[SANFIC 2022] «Casa Vazia»: Sacrificios no buscados

El filme del realizador brasileño Giovani Borba —presente en la grilla de la competencia internacional del Santiago Festival de Cine, que se desarrolla durante esta semana— es una dura pieza audiovisual de estilo realista y sin concesiones, acerca de la pobreza y de la miseria agobiantes que se atestiguan en el gigante país sudamericano.

Por Felipe Stark Bittencourt

Publicado el 17.8.2022

En El sacrificio de Andréi Tarkovski, acompañamos a Alexander, un profesor retirado que tiene una hermosa familia, un pequeño hijo al que ama profundamente y una magnífica casa de la que sentirse orgulloso. Su vida parece resuelta, pero una guerra espantosa ha estallado y amenaza con eliminar la vida en todo el mundo.

Ante tal escenario, le jura a Dios que si detiene el conflicto, le dará todo lo que tiene, haciéndose a un lado para siempre de sus seres queridos. En Casa Vazia, la premisa es similar, pero su punto de partida se encuentra en las antípodas. El director Giovani Borba quiere ofrece la historia de un hombre que recibe un sacrificio que nunca quiso.

El espectador sigue así a Raúl, un peón de campo que vive en la pampa brasileña. Sumido en la pobreza, se dedica a robar ganado por las noches. A la mañana siguiente de una de sus incursiones, se percata de que su mujer y sus hijos han desaparecido. No le queda nada más que el techo que lo cobija y su bicicleta. Del resto, solo hay amargor y silencio.

 

Imágenes sin sentimentalismo

Casa Vazia ofrece un contrapunto de El sacrificio. En estilo y premisa son similares, pero las hojas de ruta que trazan y los puntos de llegada que alcanzan difieren. En la película de Borba, el personaje contiene su dolor y pesadumbre. Su situación desesperada no le da un respiro y en aquellas instancias donde podría encontrar consuelo, no hay nada.

El actor Hugo Nogueira, quien interpreta a Raúl, parece querer enfatizarlo con su interpretación contenida, pero transida de dolor. Da forma a un personaje rudo, pero herido en lo más profundo por una vida ingrata y pesada. Le bastan pocos gestos que se entienden a la perfección.

Borba nos permite adentrarnos en el mundo de ese hombre que ha tomado una cruz que jamás quiso. No se molesta ni lo culpa de no querer cargarla. Quiere entenderlo, así como al mundo violento que lo rodea, porque el universo de Raúl es crudo y con poco espacio para la esperanza.

Hay códigos de honor, pero sujetos a las circunstancias. Hay, sobre todo realismo y mucha pobreza. Borba la filma sin sentimentalismos, como queriendo asegurarse de que sea la imagen misma la que hable, la que denuncie y haga cargar al espectador con este problema.

En ese sentido, es también similar a Tarkovski, pero donde el ruso veía una posibilidad de esperanza y de encontrarse con la belleza, Borba solo ve miseria, espanto y muerte. Es el mundo que Alexander nunca quiso y en el que, no obstante, estamos viviendo en la actualidad.

Casa Vazia no es una película fácil, pero tampoco pretende serlo. Es, antes bien, un recordatorio para nuestra frágil memoria de aquello que Raúl sabe que es injusto y que, nosotros, sus compañeros de viaje, también conocemos.

 

 

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Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile), magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética y alumno del magíster en estudios humanísticos por la Universidad San Sebastián.

Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción. También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Felipe Stark Bittencourt

 

 

Imagen destacada: Casa Vazia (2021).