[Crítica] «Show continuado»: Comercio sexual y tráfico de drogas en el Santiago de los toques de queda

Como pocas obras literarias nacionales, esta novela del artista multifacético y transgresor que fue Luis Cornejo Gamboa, retrata la vida nocturna metropolitana en la década de 1980, y sus complejos entramados afectivos y usos sociales, en el contexto temporal de una capital chilena sumida durante el pleno ejercicio de la dictadura militar liderada por Augusto Pinochet Ugarte.

Por Marino Muñoz Agüero

Publicado el 6.9.2020

Los “bajos fondos” son aquellos ambientes donde se transita en los márgenes de lo socialmente aceptado, rige la ley del más fuerte y florecen los negocios turbios. En Chile, la narrativa asociada a esta temática constituye un subgénero de la literatura social con creadores como Alfredo Gómez Morel y Armando Méndez Carrasco, ambos cultivaron un estilo descriptivo, con un lenguaje sucio y descarnado donde predomina el “coa”. Otros autores como Nicómedes Guzmán o Manuel Rojas incursionaron en el tema con recursos narrativos más elaborados y menos crudeza en el léxico.

Insertos en los bajos fondos se encuentran los negocios asociados al comercio sexual y el tráfico de sustancias ilícitas y cuyo desenvolvimiento depende en gran medida de la situación política, económica y social. En Chile, a partir de 1973, la dictadura militar determinó un giro en estas actividades, principalmente por la imposición del toque de queda.

Empieza la decadencia de los tradicionales “barrios bravos” de Santiago y a fines de esa década, la “Casa de huifa”, el añejo cabaret, el teatro de revistas y la boite eran desplazados por el moderno “Night Club”, en cuya decoración predominaban los espejos, el tapizado rojo en las paredes, las butacas aerodinámicas, las lámparas tipo “Fiebre de sábado por la noche”, los escenarios con barras metálicas y los porteros uniformados repartiendo tarjetas que anunciaban “Show continuado”.

Eso en cuanto a la diversión nocturna, pues para el día (a partir de las once de la mañana) se copió el modelo estadounidense del Café Topless: una tarima para que las bailarinas hicieran su show, una barra–mesón continua para dejar los consumos de los clientes, los espejos tipo mosaico y en la puerta el consabido portero–matón repartiendo las tarjetas y vociferando: “Show continuado”.

Algunos antros de antología en el centro y los barrios de la capital fueron: el “Fuego” de calle Chacabuco, el “Lucky” de San Pablo con Herrera, el “Cherry”, en San Diego cerca de la Plaza Almagro, o el “Peter Pan” en el pasaje Aillavilú y con salida a la calle General Mackenna. Recordemos también “La cafetera” en una galería de la calle Catedral, frente a uno de los costados del templo católico, pero más sorprendente era el “Scherezade”, en Valentín Letelier, a menos de media cuadra del Palacio de La Moneda.

Otros chincheles se refugiaron en los centros comerciales o caracoles de la naciente arquitectura “ochentera”: “La salamandra” en Santo Domingo, el “Tucán” frente a la Casa Colorada, o “Las gatitas” y el “Unicornio” del Centro Comercial Bandera, éste último conocido en esa época como “El caracol de los topless”, por estar totalmente copado por este tipo de negocios, ahí “al que se hacía el chistoso lo sacaban en camilla”, como decía un escritor argentino.

Para mayores detalles de lo que se sucedía en estos locales más allá del escenario, debemos remitirnos al libro que hoy reseñamos. Luis Cornejo nos devela la fachada detrás de la cual se ocultaba el comercio sexual y el tráfico de drogas. El hombre sabe de lo que habla (o escribe), puede contarlo porque estuvo ahí, no porque lo haya escuchado, lo hace mediante un lenguaje directo y descarnado, sin mayores pretensiones estilísticas, realismo sin concesiones que nos hace testigos directos de un ambiente duro en una etapa no tan amable de nuestra historia.

En la novela Show continuado se recrea el mundo del café topless con el amor como hilo conductor: un triángulo entre la bailarina Olga, Juan un inescrupuloso traficante y Lucho, un vagabundo que termina conquistando el corazón de la mujer a quien dobla en edad. Cornejo nos recuerda que aun en los escalones más bajos del tejido social, hay códigos de honor que deben respetarse, que la transgresión a ellos se paga con la vida y que el amor es posible.

Lucho, una especie de alter ego de (Luis) Cornejo lo confirma al final de la historia: “El amor, aunque nazca en el fango, produce belleza y paz. El odio, en cambio, aunque nazca en palacios y se movilice en Mercedes Benz, es un show continuado de locos, y solo produce muerte y destrucción”.

Luis Cornejo Gamboa nació en Santiago en 1930, estudió teatro y cine en las universidades de Chile y Católica de la capital. Es un clásico de la literatura de los bajos fondos, admirado por el público y reconocido por críticos como Hernán Díaz Arrieta (Alone), Ricardo Latcham o Hernán del Solar.

Autoeditaba sus libros y el mismo los vendía en la Plaza de Armas de Santiago. Publicó Barrio Bravo, cuentos (1955); Los amantes de London Park, novela (1960); El último lunes, novela (1986); Show continuado, novela (1987); Tal vez mañana, novela (1989); La silla iluminada, cuentos (1987); Ir por lana, cuentos (1989); y La tormenta, novela (1991).

Junto con ser un tremendo escritor, Cornejo fue una gran persona, un tipo generoso y humilde, que tuvo además la valentía de retratar lo que estaba debajo de la alfombra.

Murió en Santiago en 1992; después de su muerte su viuda siguió vendiendo los libros, a ella le compramos el ejemplar que presentamos el día de hoy.

 

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Marino Muñoz Agüero (1960) es un columnista y crítico cultural de diversos medios de la austral Región de Magallanes en Chile.

 

“Show continuado”, de Luis Cornejo (1987)

 

 

Marino Muñoz Agüero

 

 

Imagen destacada: Luis Cornejo Gamboa (1924-1992).