Poemario «Beatriz»: Los restos de lo irremediable

Con este libro la autora demuestra talento y valentía al abordar un tema tan manido como la muerte, y nada menos que en su primera entrega poética. También es necesario destacar el prólogo, debido a Carmen Berenguer, en el cual ésta hace alusión al estoicismo y a la lucidez presentes en la escritura de la joven Victoria Herreros.

Por Flavio Vicente Lillo

Publicado el 20.12.2018

Beatriz es el primer poemario de Victoria Herreros, e incluye el poema homónimo ganador de la tercera versión de los juegos florales de poesía 2016 de la ciudad de Valparaíso. Pero más allá de los galardones hay un texto que supera los formalismos cotidianos del lenguaje, y que aparece en medio de una historia vestida de negro en un rincón oscuro desde donde el hablante observa, sobre todo a sí mismo.

La identidad del hablante se encuentra en ese espacio oscuro, el texto recorre un camino, el libro en sí es una ceremonia, un vaivén donde se sumerge en el dolor y después toma distancia, es lo que le da el sentido de pertenencia, Victoria lo construye ahí, encima de los restos que quedaron de un quiebre irremediable, sobre una casa con todas las ventanas quebradas y un recuerdo que ronda por todos los rincones, luego se aleja y trae a la memoria a otros personajes, se da un respiro sin despegarse del todo, con la punzada permanente, vuelve a caer en el dolor, respira de nuevo describiendo al padre, y vuelve a sumergirse, una batalla constante de ir y venir pero hay una intención clara del hablante de quedarse ahí, en el dolor de la ausencia donde parece sentirse a gusto, donde siente que no la olvida.

La imposibilidad de superar el dolor es lo que la disminuye, a ratos la llena de recuerdos infantiles y la sobrecoge, ella misma reconoce que su memoria no es frágil, que recuerda todas sus vidas y todas sus muertes, lo mezcla con el lenguaje, fraterniza con la palabra y la mueve a su antojo, es ahí donde muestra su veta poética más profunda, cuando vaticina, ella conoce lo inevitable y se enfrenta a aquello sin esquivar nada.

Las formas que tiene el hablante se van completando con las repeticiones constantes del universo, de las cicatrices, del cadáver, va mostrando el final del camino, el termino del rito, Victoria ya nos mostró su genialidad invitándonos a todos a darle un minuto de silencio a Beatriz a través de una página en blanco, ya hizo cuanto quiso con el lector y ahora que tiene el dominio nos dirige hacia la profundidad, hacia un uso del lenguaje perfectamente acabado: “Todos somos carceleros, porque encerramos nuestros sueños tras los párpados”, nos dice en pesadilla, somos testigos inevitables de su metamorfosis, se transforma en suicida, en desterrada, en muda, nos despierta y nos hace sentir ese castigo en el que está atrapada y cuando todo pareciese llegar a su fin comienza su descenso, su resilencia, nos muestra su locura ya calma y gris, nos lleva al final del ritual, se enferma, pide ayuda, invoca, se despide, al menos eso nos intenta hacer creer.

Beatriz (2017), el primer poemario de Victoria Herreros no pertenece al común de la poesía que habita en las librerías, no se puede leer con calma con un mate o un café con chocolates, Beatriz es un poemario para leerlo con ron, atento, con precaución, con desconfianza y de golpe, porque te presenta al ser que habita en el libro, a quién intenta mostrar, a Beatriz.

 

«Beatriz», de Victoria Herreros Schenke (Editorial Signo, Santiago, 2017)

 

 

La poeta chilena Victoria Herreros Schenke (Santiago, 1988)

 

 

Crédito de la imagen destacada: Editorial Signo.