«La tregua», de Sergio Renán: Cuando pienso en ti

Este largometraje es una magnífica obra, cuyo existencialismo es evidente. Trasmite exactamente lo que dice el texto de Mario Benedetti (que data de 1960), y que leímos con emoción en su época, mostrando la vida del protagonista como un tedio permanente, en el cual Laura es la tregua, la pausa que precede y sucede a su estado natural. Verla de nuevo, con el mismo impacto (y ahora restaurada), revela que ha trascendido el paso del tiempo, y que ha captado la maestría del libro que la inspira, y que se yergue al lenguaje del cine con similar prestancia.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 25.6.2018

Estamos aquí frente a una cinta argentina de 1974, nominada al Oscar de mejor película extranjera. La película estuvo perdida largo tiempo, hasta que los originales, en mal estado, se encontraron. Esta copia, restaurada, se ofrece de nuevo en circuito de cine arte. Es anterior a otra, la adaptación mexicana debida a Alfonso Rosas Priego de 2003. Actualmente se exhibe en el Cine Arte Normandie.

La tregua, obra de Mario Benedetti (escrita en 1959 y publicada al año siguiente), parte del currículo escolar de muchas generaciones, es un título cumbre del tedio de un oficinista. El trabajo rutinario es la tumba de los sueños, no obstante, los signos materiales de la vida se acumulan y exhiben un pasar que, en otro contexto –hijos, bienes- empleo-, serían exitosos.

Pero el éxito y la felicidad no están representados aquí. El oficinista ha transitado una vida en el mismo empleo haciendo siempre, año tras año, lo mismo. No ha corrido riesgos, tampoco novedades. Su ritmo es regular pero contagia el tedio a sus dos hijos hombres, aunque su hija rescate ese sentido de vida propia. El director elige a Héctor Alterio, perfecto en el rol del oficinista Martín Santomé, para trasmitir la perspectiva de este hombre cincuentón, con encuentros sexuales esporádicos, soledad, trabajo. Ha tenido un gran amor, Isabel, madre de sus tres hijos. Blanca, Esteban y Jaime, que muere. Pérdida de la que no se recuperó jamás. Ha sido una vida taciturna, regida por compases más bien asociados al ritmo biológico, donde en la cúspide se ve un ascenso y la jubilación.

El ritmo calmo de una oficina del Montevideo del ’59, con sus cerros de papeles, archivadores y kardek, es el escenario para el ingreso de dos nuevos empleados, uno de ellos Laura Avellaneda (Ana María Picchio), la joven oficinista, con la cual tarda en entrar en confianza y se celebra pese a su diferencia de edad. El otro, un oficinista que padece de claustrofobia y lee el horóscopo. Y la panda de amigos del trabajo, gritones, exagerados, (Antonio Gasalla, notable como Santili) con la esperanza de ganar alguna vez las apuestas deportivas. La broma a uno de ellos, es uno de los puntos importantes del desquiciamiento del grupo, de sus normas y juergas, y del combate al aburrimiento que en este caso se torna cruel.

Un aspecto que gana fuerza en esta película es la banda musical debida a Julián Plaza. Desde el tango, exhibido con profusión, hacia ciertos episodios con música sicodélica que marcan el quiebre del protagonista. Ello contrapesa el hecho que la obra fue escrita como diario de vida, y que aquí se encuentra engarzada en base a reflexiones y frases cortas, pero en forma lineal. El acierto del director es como cuenta la historia desde Santome, brindando los cortes de la narración en imágenes a primera vista algo anticuadas.

Sobre este marco poco épico, el director adapta de modo magistral la obra de Benedetti. Al modo de Mishima. Una vida en cuatro actos  (Paul Schrader, 1985) va cortando los episodios con partes de la historia, signadas con la fotografía del protagonista.

La tregua es una magnífica obra, cuyo existencialismo es evidente. Trasmite exactamente lo que dice el texto, que leímos con emoción en su época, mostrando la vida del protagonista como un tedio permanente, en el cual Laura es la tregua, la pausa que precede y sucede a su estado natural. Verla de nuevo, con el mismo impacto, revela que ha trascendido el paso del tiempo, y que ha captado la maestría del libro que la inspira, y que se yergue al lenguaje del cine con similar prestancia.

El filme vuelve a proyectarse el próximo jueves 29 de junio, en la sala de Cine Arte Normandie.

 

La tregua. Director, Sergio Renán. Guion, Aída Bortnik y Sergio Renán. Música, Julián Plaza. Héctor Alterio, Ana María Picchio, Luis Brandoni, Marilina Ross, Carlos Carella, Aldo Barbera, Cipe Lincovsky, Walter Vidarte y otros. Argentina, 1975. 108 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

 

 

 

Tráiler: