«Crímenes de familia»: El thriller de Netflix donde brilla Cecilia Roth

La última cinta del director argentino Sebastián Schindel —protagonizada por la emblemática actriz trasandina y la cual acaba de ser estrenada vía streaming— prosigue con la indagatoria estética y audiovisual de su realizador, iniciada en el circuito de la ficción cinematográfica en el Festiva de Viña del Mar 2014, en Chile, cuando fue premiado por su ópera prima «El patrón»: evidenciar los móviles morales de la corrupción existente en el poder judicial de su país.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 26.8.2020

Crímenes de familia es un muy buen título. La cinta es un drama familiar envuelto en la estructura de un drama judicial, este último situado en un tribunal, cuyos juicios van aportando la información justa en los momentos precisos, como corresponde a una intriga bien planteada. La historia en realidad esconde una doble intriga: tanto la protagonista (Alicia) como el espectador desconocen los eventos sucedidos.

El guion funciona como reloj acompañado de algunos planos muy bien logrados que ahorran metraje y explicaciones. Cecilia Roth nos hace sentir el sufrimiento de una madre, centro gravitacional de varias familias: de su matrimonio con Ignacio; de la crianza del hijo de la empleada doméstica; y hacia el final se acercará a otro núcleo familiar.

Alicia e Ignacio habitan un lujoso departamento en Recoleta (Buenos Aires) y en ese espacio frío y silencioso se ocultan verdades que todos parecen callar. Las notas de piano, con mucho espacio entre ellas, aportan cierta irrealidad a esa vida de clase alta de dos adultos que dejaron de ser cómplices con el pasar de los años.

La maternidad es abordada en múltiples aristas, algunas morales y otras judiciales, más bien penales, pero en todo momento Alicia se hace cargo de las consecuencias de los actos de las personas a su alrededor: sea del hijo drogadicto (Daniel) o de la empleada y su hijo. El director planta a una madre fuerte frente al espectador, que no dudará en recurrir a un abogado corrupto para sacar al hijo de la cárcel, aun cuando primero deba separarse de Ignacio.

El gran mérito de Sebastián Schindel es sacarle lustre al título (Crímenes de familia), pero no por el recurso del género judicial, sino enfocándose en filmar (principalmente fuera de campo) las carencias de la primera infancia para Daniel (hijo de Alicia), las carencias de Gladys (la empleada), e insinúa un futuro aciago para Martín (hijo de Daniel) y para Santiago (hijo de Gladys), ambos por no tener padres presentes durante su primera etapa de vida.

En resumen, el director nos presentará dos crímenes que suceden dentro del seno familiar de un matrimonio destruido, pero Schindel está más interesado en los crímenes originales: la ausencia de los padres o el abuso de éstos, dándole a estos comportamientos un carácter criminal que la sociedad y la justicia no pueden resolver, ya sea porque en la clase alta se dejan pasar las cosas incómodas, o bien por la incompetencia de los funcionarios judiciales.

El amor filial no es el tema visible a primera vista, pero es el pilar que explica este drama familiar, sin caer en el melodrama, en eso es cuidadoso el director. Alicia es una mujer preocupada, siente algo de culpa por la relación entre Ignacio y Daniel, en cierta forma se ha hecho cargo de Santiago para perdonarse a sí misma: criar a Santiago sería como una segunda oportunidad.

Nos damos cuenta que Daniel fue criado por un padre poco cariñoso (ausente) que dejó profundas huellas en su autoestima: apenas logró emanciparse se enredó en negocios truchos y al quedar desempleado cayó en la droga. Daniel por otra parte es un hijo manipulador que no dudará en robar a su familia o actuar de víctima como si su pareja lo hubiera traicionado. Daniel sería un padre abusivo y Marcela protegerá al hijo de ese verdadero monstruo.

La película sanciona el abuso contra la mujer y para eso se vale de personajes masculinos débiles y maltratadores, lo cual podría ser algo manipulador, pero las fallas en la crianza de éstos, esos vacíos abismales, están tan bien resueltos por el guion que al espectador deja de importarle ese detalle.

Gladys es analfabeta, proviene del campo y sufrió abuso sexual. El padre la arrojó a la ciudad, como quién se deshace de la basura, para que trabajara puertas adentro en una casa particular. Gladys es un personaje sin demasiadas luces, taciturno, apenas responde cuando la interroga su abogado. Nació bajo una estrella negra que parece seguirla a todos lados. Su crimen es espantoso, pero se entrelaza hábilmente con el proceso judicial contra Daniel. El personaje de Gladys está bien dibujado y sabe que no será una buena madre para Santiago. Su bajo coeficiente intelectual no le impide entender que debe dejar que Alicia se haga cargo de su hijo.

Alicia abandona el lujo y se va a un departamento más pequeño. Gladys luego de ser condenada le confiesa la verdadera historia de Daniel, un sujeto ruin, el instinto de madre no lo perdonará, en aras del futuro de los niños que no tienen culpa de los actos de sus padres.

Queda en el aire la sensación de que las leyes son un remedo de la justicia, que sólo las personas pueden hacer justicia (dentro o fuera del marco legal) y de que las leyes se ensañan especialmente con los más desposeídos.

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) ha publicado las novelas FearEl rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la bocaMeditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).

 

 

 

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Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Cecilia Roth en Crímenes de familia (2020).