Por dónde se llega al cielo: Notas sobre «Largo viaje» de Patricio Kaulen

El mítico largometraje del desaparecido realizador nacional puede entenderse como una semblanza política (y poética) del Santiago de la década de 1960, cargada a lo marginal. Vemos de cerca los rituales funerarios de un niño que se convierte en “angelito”, plagados de cantos y de bailes, como manera particular de enfrentar la muerte, propia de una tradición ligada al campo y que poco a poco pierde terreno en una sociedad que se modernizaba -en aquel entonces- de forma vertiginosa.

Por Eduardo Serrano Velásquez

Publicado el 12.6.2018

Largo viaje (1967), de Patricio Kaulen (1921 – 1999) muestra la travesía de un niño perdido, buscando el cielo en una ciudad despiadada. Por medio de una mirada inocente y desoladora, el protagonista traspasa la violencia del mapa de Santiago con un propósito: regresarle las alitas perdidas a su hermano recién fallecido. Así comienza un largo descenso al infierno urbano, por medio de una estrategia similar al flâneur; vislumbrando los contrastes de lo marginal y lo moderno de la década de los 60′ en Chile. De este modo, mientras los ciudadanos de clase alta les disparan a aves por deporte, tomando Martini despreocupadamente, un niño pobre intenta protegerlas de los impactos de la brutalidad.

No obstante, el periplo se construye fundamentalmente a partir de esta dialéctica de contrastes urbanos. Realizando un trabajo en profundidad y un juego desde diversos ángulos, al estilo del neorrealismo italiano, Kaulen expone el rostro de la ciudad, en espacios cerrados y abiertos. Así, el relato, desde el inicio al desenlace, nos lleva al interior de restaurantes, bares, velorios, plazas, puentes, micros, oficina, calles y otros lugares de Santiago con un lenguaje coloquial, nunca perdiendo de vista las alitas de papel del protagonista y una paloma que, con su mirada inquieta, acompaña la totalidad de la travesía.

Desde este punto de vista, el largometraje puede entenderse como una semblanza política de Santiago, cargada a lo marginal. Vemos de cerca los rituales funerarios de un niño que se convierte en “angelito”, plagados de cantos y de bailes, como manera particular de enfrentar la muerte, propio de una tradición ligada al campo y que poco a poco pierde terreno en una sociedad que se moderniza de forma vertiginosa. También profundizamos en el mundo violento de la delincuencia y de la prostitución que dibujan rasgos de decadencia y precariedad en el mapa de la capital metropolitana de esa época y que se prolonga hasta la actualidad. De este modo, por medio de la travesía urbana o flâneur del protagonista, comprendemos la soledad, la incomunicación y la miseria de los seres humanos en la sociedad contemporánea.

“¿Por dónde se llega al cielo?”, pregunta el niño a un hombre en la calle que pide dinero aparentando ser ciego, instalando una distancia desmesurada entre la felicidad y la tristeza, que nos conmueve profundamente. Demuestra el vacío de un niño en una ciudad indiferente. En pocas palabras, Largo viaje puede sintetizarse en eso: un niño perdido buscando el cielo en una ciudad despiadada.

 

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El niño Enrique Kaulen -hijo del realizador-, el protagonista del filme «Largo viaje» (1967)

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Largo viaje (1967), de Patricio Kaulen.