. Más o menos aislamiento sería la diferencia en distintos procesos de escritura, pero en general es el elemento fundamental para lograr comprender lo que necesito comprender y luego expresarlo. También es cierto que, aunque esté la mayor parte del tiempo aislado o semi aislado de la realidad cotidiana, existe un cierto patrón que me vincula con las investigaciones. Esto solo he logrado dilucidarlo al observar varios procesos investigativos y verificar que están unidos por una especie de hebra invisible. Es como si se tratara de una sincronía o un camino delineado que para mí solo es posible notar cuando miro hacia el pasado.

 

-A través de tus capítulos haces un condensado análisis histórico: la revolución industrial, los gobiernos locales de los últimos centenarios, la transición político-social de la Unión Soviética, etcétera. ¿Cuál es tu método para destilar la documentación histórica?

-Es verdad. Hay bastante información. En general, como se trata de investigaciones exploratorias siempre el ejercicio consiste en ponerme en los zapatos del lector. Esto es pensar qué elementos necesita para comprender mejor la investigación que le estoy poniendo delante. En el caso de Los hijos del frío, el personaje central es Daniel Palma, un hombre que había vivido dramáticamente el gobierno de Gabriel González Videla, como un integrante activo de la Guerra Fría. Además, era un ferviente seguidor de Stalin. Teniendo eso en consideración, para comprender a mi personaje entendí que debía visitar parte del gobierno de González Videla, como también los crímenes de Stalin y también el Chile que se vivía en esos días.

 

-El capítulo “Los hijos del frío” concluye con nociones como “epopeya” y “heroísmo”. Trabajar con casos más periféricos (como hiciste con Mariano Jara en Camaleón), ¿te permite generar un nuevo tipo de héroe? Históricamente, ¿cuál es la deuda con estas voces que tú haces resurgir?

-Me parece que el concepto de héroe es muy complejo. Históricamente ha servido a la humanidad para enseñar las virtudes que facilitan la cooperación social, al tiempo que ha sido una herramienta efectiva de parte de gobiernos e ideologías para manipular también a los ciudadanos. Héroe y villano, entonces, son términos relativos, que dependen mucho del mito social en que habite el individuo y de los valores que pregone una religión o un sistema político. Como un talibán puede sentirse héroe de su mito, también puede ser visto desde occidente como un villano. Y viceversa. Producto de ese relativismo, es que prefiero la ética personal antes que la moral “objetiva” de los partidos, las ideologías o las religiones. Entendiendo eso, es que he buscado a ciertos personajes que, siendo débiles en muchos aspectos, han llevado a cabo acciones valerosas, más allá de su propia humanidad. Pero incluso eso no necesariamente define, bajo mis parámetros, una acción heroica. Pues se puede ser suicida en nombre de una ideología. Para mí, si debo definir una acción de verdad heroica, esta debe ser llevada a cabo por amor, pero amor con minúsculas, no con mayúsculas hacia una ideología o para defender un sistema. Una acción heroica para mí se define por el amor hacia las personas, pues eso para mí es humanismo.

 

-Este proyecto surgió como un encargo. ¿Cómo te posicionas en tu faceta de ‘ventrílocuo’? ¿Cuáles son los alcances y las responsabilidades de este tipo de trabajo? También esta investigación mezcla emoción y rigurosidad. ¿Cómo compensas estas pulsiones?

Intento siempre mantener la rigurosidad y la fidelidad hacia lo que se me va presentando en el camino. Como no parto desde una verdad previamente definida, el camino es complejo. En eso me tengo a mí y a mi propio juicio, que me va sirviendo de guía. Pero también existe gente, como mi amigo Gabriel, mis padres y mi pareja, con quienes voy llevando a cabo un proceso de diálogo. Expongo mis dudas, escucho sus juicios, me veo reflejado en ellos y en base a eso, más lo que voy encontrando en la investigación, es que comienzo a delinear un camino que, en muchos momentos, cae en el desconcierto. Un camino que nunca es ni será objetivo, pues yo soy un sujeto con historia, ideas y carencias. Es también un camino que, al dar con verdades, como me ha sucedido, se vuelve aún más intrincado, pues muchas veces las verdades son de difícil digestión y no dejan contento a nadie. Intento ser honesto en la investigación, por ejemplo, también contando mis impresiones y lo que me va generando aquello que voy encontrando, pues así siento que abro el proceso de construcción y colaboración hacia el lector.

 

Nicolás Poblete Pardo es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Concepciones (Editorial Furtiva, Santiago, 2017).

 

 

 

Javier Rebolledo (1976) es periodista y se ha especializado en la investigación de temas relacionados con violaciones sistemáticas a los derechos humanos en Chile, abusos a menores y denuncias de malas prácticas empresariales y políticas. Desde el año 2002 ha publicado e integrado equipos de investigación periodística en medios impresos nacionales (Siete+7The ClinicLa Nación Domingo). En 2005 fue seleccionado por Chile y finalista en el concurso internacional de la Unicef con el reportaje «Alcatraz para menores» (The Clinic). Participó como periodista investigador y asistente de dirección en el documental El Mocito, dirigido por Marcela Said y Jean de Certeau.

En 2010 realizó el documental Castilla para la serie de televisión ¿Por qué en mi jardín? de la productora La Ventanacine, con el cual ganó el Premio al Periodismo de Excelencia de la Universidad Alberto Hurtado.

Es autor de los libros La danza de los cuervos (2012), Premio Municipal de Literatura 2013, categoría Investigación Periodística, El despertar de los cuervos (2013), y A la sombra de los cuervos (2015).

 

 

Crédito de la imagen destacada: El periodista Javier Rebolledo, por Mónica Molina.