[Crítica] «La chica que vive al final del camino»: Una casa para lo ominoso

El gótico suburbano norteamericano del autor Laird Koening, trasluce en sus páginas los secretos macabros y sobrenaturales que aguardan en la engañosa tranquilidad y en la doméstica modernidad de los arrabales estadounidenses.

Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Publicado el 28.5.2023

La editorial Impedimenta nos propone la lectura de una novela inquietante y misteriosa, adscrita al gótico americano. La chica que vive al final del camino, del escritor Laird Koening (Seattle, 1927), tiene como protagonista a Rynn, una adolescente que acaba de cumplir trece años.

Precisamente nos encontramos en la víspera de Halloween: «Era una noche de las que le gustaban a la niña. Estaba frente a la ventana aquel último día de octubre, y observaba el mundo estremecerse al filo del invierno. El viento frío sacudía los tallos de las flores muertas del jardín y arrancaba las últimas hojas de los arces, arrojándolas a la oscuridad como jirones de papel negro. De un tirón, la niña corrió las cortinas y ocultó la noche».

El gótico en literatura y, más concretamente, el gótico suburbano norteamericano, tiene como características fundamentales mostrar en sus obras: «la engañosa tranquilidad y monotonía domésticas que parecían ser señal distintiva de los suburbios no eran sino un tenue velo que cubría los secretos macabros y sobrenaturales que acechaban en el interior de los hogares».

La chica que vive al final del camino despierta la curiosidad, y el interés de unos vecinos que no saben nada de su padre desde hace tiempo. Un desfile de personas tratarán de inmiscuirse en la vida de Rynn. Ella teme que esta molesta y peligrosa intrusión afecte a la tranquila libertad en la cual vive: «Fuma cigarrillos, se entrega a la poesía de Emily Dickinson y establece una amistad peculiar».

Su aparente vida solitaria hace que nos preguntemos: ¿Qué oculta en esa casa que se alza al final del camino?

 

Los niños de Henry James

La casa se convierte en un lugar para lo ominoso. Sin embargo, no esperamos que algo terrible suceda en: «un lugar de aspecto banal, plácido y casi anodino como una casa suburbana. Su carácter doméstico y su representación como lugar de costumbres no lo marca, en principio, como un espacio donde pueda residir el horror, frente a espacios mucho más tétricos». Y es ese elemento, precisamente, el que genera el desasosiego producido por la novela.

Otro elemento distorsionador, es el papel que tienen los adultos. Unos entrometidos en la vida de Rynn. En lugar de representar el papel de protectores, los adultos se muestran amenazantes. No obstante, tendrán frente a ellos y los peligros que encarnan, a una joven inteligente y malvada. La novela nos hace pensar en aquellos niños que Henry James inmortalizó en Otra vuelta de tuerca.

Tenemos la oportunidad de acercarnos a esta novela de culto, tensa y aterradora, de la mano del escritor y traductor Jon Bilbao, de quien la editorial Impedimenta ha publicado parte fundamental de su obra.

La chica que vive al final del camino fue llevada al cine en 1976 con Jodie Foster, Martin Sheen y Mort Shuman en los principales papeles. Laird Koening participó en la película como guionista. En España se estrenó con el título de La chica del sendero.

 

 

 

 

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Eduardo Suárez Fernández-Miranda es licenciado en Derecho de la Universidad de Sevilla (España).

 

«La chica que vive al final del camino», de Laird Koening (Impedimenta, 2023)

 

 

 

Eduardo Suárez Fernández-Miranda

 

 

Imagen destacada: Laird Koening en 1977 (Editorial Impedimenta).