¿Control o ilusión?: Comentario a la película «El sacrificio del ciervo sagrado», de Yorgos Lanthimos

Esta es la última obra del director griego -de paso reciente por la cartelera nacional-, y quien desde su filme «Kinetta» (2005) ha dejado un estilo estético propio, no exento de extrañeza o de rechazo para algunos. Por ello, del mismo modo que con «Canino» (2009), «Alps» (2011) y «La langosta» (2015) ha ido construyendo un microcosmos bastante peculiar, donde la alienación, la violencia gráfica y sobretodo la tensión son elementos que buscan afectar al espectador.

Por Jorge Cocio Sepúlveda

Publicado el 5.8.2018

Sacro es una palabra compleja. Tanto así que hemos llegado a morir por ella. Lo mismo pasa con sacrificio. Y aunque quizás no todos en estos tiempos mueren literalmente, lo hacen desde otras formas. Como cuando uno dice algo de lo que no se puede arrepentir. Y aunque ahora podemos borrar perfiles o historiales; aún en el día a día eso no es posible, porque hay situaciones límites que jamás podemos evitar. Así, con este pequeño inicio es que deseo partir el comentario del filme El sacrificio del ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, 2017).

El sacrificio del ciervo sagrado es la última película del director griego Yorgos Lanthimos, quien ya desde su filme Kinetta (2005) ha dejado un estilo propio, no exento de extrañeza o de rechazo para algunos. Por ello del mismo modo que con Canino (2009), Alps (2011) y La langosta (2015) ha ido construyendo un microcosmos bastante peculiar. Donde la alienación, la violencia gráfica y sobretodo la tensión son elementos que buscan afectar al espectador.

De ritmo pausado la película narra la tragedia de un cirujano quien arrastra a su familia por una falta cometida, trayendo consigo la aparición de un joven que lentamente convive con los suyos. Como un hermano, hijo o profeta del caos.

¿Pero qué es lo que hay detrás de esta cinta? Más allá de diálogos a veces de corte teatral, nos encontramos con una estética que trae acompañada personajes alienados, que vagan en espacios fríos, donde la tensión y lo inevitable les llama a la puerta. Y es que el director ha construido obras donde tenemos su perspectiva sobre la ciudad, la educación familiar, vidas mínimas o distopías violentas, lo cual nos lleva a vincular sus temáticas con nuestra actualidad.

Porque más allá del suspenso; o de la reminiscencia con otros filmes, es el acto narrativo lo que perturba y fascina a la vez. Una tensión y puesta en escena cercana a lo teatral influida quizás por lo naturalista nos lega personajes que aunque se ven civilizados, sus conductas y miradas parecen ser de otra realidad.

Así, El sacrificio del ciervo sagrado se convierte en otro pilar fílmico de la obra de este autor que ha ido armando una interesante perspectiva del cine contemporáneo. Lo que nos lleva a preguntarnos si estas piezas no serán un testimonio de la sociedad a la que llegaremos; o por último una advertencia de lo que somos. Donde la alienación es consecuencia del progreso y el control no es más que una ilusión. Porque la mirada de la existencia a la que nos adentra este tipo de títulos parece querer sumergirnos en los abismos de nuestro ser. Extraño, perplejo y ausente.

 

 

Jorge Cocio Sepúlveda estudió Filosofía en la Universidad de Concepción, y además es músico y escritor. Ha desarrollado un proyecto musical concretado en tres discos: “Nada es Eterno” (2009), “Preludio de Invierno” (2010) y “Frío Verano” (2017). Asimismo, ha editado dos plaquettes de poesía: “Noche primitiva” (2013) y “Continente” (2017).

 

El poeta y músico chileno Jorge Cocio Sepúlveda (1985)

 

 

 

 

 

Los actores Raffey Cassidy y Barry Keoghan en una escena de «El sacrificio del ciervo sagrado» («The Killing of a Sacred Deer», 2017), de Yorgos Lanthimos

 

 

 

Tráiler: