“Y un día Nico se fue…”: Una comedia musical en clave romántica

Lo interesante de esta propuesta escénica -que se presentó hasta el último fin de semana en el Teatro Mori de Bellavista- no se haya solo en el hecho de que la historia gira en torno a una pareja homosexual, sino a que su relato se encuentra construido dramáticamente dentro de las coordenadas de una producción sonora, lo cual le brinda un carácter lúdico al montaje, muy interesante de rescatar en su faceta estética.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 10.6.2019

El presente montaje ha cruzado la cordillera desde tierras trasandinas para aterrizar con una extensión de temporada y elenco nacional en el Teatro Mori Bellavista. Y un día Nico se fue, fue creada por el argentino Osvaldo Bazán, y actualmente ha sido encarnada por Santiago Tupper y Hernán Contreras, quienes interpretan a Osvaldo y Nico, dos jóvenes hombres homosexuales que experimentan una historia de amor marcada no solo por las implicancias de su orientación sexual, sino por las etapas de toda historia de amor: el encuentro, la conquista, la vida en común, los problemas, y el termino de la relación.

Lo interesante de esta propuesta escénica no se haya solo en el hecho de que la historia gira en torno a una pareja homosexual, sino que el relato está construido en clave comedia musical, lo cual le brinda un carácter lúdico al montaje, muy interesante de rescatar. Al igual que la incorporación de un coro – ballet – conciencia, cuyo target juvenil contribuye a generar una pieza en donde la frescura cuasi adolescente y la hiperactividad, son los elementos constitutivos de un montaje hiperbólico que oscila entre el kitch, la performance, el stand up y el sketch.

El argumento es relativamente sencillo: Nico se fue sin previo aviso y Osvaldo no entiende la razón. Confundido recurre a su círculo más cercano, su amigo heterosexual de la infancia, y su mejor amiga, quienes lo incitan a retomar su vida y comprender por qué Nico se fue. En su desesperación, Osvaldo –en lo que bien podría considerarse un trastorno psicológico– recurre a sus delirios esquizoides y rememora con ayuda de lo que parecen ser sus “alter ego”, todo el periplo por el que atravesó su historia de amor, desde que conoció a Nico, hasta que Nico se fue, e incluso lo que ocurrió después. Estrategia escénica que resulta novedosa y le otorga a la pieza mayor agilidad y dinamismo, gracias a la aparición de figuras que van representando junto a la pareja en cuestión, los distintos momentos de su relación.

Se trata de figuras que en estricto rigor no adquieren la categoría de personajes, son construcciones del subconsciente de Osvaldo, una diversificación de potenciales alteridades que configuran su identidad. “Yoes” que representan con ironía y humor, el amplio abanico de los estereotipos que se imponen en entre la población homosexual. No queda suficientemente claro si el uso de los estereotipos tiene un carácter paródico o en verdad pretende mostrar un abanico –limitado– de “tipos” escénico/literarios, ya que la obra oscila en ocasiones entre una apología del orgullo gay, y una parodia crítica de los lugares comunes desde donde ha sido representado el mundo homosexual. Una frontera que, por difusa, no ha quedado del todo lograda.

No obstante, la presencia del coro –un ballet que destella energía, alegría e histrionismo-, además de una capacidad vocal que en momentos se vio opacada por el volumen de la banda en vivo, hacen que su participación en la pieza resulte fundamental para poder generar una atmósfera cómica en clave musical, puesto que la participación de Osvaldo y Nico, es más bien dramática y contenida, a diferencia del coro – ballet, que irradia todas aquellas características que la pareja principal no expresa.

Sin embargo, el exceso de figuras sobre el escenario, es un tanto agobiante, saltimbanquis, cantos y gestos que se disgregan e incluso parecen innecesarios en cuanto a la cantidad de participantes y el exceso de canciones que pudieron haberse condensado en algunas que fuesen más decidoras y trascendentales, y que aportaran mucho más a la construcción escénica y argumental.

Un relato autoficcional que Osvaldo Bazán llevó al teatro, y que conmueve por su cotidianidad, por la empatía y complicidad que genera con los espectadores. Una pieza que entretiene, que abre la mente y nos vuelve en cierta forma más humanos, al ser capaces de valorar el amor en sus distintas formas, desprejuiciadamente, pues se trata de una historia de amor, de desamor, de locura, arrebatos, desplantes, resentimiento, y todos esos aderezos que contiene una historia de amor, sin importar el género ni la orientación sexual.

Una pieza, como diría el músico argentino Fito Páez, que habla: “del amor después del amor”, porque después del vendaval del enamoramiento, el oleaje de las vicisitudes de la relación y la resaca de la ruptura, ¿qué es lo que queda? … Osvaldo y Nico nos dirían que la vida o el amor después del amor.

Por último, cabe preguntarse: ¿por qué Nico se fue?… Quizá las voces esquizoides de su interior tienen la respuesta.

 

Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile. Igualmente es redactora estable del Diario Cine y Literatura.

 

El elenco del montaje «Y Nico se fue…»

 

 

 

 

Ficha técnica:

Producción general: Rodrigo de Diego y Florencia Bendersky.

Autores: Osvaldo Bazán, Ricky Pashkus y Ale Sergi.

Dirección original: Ricky Pashkus.

Dirección: Muriel Lagno.

Elenco: Hernán Contreras, Santiago Tupper, Germán Pinilla, Gabriela Hidalgo, Glenn López, Sofía Galleguillos, Fran Fossa, José Tomás González, Rodrigo Escobar, Constanza Ortiz y Vicente Russo.

Música original: Ale Serge – Miranda!

Músicos: Claudio Fierro, Tomás Cordero, Claudio Alarcón, Daniel Zúñiga y Alejandro Salazar.

Dirección coreográfica: Trinidad Mackenna.

Dirección musical: Claudio Fierro.

Dirección vocal y coral: Alejandra Rocca.

Asistencia de dirección: Osvaldo Iturriaga.

Producción, diseño y comunicaciones: Fogata Cultura.

Productor en terreno: Pablo Flores.

Diseño de escenografía y vestuario: Flavia Ureta.

Diseño de iluminación: Julio López.

Fotografías: Daniel Corvillón.

Redes sociales: Gonzalo Barreto.

Duración: 100 minutos.

Edad: +16 años.

Sala: Teatro Mori Bellavista.

Dirección: Calle Constitución Nº 183, Providencia, Santiago.

Temporada: 4 de mayo hasta el 9 de junio.

Horario: jueves a sábado a las 21:00 horas y domingo 20:00 horas.

Valor: jueves, viernes y domingo $15.000 y sábado $18.000 general.

 

 

Créditos de las fotografías utilizadas: Centro Mori.