[Crítica] «La endemoniada de la calle de la Maestranza»: El mal en la sociedad chilena del siglo XIX

En esta novela del autor nacional Eduardo Bastías Guzmán (en la imagen principal) se destacan la sobriedad y la precisión de las descripciones y el apego a nombres y a fechas producto de la investigación, tales como el mismísimo informe del presbítero que aplicó el exorcismo a la verídica heroína que inspira a esta obra: la historia de la mítica y trágica vecina santiaguina Carmen Marín.

Por Francisco Marín-Naritelli

Publicado el 29.11.2021

“Te conjuro a que de esta criatura, que es un siervo de Dios y que vuelve al seno de la Iglesia, te apartes inmediatamente con tu ejército de furia y terror”.
Ritual Romano

Un hecho verídico que conmocionó a la sociedad chilena de mediados del siglo XIX. Un relato escrito por Eduardo Bastías Guzmán, médico, profesor y escritor, y publicado por Editorial Forja (2021).

La novela se sumerge en uno de los casos más controvertidos de posesión demoniaca y exorcismo, el de Carmen Marín; en una narración que parte con el arribo de los presbíteros Raimundo Zisternas, Ramón Astorga y Vitaliano Molina al Hospicio de las Hermanas de la Caridad el lunes 27 de julio de 1857.

¿Una muchacha realmente endemoniada? ¿Con una enfermedad psiquiátrica? ¿O tal vez solo una elaborada simulación?

“Carmen Marín surcó el silencio para volver a enfrentar al grupo. Sus ojos habían incorporado un brillo extraño e inquietante. Se levantó tensando el cuerpo como culebra que se apresta para atacar y comenzó a acercarse a los visitantes, quienes no pudieron evitar retroceder. Se detuvo en actitud desafiante. Tras una pausa, giró de pronto y, como un resorte, se elevó en un salto imposible que la arrojó a la cama en un ovillo, agitándose convulsivamente. Los brincos y rebotes no le impedían proferir insultos, maldiciones y amenazas que estremecían a los observadores, cada más atónitos” (p. 17).

 

La posibilidad del recuerdo

Lo de Marín, ya es mito popular. Incluso, se exhibió una teleserie en TVN hace algunos años, protagonizada por la actriz Luciana Echeverría y, cómo no, Jorge Baradit la dramatizó para su Historia secreta de Chile 3, que luego trasmitió Chilevisión.

Interesante, desde una lectura de género (y que también es el enfoque del actual constituyente), abordar este caso desde una suerte de pugna institucional, o sea, el enfrentamiento entre el saber clínico de una ciencia médica todavía en ciernes y el saber religioso, que buscaban, respecto de una mujer pobre, enferma, “insana”, y execrable para los códigos morales de la época, validar sus propias certezas y procedimientos.

Un orden simbólico heteronormativo y profundamente machista que ejercía sobre el cuerpo de Marín, todo tipo de violencia (desde sangrías, aprisionamientos, hasta la morbosa exposición pública). Tema de honda contingencia en tiempos de transformaciones sociales y con un movimiento feminista ya consolidado:

“(…) de esta observación, puedo concluir que nada tiene de sobrenatural esta enfermedad, nada de extraordinario, sino la inmensa variedad de sus formas, la irregularidad de su avance, sus diversos modos de determinación y la falta de rasgos constantes. A esto agregaré, para precaución de otras personas, el ser este mal esencialmente contagioso por imitación y que por lo mismo están expuestas a repetirlo todas las personas que la observen, sobre todo las de sexo femenino, que por necia curiosidad concurren a presenciar el penoso estado convulsivo de estos enfermos (…). Esta enfermedad, que en medicina llamamos histérico, es la que en mi concepto sufre la paciente en cuestión” (p. 63).

“(…) todos habrán de convenir en que el histérico es más frecuente en las mujeres de idiosincrasia uterina, como nuestra enferma, en las que el útero, como único y natural demonio, irradia sus humores hacia otros órganos y hasta el cerebro, y que esas histéricas, especialmente cuando están contenidas y apasionadas, lejos de temer los ataques, los esperan con ansiedad y algo de placer” (p. 104).

Claro está, el libro de Eduardo Bastías busca limitarse a los hechos históricos y profundizarlos. De hecho, se destaca la sobriedad y la precisión de las descripciones y el apego a nombres y a fechas, producto de la investigación (como el mismísimo informe del presbítero que aplicó el exorcismo, así como artículos de prensa); todo esto dentro del marco lógico de la ficción.

Pero siendo un libro que se presenta como una novela, no profundiza en aristas más problemáticas, todo un campo de posibilidades si consideramos, por ejemplo, la psiquis de los personajes, partiendo por la mismísima Carmen Marín, y su contexto de pobreza y marginación.

Siempre se puede contar una historia conocida desde múltiples aristas y desde distintos narradores (no vendría mal la intervención de voces subalternas). Así, el uso de un narrador omnisciente, en este caso, más que aportar, limita, puesto que pareciera circunscrito (y emparentado) a una visión oficial, piadosa y condescendiente, esto es, el de las autoridades eclesiásticas y, en menor medida, el de prestigiosos médicos con destacado reconocimiento en el extranjero.

Al final de cuentas, ¿cuántos excluidos y dementes ni siquiera tuvieron la posibilidad del recuerdo ni de pasar a la historia por medio de libros y programas televisivos?

 

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Francisco Marín-Naritelli (Talca, Chile, 1986), además de periodista y de magíster en comunicación política (titulado doblemente en la Universidad de Chile) las ejerce también como profesor en la Universidad Andrés Bello y como un prolífico escritor nacional, cuyas últimas publicaciones son el libro de cuentos Interior con ceniza (Ceibo Ediciones, 2018) y el volumen experimental de El perfecto transitivo (Filacteria, 2019).

Igualmente fue el director titular y responsable del Diario Cine y Literatura, entre agosto de 2017 y mayo de 2020.

 

«La endemoniada de la calle de la maestranza», de Eduardo Bastías Guzmán (Editorial Forja, 2021)

 

 

Francisco Marín-Naritelli

 

 

Imagen destacada: Eduardo Guzmán Bastías.