«Perdidos en París», de Dominique Abel y Fiona Gordon: Las coreografías de una plenitud olvidada

Este largometraje de ficción -presente en la cartelera nacional- es un derroche de color, fotografía y de música que nos recuerda a la canónica «Amelie». Para mayor curiosidad los dos protagonistas, Fiona y Dom son además los guionistas y directores. En suma, arte cinematográfico romántico a la francesa, dotado de una imaginación superlativa para pensar en lo que lo haría una abuela de 88 años en el ocaso de su vida, pero sedienta de amor real.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 23.10.2018

La comedia romántica francesa tiene ciertos bemoles no propiamente compresibles a un sudamericano. Una de ellos es la reminiscencia por algunos iconos del musical, que en esta película hace guiños pequeños en un tango o mostrando coreografías con los pies y los movimientos de la plenitud sexual bajo la imagen de una carpa que se mueve y flota en el aire. También con el absurdo de amores que serían imposibles en la vida real, pero que alcanzaron un grado de amable locura en Amelie (Suiza, director Jean Pierre Jeunet), otro icono del cine francófono. Perdidos en París que en francés se llama París, pies descalzos, tiene algo de absurda inocencia, con Fiona (Fiona Gordon), una despistada canadiense que va con una llamativa mochila roja, coronada por la bandera de su país. Se ve que el rojo es el color de la identidad, porque domina en varios motivos, entre ellos el del guapo (y fugaz) oficial de la Policía Montada del Canadá que se cruza en ese París tan ajeno para ella.

Hay tres niveles de lecturas para este largometraje de ficción. La del helado pueblo canadiense que se confronta con la ciudad, tal como nuestra Carmela en La pérgola de las flores. La segunda, la del amor buscado y no encontrado entre dos seres inusuales y solitarios. La tercera, y más densa, las trampas de la lógica y de la memoria en una escurridiza abuela, Martha (Enmanuelle Riva), que escribe una misiva-invitación para su sobrina del exterior.

La parte del encuentro de esta muchacha algo torpe y ensimismada es un encuentro que empieza mal, con Fiona cayendo por una foto a un amable Sena que engulle dos veces, una la mochila roja y otra las botellas de champagne, pero nunca a nuestra protagonista que se salva de eso pero no de apretarse la nariz en la puerta del ascensor. Además, su tía desparece desde el momento inicial, y eso hace que la protagonista deambule por todas partes, a  veces sin zapatos secos ni papeles ni dinero. La porfía de Fiona por no adaptarse nunca al papel de citadina, sino ser una permanente turista, hace más cómico el encuentro.

La segunda parece mas obvia, es una comedia romántica, con un humor muy francés. La búsqueda de una abuelita de 88 años por un encuentro ya no solo romántico con su amigo Duncan (Pierre Richard), sino un encuentro sexual, quizás el último de su vida, hecha de alegorías y engaños con un vagabundo, Dom (Dominique Abel). El mismo, que con su personalidad tan curiosa (a veces detestable) es el protagonista de muchos encuentros y fantasías de Fiona, y con el cual al final se reúne para  dejar de ser turista, y querer aprender de la ciudad y del amor.

La tercera lectura es más compleja. Es la desmemoria, es la lucha contra el día a día y la constatación que aún así hay planes. Una desaparición fingida para un gran y extraño plan que devuelva lo ido. Luchando contra la falta de movilidad, el olvido y la vejez inexorable (notable la escena cuando pone la carta – invitación en un lugar equivocado). Pero Martha lucha contra eso, a pesar de su soledad y de su falta de glamour. Está decidida a ser dueña de lo que le queda, a sentir el aroma del amor, de la independencia, de valerse por sí misma. La suya es una lucha que no puede ganar, pero que se impone con su pensamiento de corto alcance. 88 es un número emblemático, para recordar que una vejez sola no es lo mismo que acompañada, pero al mismo tiempo es el trasvasije del tiempo en que algo deja de ser. Notable es la soledad de la ceremonia funeraria, vacía de toda empatía real y estrictamente funcionaria, incluyendo el vaciamiento (dos veces) de los restos de Martha.

Las tres dimensiones hacen  de esta obra audiovisual una comedia de amor muy extraña, donde sin duda hay escenas muy pulcras como el tango entre Fiona y el vagabundo. Un derroche de color, fotografía y de música que nos recuerdan a la ya citada Amelie. Para mayor curiosidad los dos protagonistas, Fiona y Dom son además los guionistas. En suma, cine romántico a la francesa, dotado de una imaginación superlativa que más invoca al publico para imaginarse lo que lo haría una abuela de 88.

 

Perdidos en París (Paris pieds nus). Dirigen: Fiona Gordon  y Dominique Abel. Elenco: Fiona Gordon, Dominique Abel, Enmanuelle Riva y Pierre Richard. Producción: Francia-Bélgica, 2016, 1 hora, 23 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios de la cual además es profesor titular.

 

 

 

 

 

 

Tráiler: