La Camerata de Salzburgo en CorpArtes: Bajo el embrujo de unos expertos en el repertorio mozartiano

En la velada correspondiente al concierto nº2 de la temporada de grandes presentaciones internacionales 2018 organizadas por la fundación cultural emplazada en la calle Rosario Norte de Las Condes -ocurrida el sábado 7 de abril-, tuvimos la visita en Chile de una agrupación u orquesta reducida, experimentada, solvente, precisa, de timbres sutiles, y dirigida con un peculiar estilo por su propio concertino.

Por Jorge Sabaj Véliz  

Publicado el 11.4.2018

¿Cómo definir lo que se entiende por estilo salzburgués, cuando nos referimos a la interpretación de la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart?

Diría que con una interpretación completamente metabolizada por un número reducido de solistas orquestales que, respirando a diario el ambiente donde nació y creció el compositor, son capaces de aportar, cada uno desde su óptica e instrumento, una visión  a la vez personal y conjunta, de las sutilezas, brillos, técnicas, recursos y melodías que constituyen la culminación del periodo clásico de la música occidental, todos dirigidos por el violín concertino, Gregory Ahss.

Me referiré primero a las obras del compositor salzburgués (1756 – 1791) para finalizar con los rusos. La pieza elegida en esta oportunidad fue el Concierto para clarinete en La mayor, K 622 compuesto en Viena en 1791 solo meses antes de su muerte. El intérprete principal fue a su vez el solista clarinete de la Camerata, el notable músico Wolfgang Klinser.

El Allegro nos mostró atractivos matices y cambios dinámicos en cada frase musical con pleno desarrollo de los diversos timbres instrumentales. Una compenetración completa del solista con la orquesta en una conversación constante. El solista destacó por su carisma y simpatía, además de su registro grave y la sutileza de sus piano. Había un contacto visual permanente entre el solista y el concertino. Cada instrumento o grupo de instrumentos aprovechaba su momento para desplegar sus líneas o frases musicales. La integración sonora entre solista y orquesta era asombrosa.

En el Adagio el solista entró ante una orquesta expectante y delicada a mi parecer con un volumen mayor al requerido y con una acentuación efectiva y dramática en sus líneas. La re exposición, en cambio, fue interpretada en un pianísimo por parte del solista que produjo un evidente contraste con el inicio, a su vez la orquesta tocaba en un ppp todavía más tenue que permitía apreciar el pianísimo del clarinetista. Buen final.

El Rondo: Allegro se caracterizó por la pulcritud y por la limpieza en los inicios y términos de las frases de la orquesta, así como en los unísonos. Practicaban un constante juego de matices dinámicos con el solista, el que se explayaba libremente. La Camerata, así, exhibió un grupo de músicos muy activos cuyos miembros detentaban una postura corporal dinámica y expresiva al igual que el solista, quien con una camisa violeta colocada sobre el pantalón le daba el aspecto informal a la agrupación en su mayoría pulcra y ordenada, empapada de clasicismo.

Luego de copiosos aplausos por parte de la audiencia se interpretó, como bis, una versión transcrita y reducida para clarinete y orquesta de Los pinos de Roma (1924) del compositor italiano Ottorino Respighi (1879 – 1936).

La segunda obra de Mozart interpretada por la Camerata fue la Sinfonía Nº 35 en Re mayor, K 385 (Haffner) (1782).

Allegro con spirito, gran comienzo, con acentos afortunados. Lo más sobresaliente fue la integración de cada instrumento dentro de un estilo y concepción unitaria de interpretación. Los cambios dinámicos requeridos por la partitura surgieron naturalmente en virtud del dominio y bagaje de la Camerata, sin la necesidad de un director “tradicional” que los exigiese. La comunicación y la fluidez entre los distintos miembros de la orquesta eran el resultado de esta “carencia”.

Andante, cada sección desarrollaba sus frases sin interrupciones y con absoluta tranquilidad y seguridad.

