[Ensayo] «Ripley»: La astucia para sobrevivir

Basada en la saga novelesca de cinco títulos escrita por la autora estadounidense Patricia Highsmith, la miniserie de ocho capítulos dirigida por el realizador Steven Zaillian, corresponde a una lograda creación artística, disponible en la plataforma de streaming de la N roja.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 7.5.2024

Ripley (2024) es la nueva miniserie estrenada en Netflix. La realización audiovisual está inspirada en el personaje creado por la gran escritora norteamericana Patricia Highsmith (1921 – 1995), Tom Ripley. Y específicamente, toma la primera novela en la cual apareció este insondable protagonista: El talento de Mr. Ripley, de 1955.

La cabeza creativa de este proyecto televisivo es Steven Zaillian. Él empezó de guionista de películas en los años 80. En los 90 hizo su debut como director de películas con Searching for Bobby Fischer (1993), interesante drama basado en hechos reales sobre un niño genio que es ajedrecista.

Zaillian se estrenó de director creativo de series en una realización de Hbo, una magnífica producción que aún es posible visionar en la plataforma, ahora llamada Max: The Night Of (2016), drama criminal y carcelario, que tiene el sello de calidad de la cadena.

Ripley es su nueva apuesta y se nota un salto de calidad no solo en lo que se refiere a la historia sino además en la estética que eligió para presentar la trama. Algo muy inusual en el streaming de la N roja.

 

Ese héroe opaco

La historia parte en el Nueva York de los años 60, en los inicios de la década, con un Tom Ripley (Andrew Scott) que es presentado como un estafador de poca monta, que vive de delitos menores, haciéndose pasar por otras personas para defraudar, viviendo en un cuarto de dos por dos.

Un detective privado llega hasta él, para invitarlo a una cita con un empresario que quiere hacerle una propuesta. El señor Greenleaf, potentado de los astilleros, quiere contratar a Tom para que traiga a su hijo devuelta a EE. UU.

Su heredero, Dickie (Johnny Flynn), a quien Tom recuerda vagamente, vive en Italia, con su novia Marge Sherwood (Dakota Fanning), tratando de convertirse en artista de la pintura y derrochando la fortuna familiar.

Tom acepta pues su estadía en la Gran Manzana, cada día está más difícil, los negocios no marchan según lo planeado y se ve obligado a cambiar de ambiente. Llega a la costa amalfitana, inicia contacto con la pareja y se hace amigo de ellos.

Lo cautiva el modo de vivir y la belleza del entorno. Todo esto produce un cambio en su propósito y comienza a idear algo distinto. Empieza a soñar con ser otro, una nueva vida, un nuevo principio, usurpando la identidad de Dickie.

Lo grande de las historias de Highsmith es esa ambivalencia en la que se mueven los personajes. Esa falta de valores que los lleva a hacer lo que sea para ejecutar sus planes. Incluso traspasar la delgada línea de la ley.

De estos personajes, Tom Ripley es el único que la novelista siguió ampliando en distintas novelas, poniéndolo siempre en situaciones en que la personalidad y la dudosa moral de su opaco héroe, termina enredándose en una serie de problemas, de los que suele salir indemne.

 

Una magnífica obra visual

La obra audiovisual creada por Zaillian va más allá de la trama argumental. La miniserie está rodada en un soberbio blanco y negro que da un estilo brillante y bello a las imágenes. Con encuadres y locaciones que rozan lo artístico. Una labor que realza los lugares que se van presentando: New York, Nápoles, Roma y Venecia. Y que viene como anillo al dedo a la ambientación de época que requiere la historia.

Las locaciones y sus encuadres entregan un trabajo artístico que está en un nivel altísimo y que está a la par de esas obras arquitectónicas y artísticas que en algún momento dominan la serie.

Pero sobre todo, el blanco y negro permite asomarse al alma del protagonista. Esa opacidad de Ripley está muy bien lograda con la luz y sombra con que está trabajada la imagen. Un leiv motiv que es recurrente en la historia con las alusiones a las pinturas de Caravaggio y la obsesión de Tom por ellas.

Estos cuadros no solo son la representación de la nueva vida que va asumiendo, sino también son el reflejo de lo que es él. Esas luces y sombras, lo ocultan, pero también lo revelan. Y en algunas ocasiones, lo vuelven otro.

La trama se desenvuelve de manera pausada. Las líneas narrativas van siguiendo los distintos conflictos que desembocan en un Tom Ripley evadiendo la policía por toda Italia. La narración matiza de buena manera los momentos de suspenso, de humor y de horror criminal.

Si bien el único punto débil que tiene el desarrollo de la historia son ciertas decisiones de guion que suenan un tanto inverosímiles, en la suma y resta, la miniserie se disfruta totalmente.

Patricia Highsmith dedicó un ciclo de cinco libros al personaje de Tom Ripley. En el cine y la televisión ha sido interpretado por actores de la talla de Alain Delon, Denis Hooper, Matt Damon y John Malkovich, quien hace una breve aparición en la miniserie de Zaillian, en un pequeño guiño a su rol hecho años antes.

El actor Andrew Scott aporta al personaje una cuota de ingenuidad que esconde la astucia para sobrevivir y la determinación feroz con que se desenvuelve, llegado el momento.

La miniserie en sus primeras semanas tuvo un éxito moderado. La crítica la alabó pero también fue apuntada como una serie «pretenciosa». De manera rápida, pasó a engrosar el gran grupo de realizaciones que posee el catálogo de Netflix.

Esto puede entenderse debido a que el asiduo consumidor de series no alcanza a pasar del primer capítulo: la historia toma su tiempo en desarrollarse y esos grises que llenan la pantalla no son atrayentes para todos.

Quizás el mismo seguidor de series sintió que este era un producto anómalo, una creación que no está dentro de la lógica de consumo rápido del streaming, y su lograda calidad artística le jugó en contra para llegar a un público más amplio. Sin embargo, se agradece el cuidado que Steven Zaillian le dedicó a esta magnífica obra visual.

 

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó también el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Ripley (2024).