«Las hijas de Lot», de Karina Lerman: Los otros rostros del padre

Con su primer poemario, la autora bonaerense irrumpe en la escena literaria trasandina de la mano de Griselda García Editora, valiéndose de un libro que da cuenta de un pasado que se escribe para comprenderse, a través de las profecías de las palabras.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 9.7.2020

Las mujeres de la tribu —Las hijas de Lot— dicen su rev(b)elación.

 

LAS HIJAS DE LOT

La tierra se duplica
una escena dentro de otra.

Bajo el caos, ellas y Lot absorben las bocas.
Soberbios parlamentos de mujeres sin nombre.

Colmarán la noche, el padre como un tótem.
Azar de animal atado.
Comerán del banquete hasta saciar el duelo.

Todas querrán ser anónimas y hermanadas.
Saquear la última luz del Pater.

 

Pertenecer tiene su costo. También, saberse parte. Y voz.

Las hijas de Lot penetra en las preguntas de las mujeres primeras y pioneras obligadas a inventarse un cuerpo y una voz para explicar/se una/su realidad y la nuestra.

Mujeres–hijas en el tiempo.

 

NINGÚN LUGAR

Esparcimos las palabras como polvo
nos preguntamos
quién agoniza.

Voces mudas suben de los bosques
sin reflejos
buscan un montículo de luz.

¿Dónde resistir lo perdido?

Si somos desterradas de toda heredad
y el padre avaro no señala lo frágil.

 

El saber absoluto de las que se las hace partícipes, con ellas se hace fragmentario, incompleto. Faltaban ellas. Las que resquebrajan la vasija–el libro–la historia. Las que traen en sus velos las preguntas primeras y pioneras.

Es necesario leer —y escribir— más allá «del Templo», más acá del polvo, justo entre las palabras del templo–casa. Otro libro se inscribe junto a las hijas.

 

NOMBRES CAÍDOS

Una fe nos gravita siesta adentro
aquietamos los gestos
caen los nombres.

Deberíamos saltar la soga al infinito
entre rezos blancos dormir.

Afuera un cachorro lame las veredas.
Clava sus pezuñas sobre la verdad.

 

¿Cómo hablar del ser mujer e hija sin clausurar el tiempo de la tradición?

Esa pregunta sólo puede ser planteada y respondida en los múltiples lazos y cadenas de una genealogía que se agota en los hombres y entorpece a las mujeres. Plantada, interpelada, respondida desde lo femenino, lo matriarcal, lo parental sin jerarquías.

 

AUSENCIAS

Acaso no haga falta mover el aire
Temblar en tierra seca.
Ahogarse en la sed de los fuentones.

Acaso sepamos existir en la penumbra.
Prestar la ropa.
Prescindir de nosotras.

 

Karina Lerman —poeta, psicoanalista, judía practicante— conoce la tradición y la reinscribe en los versos que quedaron prendidos en la lengua madre. Desde allí se honra al padre: desdiciéndolo, contradiciéndolo.

 

PADRE, ¿NO VES?

Qué cuento de infancia querés darnos.
Miranos los ojos de rabia.
Un largo silencio, llevamos.

No nos dejes solas
creyendo que podremos
parir caricias
o bautizar los cabellos.

 

EL RUEGO

No, Padre, no sos vos
somos nosotras las que estamos ausentes.

Creer era una tienda clavada al costado del río
una túnica de luz pronunciando tu nombre.

Por las noches
aquietamos los párpados
eludimos susurrarte al oído
ya no hay recodos para engullirte.

Tu cuerpo se disuelve entre los médanos.

 

Las hijas de Lot es un escrutinio donde todos ganan: la tribu, el templo, el ser. El libro de las hijas mujeres.

 

MAGNÍFICAT

La hora —toda— en el destierro.
Un campanario sin cúpula
bajo la peste en plena oración.

Las ancianas inclinadas al abismo
sacuden cenizas de sus ojos.

Padre nuestro que estás

(es la pausa mortal del signo)

¿cómo dejar de contemplar el envés del cielo?

venga a nosotros tu reino
a engendrar más luz
en el ruego
de los que lloran.

 

Del mito a la poesía hurgando en el revés de toda trama, de todo drama, Karina Lerman abre en las historias de «la historia», otra. De esa otra son testigos estos poemas. Hay una lengua suelta, precisa que no se regodea en artilugios. Una lengua que expande los sentidos que quedaron atrapados en la ortodoxia y que la poesía libera. O como dice el epígrafe elegido de Farugh Farrojzad: «Pongo las verdes espigas de trigo/ en mi pecho/ y las amamanto».

Karina Lerman nació en Buenos Aires, Argentina. Es poeta, maestra de idioma hebreo, licenciada en psicología, gestora cultural y docente. Como escritora editó su primer libro —que estamos reseñado— en 2018. Fue seleccionada para integrar la Antología Cómo decir editada por Ruinas Circulares (Buenos Aires, 2020). Obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Cuento y Poesía Adolfo Bioy Casares, 2019, con su libro de poemas Cayupán. Gestora cultural a través del blog Las Garzas Poéticas, comenzó a incursionar en las artes visuales y plásticas. Ha realizado su primera muestra de arte, «Jirones», en 2019. Actualmente realiza un Taller de Investigación con la poeta Silvia Castro.

 

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Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

«Las hijas de Lot», de Karina Lerman (Griselda García Editora, 2018)

 

 

Alejandra Boero Serra

 

 

Crédito de la imagen destacada: Griselda García Editora.