«Matanzas»: Una ficción acerca del dolor de vivir

La novela del debutante escritor Francisco Morales ha propiciado el debate en los más diversos círculos literarios del país (incluso le regañó públicamente la iconoclasta Patricia Espinosa), con una obra novedosa para el panorama narrativo actual, y la cual se entronca con la propuesta policial de la «Pena de muerte» (1953) del desaparecido Enrique Lafourcade.

Por César Valdebenito

Publicado el 9.11.2019

Matanzas (Narrativa Punto Aparte, 2019) es la primera novela del escritor y egresado de Derecho Francisco Morales Rojas (Santiago, 1992). En 120 páginas nos entrega una espléndida historia que se desarrolla en el pueblo de Matanzas, comuna de Navidad, donde transcurre la apacible vida de un pueblito costero y sus lugareños. Allí llegan turistas y surfistas atraídos por las maravillosas olas de la playa y sus alrededores. En este balneario ocurre un crimen atroz y este es el punto de partida de la novela de Francisco Morales.

Todo nos dice que es una novela sobre un delito. Sin embargo, a medida que avanzamos en la lectura, nos damos cuenta de que es una novela existencial más que de un crimen atroz. Aunque el crimen de uno de los personajes principales es central y otras muertes parecen ser un punto relevante de la trama (una trama que nunca se nos quiere revelar totalmente, como si el autor quisiera que quedara en las sombras o en las tinieblas), creo que lo que le da un aliento vital a estas páginas es la vida de cada uno de los personajes que van apareciendo: ellos son los que realmente sostienen al libro, los que dibujan un cuadro rico y complejo. Esas pequeñas historias tienen un singular e interesante magnetismo y encanto, y es lo que nos empuja a querer saber más y más de lo que nos cuentan. Ahí encontramos a Margarita San Martín y Esteban Tagle, esos dos surfistas que se conocen en Sudáfrica; ahí encontramos a Armand Levallois, quien se enroló en la Legión Extranjera Francesa y vivió las más impensables hazañas y que llegó a Chile en 1974. Ahí encontramos también a Andrés Robles, el surfista que llega a este pueblo costero de Matanzas, se hace amigo de Margarita y Esteban, y luego es encontrado muerto; luego están esos otros personajes que vuelven más intensa y emotiva la historia: un extraño predicador, un bibliotecario, un viejo cantante de rancheras, los pescadores de la caleta con sus anécdotas e historias, al Rucio, al Sandro, al Jurel y otros.

También podemos decir que este es un libro de viajes. En un momento, a Margarita San Martín, amante de los viajes casuales, la encontramos en el Cusco y nos paseamos por sus recuerdos de esos tiempos: “la Ayahuasca, vómitos, cagaderas”, según sus propias palabras. También aparecen los viajes de los personajes principales que empujados por el azar llegan a Matanzas.

En otro sentido el libro no solo es un texto de viajes, sino también un volumen de viajes de vida, de preguntas sin respuestas, de adioses entre lágrimas, de acontecimientos que no se pueden expresar, de locura, de amor y de mucho dolor, dolor y dolor expresado muchas veces mediante una voz muy viva y pletórica o, mejor dicho, mediante muchas voces. Así, vamos pasando las páginas y nos damos cuenta de que aparece la prosa poética en todo su esplendor; el autor la maneja al dedillo. Aquí surge la síntesis en el mejor sentido, el lenguaje exacto, la escritura apretada, el uso de la imagen y la metáfora sin concesiones, eliminando cualquier abuso o exceso de explicaciones.

Lo más sorprendente es que a medida que avanzamos, la historia nos invita a reflexionar sobre dónde están los límites entre el bien y el mal, por eso nos interesan tanto las peripecias de Margarita San Martín, de Esteban Tagle, de Armand Levallois.

Otro rasgo interesante es que la novela utiliza distintos discursos: testimonios, relatos, extractos de audiencias judiciales (interrogatorios), los conectivos lógicos y tablas de verdad de las matemáticas, carta, guion, informe médico, lo que la hace de algún modo una especie de pequeña novela experimental, en donde la tipografía también puede ser un recurso importante. Así van emergiendo muchos puntos de vista sobre la misma historia que se entrecruzan como en el mejor William Faulkner. Una historia muy bien armada, que funciona como una pieza de relojería. Ciertamente refleja la madurez de un autor profundamente reflexivo, cualidad no muy común en los narradores chilenos del último tiempo.

En fin, Francisco Morales en sus páginas nos ofrece una interesantísima primera experiencia.

 

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César Valdebenito (Concepción, Chile, 1975) es poeta, narrador y ensayista.

 

«Matanzas», de Francisco Morales (Narrativa Punto Aparte, 2019)

 

 

Francisco Morales Rojas

 

 

Crédito de la imagen destacada: Francisco Morales Rojas.