«Los nombres de las cosas que allí había», de Antonio Skármeta: Soñé que Chile ardía

Prologado por el narrador mexicano Juan Villoro, el volumen comentado cuenta con trece cuentos escritos con un oficio carente de grietas: en cada uno de ellos podemos ver la indudable condición de creador reputado y respetado que tiene el Premio Nacional de Literatura 2014 en todo el continente.

Por Joaquín Escobar

Publicado el 27.6.2019

De un tiempo a esta parte, uno de los grandes debates que se están dando en el mundillo literario, es por el envejecimiento narrativo de tal o cual autor. Quizás fue César Aira quien le dio el puntapié inicial a esta discusión al decir que Rayuela, de Julio Cortázar, era una obra que en la actualidad no tenía la potencia que tuvo en su momento, y que por ende, ante nosotros desfilaba un clásico latinoamericano que tuvo un desastroso envejecer. 

Idéntico debate se ha instalado en la escena literaria local, luego de que Random House Mondadori publicara una antología de cuentos de Antonio Skármeta (1940). Para nadie es indiferente esta selección, pues no solo se ponen en órbita relatos que se creían perdidos, más bien, se (re) posiciona su literatura como un lugar desde el cual pensar lo que se hizo y se hace en el ámbito criollo. 

Prologado por Juan Villoro, el texto cuenta con trece cuentos escritos con un oficio carente de grietas. En cada uno de ellos podemos ver la indudable condición de escritor reputado y respetado que tiene Skármeta en todo el continente. Esa sencillez para narrar lo cotidiano, alejándose, al mismo tiempo, de la pomposidad y de los lugares comunes, le valió un lugar importante que es absurdo desconocer.

Ordenados en forma cronológica, el volumen se abre con El entusiasmo (1967). En estos relatos, aparecen las inquietudes de una primera juventud ligada al mundo de la literatura. Los cuestionamientos sobre la creación y el oficio, las formas de encontrar una fuente verosímil de ficcionalización. 

Desnudo en el tejado (1969), su segundo libro de cuentos, nos muestra a un escritor ya maduro, dueño de una prosa lúdica y vertiginosa que sabe atrapar al lector. No por nada en 1969 obtuvo el prestigioso Premio Casa de las Américas, valiéndose de un reconocimiento en todo el mundo occidental. «El ciclista del San Cristóbal» es el relato más emblemático de este libro.

Ampliamente reconocido – e incluso convertido en cortometraje- fue un texto importante para toda una generación literaria. Hubo una ruptura con lo que se venía haciendo, no solo desde el lugar de enunciación, también, desde la escritura. La ciudad se convierte en un elemento central de las narraciones contemporáneas, respirando y tomando vida, erigiéndose como un camino desde el cual exponer, enfrentar y dialogar. 

La recomendación más evidente de este libro, podría ser para los lectores que alguna vez encontraron en Skármeta su autor de cabecera, y que por las vueltas y revueltas de la vida desean volver hasta él. Sin embargo, preferimos obviar el lugar común e invitamos a las nuevas generaciones de lectores -pero sobretodo de escritores- a empaparse de su literatura.

El gran mazazo narrativo que supone cada comienzo de sus cuentos (no así los finales, que decaen un poco), son una gran puerta de entrada para la propia escritura, para ese aprendizaje eterno que encuentra cada una de sus fuentes en las lecturas que nos condicionaron. 

 

Joaquín Escobar (1986) es escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Reseñista del diario La Estrella de Valparaíso y de diversos medios digitales, es también autor del libro de cuentos Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Los nombres de las cosas que allí había» (Alfaguara, 2019)

 

 

Joaquín Escobar Cataldo

 

 

Imagen destacada: El escritor chileno Antonio Skármeta.