«Obra y gracia de la plutocracia»: Entre la parodia y la crítica

El montaje dramático que se acaba de exhibir en la sala del Teatro Mori Bellavista -en el contexto del IX Encuentro de Comedias organizado por dicha institución- se ríe de los paradigmas culturales, de los estereotipos y prejuicios sociales, con un humor negro y cáustico que corroe las construcciones identitarias, y una estética que combina la caricaturización con el hiperrealismo.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 11.2.2019

La Compañía “Teatro de Malgusto” presentó del 7 al 10 de febrero en la sala del Teatro Mori Bellavista, la pieza escrita y dirigida por Cristóbal Campos (Histéricas, históricas y apocalípticas, 2015), tras un exitoso paso por otros escenarios y en el marco del IX Encuentro de Comedias del Teatro Mori, Obra y gracia de la plutocracia, montaje que ahonda críticamente en las construcciones epistemológicas que han regido nuestras ideologías y modus vivendi.

El argumento es sencillo, todo gira en torno a una acción principal. La rutina de una pareja homosexual Wedding Planner (organizadores de bodas) es interrumpida intempestivamente por tres jóvenes mujeres delincuentes. En este marco de acción se enfrentan ambos mundos, exponiendo sus perspectivas de vida e intentando comprender que éstas son paradigmas impuestos por las esferas de poder a cada individuo que integra la sociedad.

Una de las características que destaca en la obra es la presencia del humor negro, el cual enfatiza la comicidad de la misma y permite que asuntos filosóficos densos sean absorbidos por los espectadores de manera liviana y humorística. Se trata de la elaboración de una verdadera parodia al intelectualismo elitista, que se haya en las más altas cumbres y se regocija entre ideas que no son llevadas a la praxis y que se encuentran absolutamente distanciadas de la masa colectiva. Una soterrada crítica a la “pornografía intelectual” de la Academia, a través de los diálogos de los Wedding Planner Gays, que evidencian la memorización de teorías filosóficas, sociológicas y antropológicas y ese afán por “educar” y “culturizar” a la masa colectiva, representada en este caso por las tres mujeres, estereotipos de flaites delincuentes que arriban a la escena con música Trap de fondo. Mujeres que son representadas como ignorantes y que deben aprender sobre las teorías que la pareja víctima del asalto les trata de enseñar afanosamente.

En este sentido, el choque cultural que se desea representar resulta interesante, aunque poco innovador respecto a la idea antes explicada de la “enseñanza” que las mujeres reciben de parte de sus víctimas. Además, la parodia exacerbada de la marginalidad de las mujeres lleva a la caricaturización y una generalización prejuiciosa y estereotipada, por ejemplo, cuando el personaje del joven gay alto sostiene que las mujeres son “Weonas” porque provienen del “Sename” y tomaron “Leche Purita” cuando niñas. Comentario poco afortunado, ya que genera una distancia con los espectadores más que una posible identificación, la generalización de que las mujeres son delincuentes porque provienen de dicha institución parece sumamente conflictiva y poco empática, lo mismo sobre el consumo de dicho lácteo, alimento principal durante la primera infancia de los niños y niñas de estratos socioeconómicos menos acomodados del país.

Se comprende que puede haber una intencionalidad cómica y humor negro en estas referencias, y que quizás el foco puede estar en que lo señale el joven homosexual intelectual, justamente quien es representado como un sujeto open mind y conocedor de los paradigmas filosóficos. No obstante, la exacerbada caricaturización de los personajes femeninos genera un cierto rechazo hacia su construcción.

La pieza dentro de su dinámica escénica elabora una puesta en abismo, una metaficción a través de la representación de un montaje dramático dentro de la obra, en donde los personajes simulan una escena de la cotidianidad de una familia acaudalada, de “cuicos”, como comúnmente se les llama. Esta escena tiene como objetivo generar un contrapunto con el resto de la representación, y evidenciar el tipo de problemas sociales que aquejan a la clase ABC1, hecho que para las mujeres resulta irrisorio comparado con los problemas que ellas viven, lo que enfatiza su precariedad y construcción caricaturesca, pues mientras esa escena tiene como objetivo mostrar la “realidad” de los “cuicos”, el resto de la obra correspondería a la “realidad” de las “flaites”, la cual está repleta de estereotipos, exageraciones y visiones tan prejuiciosas como los paradigmas que los personajes masculinos intentan develar.

Finalmente, el personaje que quiebra la dinámica y otorga una nota disruptiva y cuestionadora es la actriz que cayó presa por vender películas piratas, es ella el engranaje que quiere desestabilizar el sistema y deconstruir el paradigma. Ella conoce las teorías sobre la construcción sociocultural, sabe quiénes manejan el mundo, y a la vez, posee todo el resentimiento de los marginalizados por la sociedad. Un personaje potente que condensa en sí misma ambas visiones, la de los gays intelectualoides y la de las delincuentes. No obstante, el disparo final comprueba que la lucha entre marginalidades es un sinsentido, pues la mujer que siempre estuvo en silencio mató a los gays, sin considerar que ellos también corresponden, al igual que ella, a una clase marginalizada por la sociedad. Individuos marginalizados por poderes que están más allá de ellos, en esferas de poder de las cuales no forman parte.

Obra y gracia de la plutocracia se ríe de los paradigmas culturales, de los estereotipos y prejuicios sociales, con un humor negro y cáustico que corroe las construcciones identitarias, y una estética que combina la caricaturización con el hiperrealismo.

 

Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile.

 

Una escena de «Obra y gracia de la plutocracia», de Cristóbal Campos

 

 

Ficha artística:

Autor y director: Cristobal Campos.

Elenco: Grace Maroevic, Nibaldo Maturana, Daniel Méndez, Carolina Pinto y Claudia Vergara.

Diseño gráfico: Jennifer Pérez.

Vestuario: Marcela Carboni.

Coreografías: Carlos Palacios.

Fotografía: Diego Rojas.

Producción: Inés Bascuñán.

Desde el 7 al 10 de febrero en la sala del Teatro Mori Bellavista.

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Teatro Mori Bellavista.