[Entrevista] Cristián Brito Villalobos: «Escribir ha sido la única manera para manifestar lo que siento en su forma más bruta y genuina»

El poeta y crítico del Diario «Cine y Literatura» acaba de lanzar su desgarrado volumen «Todo es sobre la muerte» (Cuarto Propio, 2021), surgido a raíz de una devastadora experiencia personal, y un set de versos que cuenta con los elogiosos comentarios de Yanko González y de Soledad Fariña.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 20.7.2021

Cristián Brito Villalobos (Sala de espera, El estado de las cosas, entre otras publicaciones), lanza Todo es sobre la muerte (Cuarto Propio 2021), volumen de poemas que surgen, como el mismo autor ha manifestado, de un dolor muy cercano.

Con esta publicación emergen distintas apreciaciones del trabajo de Brito Villalobos, como las que introducen la colección. “No hay noche suficiente para enfriar el calor que este libro lleva adentro”, dice Yanko González. Por su parte, Soledad Fariña escribe: “La única certeza, pensamos mientras vivimos, es la muerte. Pero tampoco es tan cierto, pues hay diferentes maneras de cercarla, sentirla, alejarla, imaginarla, ignorarla”.

Todo es sobre la muerte es un muestrario de las emociones más duras a las que nos enfrentamos durante procesos de duelo, como la aceptación, la rabia, la resistencia a la resignación, la incomprensión, la desesperación, la angustia existencial que se filtra como una demanda espiritual, también religiosa.

Los poemas van anticipando un pozo y, a medida que avanzamos en la lectura, se hace evidente el tono urgente, terrible y desgarrador de la escritura. Con enunciados directos, breves, límpidos, Cristián va documentando nuestra(s) reciente(s) historia(s), donde se incluye, necesariamente, el trauma que ha significado la pandemia.

Como se lee en el poema “Confinamiento”, la aparición del virus añade una capa más de desamparo y alienación: “Más muertos entre muertos”.

 

«La muerte no muere»

—Desde el comienzo de Todo es sobre la muerte se percibe un dilema, centrado en las disputadas “Razones para escribir”. ¿Se necesitan razones? ¿Cómo justificas el acto de la escritura ante un dolor tan inaprensible?

—Creo que los motivos que llevan a una persona a escribir son muchos e incomprensibles. En mi caso es por necesidad. Es como si algo me arrastrara. Me refiero a un impulso que a través de las palabras adquiere un fundamento en la vida real.

Escribir, en mi caso, ha sido la única manera para dejar que lo que realmente pienso o siento se manifieste en su forma más bruta y genuina.

En este sentido, la poesía es esa herramienta. No tengo razones establecidas para escribir. Creo que la única razón es la muerte. Si fuésemos inmortales probablemente nadie escribiría porque la memoria no sería necesaria. No necesitaríamos dejar un registro.

Recordar tampoco sería importante, pues no habría evocación, que es lo que buscamos a través de la remembranza. Es triste imaginar un mundo así. Sin muerte. Sin miedo. Sin dolor. No seríamos lo que somos. No estaríamos vivos.

El dolor y la muerte son parte de la vida, así como la vida es parte de la muerte. Todo está conectado, y nuestra finitud y envejecimiento nos recuerda que cada segundo que pasa es uno menos, o quizás uno más, depende de la óptica con que se analice.

El dolor, la enfermedad en este caso, se manifiesta de forma repentina. Es como cruzar una calle y que un auto te atropelle por no respetar un signo pare. Y todo se acaba. Y nadie pudo preverlo.

La enfermedad es una cachetada en el rostro que te recuerda que la muerte no muere. Lo que quiero decir es que para mí sin la escritura el dolor sería solo una palabra de cinco letras, vacía e incompresible como la vida misma y su fin.

 

«Hay mucho de mi infancia en mis poemas»

—Haces una conexión entre muerte y minerales; entre piedras, tiempo y polvo, con las consecuentes reminiscencias rituales: “Las tumbas están abiertas/esperando que por fin nos rindamos”, leemos en “La madera de las tumbas”. El poema “En el camino” presenta otro ángulo de esta imagen: “la dentadura con todos sus dientes/los demás huesos ya eran polvo”. ¿Cómo es esta estela que deja la muerte? Háblanos de los residuos que trabajas en tus poemas, y que a veces adoptan la forma de esperanza, de preguntas cuya respuesta se esperan con ilusión. Esto sugiere que la decepción no es total…

—A pesar de que en mis poemas la esperanza y felicidad son una quimera, en la vida real si soy, a pesar de todo, un tipo feliz. Pero hay un rincón oscuro, una pieza inhabitada que sólo yo conozco, y es allí donde se alojan los miedos más oscuros y profundos, la desesperanza y el pesimismo. El odio a mí mismo. A lo que soy.

Es algo que sólo yo conozco y que en cada poema dejo salir, pero solo un poco, que se asome. Ahora que escribo esta respuesta a una pregunta sin respuesta, recuerdo el poema de Bukowski “Pájaro azul” en donde el viejo borracho y duro abre la puerta de la jaula a ese pájaro de amor que lleva dentro y que no es otra cosa que su alma derruida y apesadumbrada.

