«1945»: Gritos en el silencio

La obra audiovisual del realizador noruego Ferenc Török es un estreno interesante que destaca más por sus intenciones que por el conjunto final que presenta. Una parte de la crítica la ha comparado con «A la hora señalada» —aquel mítico wéstern de Fred Zinnemann, donde un sheriff busca la ayuda de su gente para lidiar con un mal que se acerca peligrosamente— y se podría decir que no es una comparación caprichosa.

Por Felipe Stark Bittencourt

Publicado el 23.5.2019

1945 es una tragedia que se presenta como un rompecabezas, lo cual es tanto una virtud como un peso que debe arrastrar. El director húngaro Ferenc Török (1971) ha dispuesto que su película sea, en efecto, opaca, llena de apariencias engañosas y vertebrada de principio a fin por una sensación inquietante e incómoda.

El espectador lo nota primero en la banda sonora grave y profunda, un verdadero rumor que se articula como un grito ahogado —o acaso una imprecación enmudecida por el dolor—, y luego lo comprueba en esa imagen en blanco y negro que deja ver una historia marcada por la culpa.

Durante el largometraje acompañamos a los habitantes de un pueblito húngaro que se prepara para el matrimonio del hijo del alcalde Szentes István (Péter Rudolf). El edil es un hombre de carácter fuerte, bonachón con su gente e implacable para los negocios. No por nada administra también la farmacia del pueblo y a él recurren todos. Su palabra es ley y su mano alcanza todos los rincones del poblado. Trata de mantener la atmósfera alegre y festiva que promete la boda y deja que los estertores finales de la Segunda Guerra Mundial se ahoguen en el silencio.

En la radio se escucha, por ejemplo, que Estados Unidos ha lanzado su segunda bomba atómica sobre Japón y que la Unión Soviética ha decidido intervenir, pero a él no le parece importante y, en consecuencia, tampoco a su gente. Tiene todo bajo control, salvo la llegada inesperada de dos hombres que amenazan acabar con la paz que ha logrado mantener.

Los integrantes del pueblo de 1945 forman una comedia humana que en los secretos que guarda se revela como un solo gran personaje, lleno de capas, algunas de ellas contradictorias, y que apuntan a una herida social que ha dejado la guerra. Török lo ensambla en relato de difícil acceso, de deslumbrante fotografía, y cuya elegancia no estriba en los contrastes de la imagen, sino en la composición cuidada del plano, constantemente cubierto por velos, cortinas y puertas que se cierran. Los personajes están cerca del lente, pero los separa esa pared invisible que es también una muralla hecha a partir de mentiras y silencios. Como espectadores, no los alcanzamos a distinguir en la acción, pero sí en esa extraordinaria labor del fotógrafo Elemér Ragályi.

No cabe duda de que hay habilidad y un clímax intenso en 1945, pero Török, pese a su dirección impecable, al excelente trabajo del elenco y a la angustiosa banda sonora de Tibor Szemzö, se tropieza un poco con el peso que ha decido cargar. Al tratar de amarrar la historia y darle un cierre adecuado, cae levemente debido a cierta laxitud del montaje.

Es un detalle que no debe asustar al interesado en la película. Ferenc Török  logra recrear una atmósfera de posguerra brutal y sumamente poética, a la que quizá solo se le echará en falta un manejo más adecuado del tiempo (lo cual no equivale a rapidez narrativa); porque en lo demás, sobresale con justa razón.

1945 es un estreno interesante que destaca más por sus intenciones que por el conjunto final que presenta. Una parte de la crítica la ha comparado con A la hora señalada (High Noon, 1952) —aquel mítico wéstern de Fred Zinnemann donde un sheriff busca la ayuda de su gente para lidiar con un mal que se acerca peligrosamente— y se podría decir que no es una comparación caprichosa. No obstante, es quizá algo temático dadas las similitudes argumentales, pues en la imagen de 1945 late primero la angustia de un conflicto que está terminando, pero cuyas consecuencias recién han empezado y cuya extensión resulta sumamente estremecedora.

 

Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance. Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción.

 

Una escena de «1945», de Ferenc Török

 

 

 

 

Felipe Stark Bittencourt

 

 

Tráiler:

 

 

Crédito de la imagen destacada: Un fotograma del filme 1945 (2017), del realizador húngaro Ferenc Török.