Menuetto, al inicio de cada movimiento el concertino se ponía de pie y luego de unos cuantos compases se sentaba. Es indudable que la especialidad de la orquesta es el repertorio “mozartiano”.

Presto, uno de los mejores atributos de la orquesta es su claridad y nitidez de sonido. En este último movimiento se produjeron constantes cambios dinámicos que le aportaban un carácter especial, como asimismo la unidad sonora.

En cuanto al repertorio ruso, los fuegos se abrieron con el Nocturno del cuarteto para cuerdas Nº 2 en Re mayor con arreglos de Shane Woodborne, del compositor ruso Aleksandr Borodin (San Petersburgo 1833 – ídem 1877).

Con tres chelos, dos contrabajos, seis violines primeros, cuatro violas, cinco violines segundos y sin director, se escucharon a la perfección las distintas voces, equilibrándose el tema con el acompañamiento gracias a lo cual el motivo lucía perfectamente a medida que pasaba por diversos colores e instrumentos. El concertino de los violines primeros hacía las veces de director del conjunto. (En una entrevista Gregory Ahss daba a entender que esta era una tendencia actual entre las distintas agrupaciones u orquestas de cámara de Europa. Esto lo pudimos apreciar el año pasado, en esta misma temporada, sin ir más lejos, con la Sinfonietta de Amsterdam).

La obra es un mismo tema que se re expone con distintos recursos expresivos, dentro de los cuales el dinámico o variación del volumen, fue manejado a la perfección.

La segunda partitura del repertorio ruso fue la Suite Pulcinella (1947), de Igor Stravinsky (1882 – 1971), una pieza que deriva del ballet del mismo nombre compuesto en 1920.

La suite se desarrolla en nueve partes distintas. En la Sinfonía: destacan los distintos solistas instrumentales que le aportan energía y presencia. La Serenata se inicia con un solo de oboe que pasa el tema al concertino para transformarse en un dúo. La orquesta exacerba los recursos expresivos de Stravinsky como la percusión en las cajas de los chelos y los staccato súbito y marcato.

En el Scherzino el concertino expone y repite el tema entre las intervenciones de las secciones orquestales. La Tarantella tiene un ritmo más vivaz y se aventura en el juego o contraste de colores. El concertino se levanta de su asiento, la orquesta mantiene un nivel similar de volumen o dinámica entre las distintas secciones. Tocatta, se acelera aún más el ritmo. Se presenta un tema con aires españoles con variaciones en donde el tópico va desdibujándose a medida que se acelera la composición. Un segundo motivo es presentado por trompetas y cornos para ser abordado, a continuación, por el concertino.

Gavotta con dos variaciones, un tema reposado expuesto por fagot, oboe y cornos con un desarrollo de la sección de vientos en donde se suman la flauta traversa y las trompetas. Vivo, también es un motivo entregado a vientos con una mayor participación del fagot solista, como si se tratara de una sub orquesta de vientos dentro de la Camerata.

Minuetto, movimiento gracioso con solos entregados a contrabajos, fagot, trombón, produciéndose un diálogo especialmente entre contrabajo y trombón.  Finale, se escucha una marcha en donde el staccato de cuerdas cubren el tema llevado por el trombón y contrabajo. Hacia la mitad del movimiento se produce un cambio rítmico que lo acelera, remarcado por un cambio dinámico que va del forte al mezzopiano generando contrastes. Gran final de cuerdas y de la trompeta solista.

La Temporada de Grandes Conciertos Internacionales 2018 de la Fundación CorpArtes continúa el día 10 de mayo, a las 20:00 horas, con la presentación en el CAA 660 de la afamada Orquesta de la Suisse Romande, dirigida por Jonathan Nott.

Para obtener una mayor información acerca del referido espectáculo, revisar aquí.

 

El debut de la Camerata de Salzburgo en Chile fue todo un evento musical, en el contexto de la Temporada de Grandes Conciertos Internacionales 2018 de la Fundación CorpArtes

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las fotografías: Fundación CorpArtes