También hay mucho de mi infancia en mis poemas, por ello nombro al desierto, el ripio, el mineral, pues me crie en Chuquicamata, un campamento minero que era un mundo aparte de el Chile que conocemos. Un lugar donde todos se conocían y en donde las clases sociales estaban muy marcadas. Allí no había pobreza. La gente era feliz y no faltaba nada. Yo fui muy feliz.

Pero ahora me doy cuenta que todo eso fue una gran mentira. Y ese lastre que dejó el entierro de ese pueblo también me enterró a mí de una manera, pues es difícil aceptar que todos los lugares que recuerdas de ti niñez estén ahora enterrados por toneladas de roca y tierra. Con la mala memoria debería ser suficiente.

 

«Dios es un personaje literario fascinante e inagotable»

—La noción de Dios está muy presente en la colección. La idea de Dios también la vemos como la de poseedor, como monopolio, como una herencia, un traspaso de saberes y tradiciones: como Padre e hijo: “pasa el tiempo/Hijo ya es padre”, leemos en “Conversación entre padre e hijo”. ¿Qué tipo de deidad es esta?

—Dios para mí es mucho más que un concepto por el que medimos nuestro dolor, como decía Lennon, para mí la mera palabra Dios posee un poder especial, inclusive al escribirla. En mi vida he sido un cobarde, pues creo en Dios sólo cuando me veo acorralado, pero cuando las cosas están bien ni me acuerdo. Creo que es algo natural.

Pero eso cambió durante el proceso de escritura de este libro. Todo es sobre la muerte es el testimonio de un hombre aterrado que increpa y busca a Dios desesperadamente como la única salvación cuando todo parece perdido.

De cierta forma he recuperado la fe, creo en Dios, y por ello lo sotaneo constantemente, pero, aparte de eso, lo considero un personaje literario fascinante e inagotable.

 

—Somos parte de la naturaleza, de su ciclo vital, y algunos poemas enarbolan esta comunión- reunión: “La tierra, paciente y generosa/espera tu llegada”. O en la emoción y la ternura que aún pueden rescatarse en espacios pedestres, como el supermercado. La imagen del niño, en un espacio politizado que, así y todo, amerita el cruce de miradas entre un niño y una cajera cansada. ¿Es esta otra forma de salvación?

—Por supuesto. Por ello es muy importante estar siempre atento. Siempre hay algo hermoso que ver, por muy trivial o vulgar que parezca. Es como la bolsa que baila con el viento en American Beauty. La belleza no tiene forma ni residencia. Está en todas partes. Y esta belleza puede estar colmada de alegría, como también puede sustentarse en el dolor.

En la vida y la muerte hay belleza. Cuando perdemos a alguien, y lloramos, y no podemos parar, y todo parece haber llegado a su fin, pues bien, me imagino eso, me inclino hacia atrás y veo la escena y puedo sentir la vulnerabilidad del ser humano, que es donde radica toda su belleza. Nuestra belleza es ser animales capaces de reconocer la belleza.

 

«Escribo para huir»

—En “Mami, ¿puedes oírme?” hay una convocación a la madre, una pasada de cuenta también, por ser la madre la que deja al hijo en este mundo. Luego, se vuelve a exigir la intervención de Dios, a quien se le piden explicaciones. Asimismo, hacia el final del volumen se rescata la idea del milagro, unido a la creación poética. En “Sala de quimioterapia”, por ejemplo, leemos: “hay milagros/que pasan/todos los días/y eso merece/un poema”. ¿Cómo concibes esta trinidad? (madre, Dios, milagro-escritura).

—La figura de la madre es muy poderosa. Y al decir esto no pienso en mi madre, sino que en el concepto de ser madre, en su magnitud, en esa maravillosa capacidad de generar vida. La madre es lo más cercano que estamos de Dios. Desde que nacemos, es nuestra madre lo primero que sentimos. La leche que bebemos y que nos permite vivir proviene de sus entrañas. La vida misma proviene de ella. La madre es Dios y Dios es la madre cuando esta ya no puede responder a todos los miedos.

Dios es el refugio del horror del mundo. Dios es la respuesta a preguntas sin respuesta, lo que se relaciona con las sagradas escrituras. Durante el proceso de creación de este libro leí mucho la Biblia y lo que en ella se habla sobre la muerte, y me di cuenta que en rigor el hombre está siempre sorteando una batalla, su propia batalla, y cada uno lo hace con las herramientas que puede.

Algunos abrazan la fe, otros las religiones, otros una botella de cerveza, cada uno con lo suyo como respuesta a algo tan simple pero que jamás reconocemos, y eso no es otra cosa que el miedo. Soy un cobarde irremediable. Qué otra cosa podría ser. Y escribo para huir. Y hasta ahora no me logran alcanzar. Veremos cuánto dura todo esto.

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Todo es sobre la muerte» (Editorial Cuarto Propio, 2021)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Cristián Brito Villalobos.