[Ensayo] «Heaven»: Las demoliciones existenciales

La nueva entrega de la autora japonesa Mieko Kawakami es una novela en torno a la crueldad, la soledad, la alienación, el acoso escolar y el suicidio, y sobre las formas y estrategias de las cuales hacemos uso a fin de poder lidiar con esas difíciles encrucijadas que a veces nos plantea la cotidianidad.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 13.4.2023

Heaven, de Mieko Kawakami (1976), es la última traducción al español de la narradora originaria de Osaka, y autora de la novela Pechos y huevos, que le valió el reconocimiento internacional, con su traducción a varios idiomas.

En Heaven la narración propone a dos protagonistas unidos por la brutal victimización que sufren en un mismo colegio. El protagonista es un chico con estrabismo; Kojima, la contraparte femenina, es abusada por su aspecto pobre y la suciedad de sus atuendos y de su cuerpo.

Así, Heaven es una novela sobre la crueldad, la soledad, la alienación, el acoso escolar y el suicidio, y sobre las formas y estrategias de las que hacemos uso para lidiar con estas demoliciones existenciales.

 

El misterio que es el miedo

El colegio es el lugar de disciplinamiento preciso para escenificar la brutal mecánica de bullying que sufren sus dos protagonistas, víctimas en busca de explicaciones y conformidades respecto a la situación en que se encuentran. Aquí no hay venganzas sangrientas ni ajustes de cuentas, ninguna noción de justicia siquiera.

La elaboración de sus dramas es internalizada a un nivel casi espiritual, y la falta de reacción o pro acción sugieren incluso la noción de masoquismo. Las reflexiones que les hacen cuestionarse por su lugar en la jerarquía social son profundas, filosóficas, y las mínimas represalias ni siquiera alcanzan a ser tales.

Una manifestación de rebeldía es la sutil destrucción que experimenta la escuela, en manos de una alumna anónima (que es Kojima). La voz narrativa dice: «Hacia finales de abril se habían empezado a descubrir pequeños cortes en el mobiliario de la clase o en el material escolar de algunos alumnos y eso había producido cierto revuelo».

Pero lo que preocupa al protagonista no es el costo de estos destrozos, sino su potencial victimización: «Me acordaba de haber estado muy angustiado durante aquellos días porque tenía miedo de que alguien mintiera y me acabara echando la culpa a mí».

Kojima, la degradada chica y única amiga del protagonista, es la autora de estos gestos destructivos, y confiesa: «Yo siempre me siento insegura, siempre tengo miedo». En otro de los intercambios con él, Kojima reflexiona que los que cometen agresiones contra ellos, en realidad temen la diferencia; temen lo que no comprenden.

Ellos: «siguen a alguien y lo imitan sin pensar nada… nosotros solamente somos una especie de desahogo». En otro momento, dice: «las personas, aunque aparentemente no tengan ninguna herida, puede que estén muy lastimadas».

De esta manera, en el intenso intercambio que establecen los dos acosados, accedemos a los bagajes de cada cual. Hablando de sus familias y, en particular de su padre, Kojima comenta una conversación con su madre. «Me casé con él porque me daba pena», le dice la madre a Kojima, en un único momento de confianza. Ésta indaga: ¿por qué esta pena? Y la madre responde: «Por todo. De él me daba pena todo».

Para él (la voz protagonista sin nombre), no existe la posibilidad de acusar estos abusos, ni siquiera reclamar por ellos. Por su parte, él reflexiona: «‘Me están maltratando en el colegio’. Había imaginado en muchas ocasiones el momento en que lo confesaba… a mi madre, por ejemplo. Pero enseguida rechazaba la idea», admite.

Y agrega: «Estaba convencido de que si les confesaba esta realidad, mis padres creerían que yo no era capaz de desenvolverme en el mundo que me rodeaba».

 

La escuela: estado de excepción

Aunque los ataques van in crescendo, nada obstaculiza su desarrollo. La escuela carece de ayuda docente y los abusos ocurren impunemente, sin ser registrados por ninguna autoridad. Es una tierra de nadie donde el aprendizaje ni siquiera se transparenta, angustiados y tremendamente ocupados como están los estudiantes en su misión de auto conservación.

Esto es porque no parece haber esperanza en lo que depara la etapa posterior a la escuela. “Por más que la escuela terminara, aunque el entorno fuese distinto, nada cambiaría sustancialmente mientras tuviera estrabismo. No solo no se produciría ningún cambio, sino que incluso podría llegar a ser mucho más trágico. Además, quizá ya estuviese todo decidido, solo que yo entonces no lo sabía. Era posible que algún día también yo muriera, como aquel estudiante de las noticias. O que me mataran. Podía ser que, en realidad, ya estuviese muerto”. Disociación, desamparo, depresión, angustia son los ingredientes para la pócima fatal, un callejón sin más salida que el suicidio.
En un excepcional intercambio con uno de sus agresores, fuera del espacio del colegio, la voz lo confronta: “Y si me suicidara, ¿qué crees que te pasaría?”. La respuesta: “Un poco de follón sí habría, claro. Pero ¿y qué? A la edad que tenemos nada se considera crimen”.

 

El arte: la posibilidad de sublimar

En este tenso ambiente, un escapismo posible lo representa el arte. El secreto, el refugio de Kojima, es el cuadro de un pintor que ella quiere compartir con el protagonista, a modo de regalo, pacto, pero lo interesante es que «Heaven» no es el título del cuadro, sino el nombre que ella le pone a la pintura, ya que, dice, los bautizos que este pintor usa para sus cuadros son malísimos.

Así, ella genera su propio universo político, al apropiarse de una pintura ya nombrada, rebautizándola en un acto que hace eco de las múltiples estrategias de resignificación que ella lleva a cabo a lo largo de su historia.

El lazo entre estos dos outsiders está marcado por la incomunicación y la impotencia que conlleva esta brecha. Después de la experiencia artística, el protagonista dice: «Me habría gustado decirle algo a Kojima, que, en silencio, sollozaba a mi lado, pero como no fui capaz de encontrar las palabras, todo quedó en la intención».

Una novela que nos invita a reflexionar sobre esta pandemia social, que ocurre frente a nuestros ojos y que, en manos de esta novelista, vemos transformada en una poderosa obra artística.

Tal como Kojima decide ponerle el nombre que ella quiere («Heaven») a la pintura que ya tiene un nombre, aquí la invitación es a mirar, cada uno con sus propios ojos, para así nombrar de un modo muy particular lo que más resuena en nuestro interior.

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, y Subterfugio, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Heaven», de Mieko Kawakami (Seix Barral, 2023)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Mieko Kawakami.